Ángel Luna Medina
En septiembre de 1945, finalizó oficialmente la Segunda Guerra Mundial, que sólo dejó destrucción y muerte. “¡Nunca más…nunca más!”, fue el anhelo del mundo, tras el fin del conflicto bélico.
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, se impulsó el nacimiento de un orden mundial apuntalado por normas del derecho internacional, a fin de garantizar el respeto entre países grandes y pequeños. Así emergieron diversas instituciones que han sido fundamentales durante estos 80 años, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada el 24 de octubre de 1945.
Desde hace 80 años, la ONU trabaja para prevenir conflictos, defender los derechos humanos y construir un mundo más justo. Por su valentía y perseverancia en zonas de conflicto y en misiones humanitarias, varias agencias especializadas y colaboradores de la ONU han sido reconocidos con el Premio Nobel.
Posteriormente nacieron:
1. La Declaración Universal de los Derechos Humanos (10 de diciembre de 1948).
2. La Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (crímenes de guerra, de lesa humanidad y el crimen de agresión). Fue creada en diciembre de 1948. Entró en vigor en enero de 1951. La Corte Internacional de Justicia (con sede en La Haya) es la institución que juzga estos graves delitos.
Las nuevas instituciones, sistemas jurídicos, tratados internacionales, creados al término de la Segunda Guerra Mundial, entre otros puntos, han tenido como objetivo:
El compromiso de respetar el derecho internacional. Uno de los principios básicos prohíbe el cambio de una frontera, por la fuerza. La violación de este principio vulnera la paz y causa la guerra.
También promovieron nuevas políticas. Fomentaron el acuerdo de las naciones en disminuir el gasto bélico. Por décadas este avance permitió a los países destinar mayores porcentajes de su Producto Interno Bruto a la salud, la educación, la ciencia y al progreso de los derechos humanos.
Han sido ocho décadas marcadas por un orden global basado en el derecho internacional. Etapa que vio el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas; la caída del Muro de Berlín, en 1989; el colapso del bloque socialista con el derrumbe de la URSS, en 1991. Incluso, politólogos como Francis Fukuyama plantearon el fin de la historia y de las ideologías. Fue una era que se creyó gloriosa, promisoria e invencible.
Sin embargo, el mundo ha despertado en una nueva realidad, porque el derecho internacional se viola o se ignora cada vez más. Emerge el unilateralismo, la fuerza como clave de las relaciones internacionales. La incertidumbre y la inestabilidad marcan el presente.
Desarme, clave para la paz
La nueva era reconfigura la geopolítica internacional: el ascenso económico, tecnológico y militar de China, que disputa la hegemonía de Estados Unidos; el expansionismo de Rusia, apuntalado en su poderío nuclear; la invasión y guerra a Ucrania; la metamorfosis de EU bajo el gobierno de Donald Trump; la fragilidad de la Unión Europea y su urgente necesidad de rearme bélico ante la amenaza rusa; el conflicto Israel-Gaza (crece el reconocimiento al Estado palestino); la violación de espacios aéreos; el bombardeo israelí a Qatar…
Cuando en febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania, violó el principio básico del derecho internacional que prohíbe el cambio de una frontera por la fuerza.
Hoy, para finalizar la guerra Rusia-Ucrania, Vladimir Putin exige: quedarse con las regiones de Lugansk y Donetsk (conforman el Donbás); que el ruso sea lengua oficial en Ucrania; y la aceptación de la anexión de Crimea, ocupada desde 2014, entre otras exigencias. Estados Unidos coquetea con las demandas rusas.
Se ha olvidado la lección que dejó la célebre Conferencia de Múnich (1938). Sucedió que, para apaciguar a Adolfo Hitler y evitar la guerra, las potencias de aquel entonces cedieron ante las demandas del dictador nazi. Sin pensar que sólo envalentonaban al agresor y facilitaban el inicio de la guerra. El acuerdo permitió a Hitler apropiarse de los Sudetes (una región de Checoslovaquia). Al poco tiempo, Hitler violó su promesa de paz y sentó las bases para el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
La famosa conferencia se celebró en septiembre de 1938 en la ciudad de Múnich. Participaron los líderes de Alemania (Hitler), Gran Bretaña (Chamberlain), Francia (Daladier) e Italia (Mussolini). Increíble, no se permitió la asistencia de Checoslovaquia, la nación agredida, a la que despojaron de la región Sudetes, en nombre de una promesa de paz y de un supuesto respeto a la integridad del resto de Checoslovaquia. El resultado de esa cumbre sólo alentó la ambición expansionista del nazi Hitler.
Más pronto que tarde, Hitler violó los acuerdos al ocupar la totalidad de Checoslovaquia, en marzo de 1939.
Ese Acuerdo de Múnich es considerado punto de inflexión que demostró la inutilidad de intentar satisfacer las ambiciones de líderes proclives al totalitarismo y al expansionismo, pues al poco tiempo estalló la Segunda Guerra Mundial.