Iván Castro Rodríguez
Un día como hoy, 24 de mayo, pero de 1915, se expidió en León, Guanajuato, la Ley Agraria atribuida a Francisco Villa, líder revolucionario y jefe de la División del Norte, una pieza fundamental de la Revolución Mexicana.
Esta ley, oficialmente publicada el 7 de junio de 1915 en la Gaceta Oficial del gobierno convencionista provisional, marcó un hito en la historia del país al establecer principios de justicia agraria nunca antes plasmados en la legislación mexicana.
A pesar de haber sufrido importantes derrotas en las Batallas de Celaya en abril de ese mismo año, Villa impulsó esta ley como un acto de coherencia con su visión revolucionaria y compromiso hacia los campesinos. El documento proponía una reforma agraria concreta, en la que se manifestaba reducir los grandes latifundios y redistribuir la tierra en favor de quienes realmente la trabajaban.
1. Expropiación de tierras: Permitía quitar grandes extensiones a terratenientes para entregarlas a campesinos.
2. Distribución directa y gratuita: La tierra se entregaba sin costo a quienes la cultivaban.
3. Justicia social como eje central: Buscaba corregir desigualdades históricas heredadas del Porfiriato.
4. Alcance limitado: Su implementación se circunscribió a territorios controlados por Villa, sin llegar a consolidarse a nivel nacional.
Aunque su impacto inmediato fue restringido por el contexto de guerra y falta de recursos, esta ley se convirtió en un precedente clave en la historia de la política agraria mexicana. Su espíritu de justicia social perduró e inspiró reformas posteriores a lo largo del siglo XX.
Varios presidentes retomaron el ideal villista de transformar el campo mexicano:
• Lázaro Cárdenas (1934–1940): Realizó la reforma agraria más ambiciosa, repartiendo más de 18 millones de hectáreas y creando instituciones como el Banco Nacional de Crédito Ejidal.
• Plutarco Elías Calles (1924–1928): Sentó las bases jurídicas con la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, con lo que fortaleció la dotación de tierras.
• Luis Echeverría Álvarez (1970–1976): Impulsó un nuevo reparto agrario con fuerte carga simbólica y exaltó la figura de Villa como defensor de los campesinos.
• Carlos Salinas de Gortari (1988–1994): Reformó el marco constitucional en 1992 para permitir la venta de tierras ejidales, transformando la figura del ejido y cerrando el ciclo del reparto masivo de tierras.
El nombre de Francisco Villa continúa como el símbolo poderoso de la lucha agraria en México. Aunque su ley no logró implantarse plenamente, dejó una huella indeleble en la historia al representar el deseo de justicia y dignidad para el campesinado.
Hoy, a más de un siglo de distancia, recordamos esta efeméride como un momento clave en la construcción de un México más equitativo, donde las voces del campo comenzaron a encontrar eco en las leyes y en la historia.