Espacio Cultural / Mirada Cultural


news

¡Que viva México!


Juan Carlos Carrillo Cal

Es ya una especie de tradición en la sociedad mexicana que cada sexenio el cineasta Luis Estrada estrene una película de sátira política, sin pelos en la lengua y con una aguda crítica social y al gobierno en turno, con bastante sentido del humor respecto de la situación actual del país.

Si la genial La ley de Hero- des (1999) hizo época con su retrato del poder en todos los niveles bajo el México priista; la más floja, Un mundo maravilloso (2006), criticó las falsas esperanzas de cambio del primer gobierno del PAN; tuvo más alcance El infierno (2010) que muestra cómo permeó la violencia del narcotráfico en la sociedad mexicana; y La dictadura perfecta (2014) retrató la dependencia del gobierno de las narrativas de los medios de comunicación. Pero ¡Que viva México! no es mordaz, ni original y cuando rebasa las tres horas ya ni siquiera es divertida.

Pancho Reyes (Alfonso Herrera) es un ingeniero y padre de familia que busca tener una vida acomodada en la Ciudad de México, lejos de su origen de pobreza en el mísero pueblo de La Prosperidad, donde dejó a su familia a la que no ha visto en más de 20 años. Cuando fallece su abuelo y deja como condición la presencia de Pancho, su nieto favorito, para la lectura del testamento, Pancho viaja con su familia al pueblo, a ese otro México, donde le espera el encuentro con su padre Rosendo (Damián Alcázar) y su conflictiva familia de pobres y buenos para nada.

La trama avanza entre lugares comunes, slapstick comedy, humor escatológico, las omnipresentes groserías que pierden fuerza a cada repetición, alguna escena sexual explícita sin repercusión en la trama y redundantes repeticiones de chistes y del propio argumento.

Estrada puebla a su mundo de personajes arquetípicos sin profundidad y los hermanos del protagonista responden a distintos estereotipos mexicanos caricaturizados: el ignorante de pueblo, el mariachi, el narcotraficante, el homosexual, la rezadora, etcétera.

A la Eddie Murphy en El profesor chiflado, Damián Alcázar y Joaquín Cosío —los dos actores icónicos de este director— interpretan a varios personajes cada uno.

Con clara referencia a Los tres huastecos, de Ismael Rodríguez — donde Pedro Infante interpretaba a tres hermanos en lo que era una proeza técnica allá en 1948— Da- mián Alcázar encarna a tres her- manos: el pobre pero optimista papá del protagonista, el político corrupto y el sacerdote del pue- blo. Junto con otras referencias a la época del cine de oro mexicano —e incluso otras más sofisticadas como a Paris, Texas (Wim Wenders, 1984)— la propuesta visual no va más allá de la comedia fácil sus- tentada en el diálogo, amén de algunas referencias divertidas como los incontables nietos de don Rosendo corriendo y pululando en todo momento.

La producción tuvo sus propias aventuras, como el deslinde del director con Netflix un día antes del estreno planeado para el no- viembre pasado. También, como en todas sus películas, Estrada dice ser muy crítico con el gobierno en turno, pero lo cierto es que a pesar de que la cinta incluye imágenes reales del presidente López Obrador —lo que en sus otras películas no hacía, manteniendo cierto aire de metáfora— más que criticarlo parece darle la razón en su narrativa política: México es un país donde la pobreza y la desigualdad imperan y que pide a toda costa ser rescatado.Hay referencias a los políticos de siempre, que solo han cambiado de partido como si cambiaran de chaqueta, según los tiempos cambian. Y se señalan características sociales mexicanas, sobre todo la desigualdad y la polarización en la que los pobres ven con envidia y sumisión al que prosperó por sus méritos, creyéndolo, además, inmensamente rico.

Como siempre en el cine de Luis Estrada, hay una visión profundamente negativa de la naturaleza humana y en específico de los mexicanos que, nos dice, son todos avariciosos y ladinos. Si sus comedias negras nunca tienen un final feliz, aquí ese final llega, además, muy tarde. Al menos en sus anteriores películas la crítica era divertida.

Notas relacionadas