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Personajes y memorias de 1810


Aída Espinosa Torres

El proceso independentista es “uno de los objetos de estudio predilectos y más prolíficos de la historiografía mexicana y mexicanista. Por fundacional, por polémica, por emblemática, por socorrida y hasta por inducida, la historiografía del proceso independentista mexicano permite, como pocas, evaluar impulsos y cadencias de interpretaciones, intereses y contextos”, asegura el investigador Rodrigo Moreno Gutiérrez, especialista de la UNAM, en su artículo Revolución de Independencia.

La gesta histórica de 1810 es considerada como el proceso clave para la construcción de la idea de México como nación. Las etapas de la lucha independentista tienen como protagonistas a héroes nacionales conocidos por los mexicanos. Fueron incluidos en los libros de historia y hacia ellos se han dirigido los reflectores. Sin embargo, también hay personajes centrales que hicieron posible el inicio, desarrollo y consumación de esa etapa nacional.

Entre los actores no tan conocidos, pero no menos importantes, están:

Francisco Primo de Verdad y Ramos, conocido como el iniciador de la libertad novohispana y el primer mártir de la Independencia, nació en Aguascalientes el 19 de junio de 1760. Fue abogado y defendió la idea de que la soberanía residía en el pueblo. Tras la abdicación de Fernando VII y el estallido de insurrecciones y conspiraciones, Francisco Primo de Verdad, síndico del Ayuntamiento de México, exigió ante el virrey José de Iturrigaray un congreso que asumiera el mando de Nueva España a nombre de Fernando VII, pero los peninsulares interpretaron esta petición como un desacato a la ley y a la autoridad; depusieron al virrey Iturrigaray, a Francisco Primo de Verdad y a los demás “conspiradores”.

Sabemos que en la Conspiración de Querétaro se acordó el estallido anticipado de la lucha el 16 de septiembre de 1810. El sacerdote Miguel Hidalgo fue quien tomó el mando de la rebelión proclamando a Fernando VII como legítima autoridad. En esa conspiración estaba María Josefa Ortiz Girón, mejor conocida como Josefa Ortiz de Domínguez, personaje clave para la Independencia de México; gracias a ella se supo que la conspiración independentista había sido descubierta. Logró avisar a Ignacio Allende, a los hermanos Juan e Ignacio Aldama y a Miguel Hidalgo, que iban a ser aprehendidos. Gracias a esto, el levantamiento, que estaba previsto para el 8 de diciembre durante la fiesta de San Miguel el Grande, se llevó a cabo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810.

Entre la evidencia documental que el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) ha rescatado, se cuenta el testimonio del Alcalde Juan Ochoa, quien en una misiva enviada al Virrey Calleja el 11 de septiembre de 1810, afirmaba que la esposa del corregidor se había expresado con “[…] la mayor locuacidad en contra de la nación española y en contra de algunos ministros”; además, adujo que el “torrente de esa señora ha conducido a depravados fines que he anunciado” y destacó que ella no tenía “empacho a concurrir en juntas que forman los malévolos”

Romero Martínez, comandante del batallón urbano, en enero de 1811 notificó al virrey la actividad subversiva de la Corregidora. Por este motivo, el virrey advirtió a Domínguez que hiciese que su mujer se condujera con prudencia o sería encarcelada por no corregir su conducta.

El 16 de noviembre de 1816, doña Josefa recibió condena de cuatro años de prisión. Unos meses más tarde, el 17 de junio 1817, fue liberada por el virrey Juan Ruiz de Apodaca. Finalmente, Josefa Ortiz de Domínguez murió el 2 de marzo de 1829, en la Ciudad de México.

Anteriormente, durante la movilización, cerca de la capital, las tropas de Miguel Hidalgo vencieron a los realistas, es así como el movimiento se extendió y aparecieron otros caudillos: Rafael Iriarte, José María González, Tomás Ortiz, Benedicto López, los hermanos Villagrán e Ignacio López Rayón, entre otros.



Fue secretario particular de Miguel Hidalgo y posteriormente nombrado comandante de las tropas insurgentes, en Saltillo, Coahuila, en 1811, mientras Hidalgo y Allende trataban de salir del país. Cuando Morelos convocó al Congreso Nacional Constituyente, en Chilpancingo, López Rayón fue nombrado diputado por Guadalajara; en 1814 se encargó del gobierno de Oaxaca, pero ante el avance de las tropas españolas tuvo que salir del estado para dirigirse a Michoacán, donde resistió por varios meses el asedio que hacían las tropas enemigas.

