Espacio Cultural / Raíces


news

Querétaro: historia y tradición


Aída Espinosa Torres

El poeta Hugo Gutiérrez Vega , dijo que arribar a Querétaro en el atardecer es encontrarse en un paisaje mágico y maravilloso. Sin duda, los atardeceres queretanos entre San Juan del Río, Bernal, Pedro Escobedo, el Colorado hasta llegar a su ciudad capital, son magenta, dorados y esplendorosos. Diseñan el marco ideal de un estado, de una ciudad rica en historia y tradiciones.

Recorrer las calles queretanas es beber historia y arquitectura. Su centro histórico contrasta en las últimas tres décadas; es una ventana que asoma a la convivencia en calles, casonas, monumentos, templos, iglesias, conventos, museos, donde el estilo barroco es signo de identidad.

José Muñoz Cota escribió: “En la biografía estética de México, la ciudad de Querétaro es madrigal de la arquitectura. La belleza está en todas partes: la magia, el embrujo de su estilo estético de vida. Tiene además el frondoso árbol de episodios patrios, tanto en la Independencia, como en la Reforma y la Revolución; Querétaro, sin aspavientos, mantiene la historia del país en una vivencia trascendental.”

La ciudad colonial de Santiago de Querétaro, que se fundó en 1531, ofrece la singularidad de haber conservado su núcleo indígena (otomíes, tarascos, chichimecas) en calles serpenteantes, junto con el plano geométrico de las calles trazadas por y para los españoles. Los edificios civiles y religiosos se caracterizan por su elaborado estilo barroco y la mayor parte de ellos datan de los siglos XVII y XVIII. Construcciones que se mezclan con andadores, plazas y jardines.

Entre los edificios religiosos coloniales más sobresalientes de Querétaro destacan: el Templo y exconvento de San Agustín, cuya cúpula es de las más hermosas de México y su claustro es considerado el patio barroco más bello de América; el Antiguo Oratorio de San Felipe Neri, Catedral de Querétaro, con una fachada que combina perfectamente el barroco y el neoclásico; el Templo y Convento de la Cruz, donde se venera una cruz de cantera del siglo XVI labrada por manos chichimecas.

También trasciende el Templo y exconvento de San Francisco de Asís, primera construcción religiosa de la ciudad; el Templo y exconvento de El Carmen, famoso por la cantidad de palomas que se congregan en su plazoleta; el Real Beaterio de Santa Rosa de Viterbo, con influencia de arquitectura mudéjar única en una representación del barroco en su máximo esplendor; y el Templo y ex convento de Teresitas, máxima expresión del neoclásico en Querétaro.

Entre los edificios civiles destacan: Casa de la Corregidora, donde se reunieron los principales personajes de la Independencia para planear el movimiento; el Teatro de la República, sede de eventos tan importantes como el estreno del Himno Nacional; la Casa de la Marquesa, donde se hospedó Iturbide, así como diversas edificaciones del siglo XVIII como la casa de Don Bartolo y la “Casa de los Perros”.

El hecho de que Querétaro tenga una zona de monumentos históricos declarados el 7 de diciembre de 1996 Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco va más allá de ostentar una gran cantidad de edificios, plazas y monumentos, es lo que representa cada uno por los momentos esenciales en la historia de México como nación independiente. Hoy es una ciudad de progreso, modernidad y riqueza patrimonial incuestionables.

La conspiración independentista

De acuerdo con Carlos Herrejón Peredo, doctor en historia por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París y profesor-investigador de El Colegio de Michoacán, fue Querétaro el sitio donde se planeó el derrocamiento del decadente régimen colonial español. Tanto el capitán Ignacio Allende como el cura Miguel Hidalgo indicaban que la ciudad de Querétaro debería ser el principal foco del levantamiento. Además, las inquietudes independentistas se daban en diversos grupos desde antes que Allende los alentara. Pero tales grupos no estaban bien integrados porque en aquellos días de efervescencia política cualquier tipo de reunión sospechosa podría ser motivo de represalias.