En 1817 se rebeló contra la junta de Jaujilla porque no quiso reconocerlo como Jefe Supremo de los Ejércitos Insurgentes; fue detenido por Nicolás Bravo y en diciembre de ese mismo año las tropas españolas lo enviaron a la Ciudad de México, donde estuvo preso.

Consumada la Independencia ocupó los cargos de Intendente de la Provincia de San Luis Potosí (1823); diputado al Congreso Constituyente de 1823 a 1824, y Comandante Militar de Jalisco (1825). Nació en Tlalpujahua, Michoacán; realizó sus estudios de abogado en la Ciudad de México. El 2 de febrero de 1832 falleció cuando se desempeñaba como Magistrado del Supremo Tribunal de Guerra.



Leona Vicario Fernández nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México. Era hija del español Gaspar Marín Vicario y Camila Fernández de San Salvador, oriunda de Toluca. Cuando se supo que había una conspiración en contra del Virrey, con ramificaciones en varias partes, estas ideas fueron compartidas por ella y Andrés Quintana Roo. En 1812, él decidió unirse a la causa insurgente, en compañía de un primo de Leona Vicario se pusieron en contacto con las fuerzas de Ignacio López Rayón y posteriormente con las de Morelos.

Leona Vicario siguió apoyando a la causa, desde la Ciudad de México, con dinero, armas, alimentos, parque y medicinas. Uno de sus mensajeros fue detenido y la delató. Ella logró huir a San Antonio de Huixquilucan. Su tío Pomposo tramitó un indulto para que regresara a la Ciudad de México, se hicieron los tramites y cuando llego a la capital fue detenida y enviada al Convento de Belén de las Mochas, donde se sometió a juicio. Mientras esperaba la resolución, fue rescatada por los insurgentes Francisco Arrogase, Antonio Vázquez Aldana y Luis Alconedo.

Continuaron con el ejército de Morelos, estuvieron en el Primer Congreso de Anáhuac, en donde se promulgó la primera Constitución conocida como de Apatzingán, donde Andrés Quintana Roo, su ya esposo, era diputado de Puebla y después de Yucatán; con esa responsabilidad, Andrés viajó con Leona a Michoacán huyendo del acoso realista, en 1815. Morelos fue capturado y fusilado, un año después el Virrey Apodaca lanzó su programa de indultos, pero el matrimonio se negó. Sin embargo, después de vivir huyendo y haber tenido a su primera hija, en 1818 se sometieron a la humillación del indulto.

Su condena fue vivir pobremente en Toluca, donde permanecieron hasta 1820. Al concluir la guerra y establecerse el Gobierno Independiente, Andrés y Leona regresaron a la ciudad de México. Él se integró al gabinete del Emperador Agustín I; Leona lo apoyó en su vida política y periodística. Ella falleció en la Ciudad de México el 21 de agosto de 1842, a los 53 años, y sus restos reposan junto con los de su marido en la Rotonda de las Personas Ilustres del panteón de Dolores.



Otro de los personajes de los que no hay mucha información es Hermenegildo Galeana, uno de los estrategas militares de José María Morelos. Fue un hombre de campo y se sumó a la causa por la convicción de libertad e igualdad. Morelos lo nombró Mariscal, en septiembre de 1812. Hermenegildo destacó en numerosos hechos de armas: Chilapa, Cuautla, Taxco, Tepecuacuilco, la toma de Tenancingo, Orizaba, la Garita de Zapote y en el asedio del Castillo de San Diego.

El 19 de febrero de 1814 fue derrotado junto con los hermanos Bravo y Guadalupe Victoria en Chichihualco. Posteriormente Galeana se dirigió a Coyuca, donde sufrió una nueva derrota y murió en el poblado del Salitral, a manos de Joaquín León. Al saber sobre su muerte, el Generalísimo Morelos exclamó: "¡Acabaron con mis dos brazos; ya no soy nada!", refiriéndose a la muerte de Matamoros y Hermenegildo Galeana.


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