Así, decidieron cobijarse en una academia literaria, bajo cuyo velo se discutían los asuntos políticos del día. El 24 de junio de 1810 se comenzó en casa de don Juan Altamirano una Academia Doméstica de Literatura que promovió don Ignacio Villaseñor y Aldama. Duró poco porque se suscitaron voces de que en lo privado se trataban temas políticos.

En la sombra, se siguió dando la conspiración, gracias al apoyo de Allende y a la protección del corregidor Miguel Domínguez y de su esposa Josefa Ortiz. Desde un principio se rumoraba que formaban parte de ella, incluso como jefes principales, no sólo Allende, sino el cura Hidalgo y los marqueses del Jaral y el de San Juan de Rayas.

Alrededor del 5 de septiembre, Allende, esta vez con Juan Aldama, a quien acabó de comprometer para adherirse a la causa, se entrevistó de nueva cuenta con José María Carreño a las afueras de la ciudad y ahí se presentaron quince o veinte rancheros, quienes reiteraron la promesa de participar con otros trescientos.

Al saberlo, Hidalgo “volvió a animarse a seguir”. Además, se contaba con los doscientos de la plebe, adscritos a Epigmenio González. De tal manera, el cura decidió entrar a la insurrección, no como simpatizante ni como apoyo moral, sino como principal activista dirigente. Se apresuró la fabricación de lanzas en Dolores y en la hacienda Santa Bárbara de los Gutiérrez, quienes también reclutarían más gente.

Otro enviado de Hidalgo fue José de la Luz Gutiérrez, quien partió a Valle de San Francisco, donde llegó a casa de Silverio Carrera para invitarlo a la insurrección. Y otro más, Nicolás Zapata, destinado a conseguir partidarios en San Luis Potosí. Se fijó entonces la fecha y lugar de la insurrección: el 29 de septiembre estallaría simultáneamente en San Miguel el Grande y en Querétaro. Mas luego, “habiendo parecido corto el tiempo para prevenirse de algunas armas, se difirió para el día 2 de octubre”. Finalmente, el levantamiento se gestó la madrugada del 15 de septiembre.

Congreso Constituyente en Querétaro

En 1916, Venustiano Carranza, como primer Jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del Poder Ejecutivo, enunció su firme propósito de restablecer el orden constitucional en aras de haber finalizado la lucha armada.

Fue así como Venustiano Carranza, representando al Poder Ejecutivo, convocó el 19 de septiembre al llamado Congreso Constituyente de Querétaro, bajo el lema de “Constitución y Reformas”, cuyo propósito estaba en el estudio de los cambios propuestos que formarían parte de la nueva Carta Magna bajo la cual se regiría el orden político nacional, siempre en defensa de los ideales revolucionarios, así como de las nuevas demandas de la sociedad mexicana, lo que permitió poner en marcha su proyecto de nación.

El Congreso inició sus sesiones el 1 de diciembre de 1916, en el emblemático Teatro Iturbide de la ciudad de Querétaro, con la presencia de Venustiano Carranza, acompañado de Roque Estrada y Federico Montes; en total estuvo conformado por 218 diputados de los cuales 66 eran militares.

Como parte del acto inaugural, Carranza presentó un resumen de las reformas propuestas para ser incluidas en la nueva Constitución, entre ellas, el juicio de amparo, la soberanía nominal de los estados, la libre concurrencia mercantil, la elección directa del presidente, la responsabilidad política, el sistema presidencial y desaparición de la vicepresidencia.

Asimismo, el Congreso contó con una Comisión de Puntos Constitucionales, encargada de analizar los asuntos centrales de la Carta Magna y someter a consideración todas aquellas cuestiones propuestas por los diputados a fin de ser incluidas en tan importante documento.

Finalmente, y después de arduas sesiones y consensos, el 31 de enero de 1917, Carranza firmó la nueva Constitución denominada Reforma a la Política de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1857. Al solemne acto le acompañó el secretario de Guerra y Marina, general Álvaro Obregón.


Constitución de 1917

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue promulgada el 5 de febrero de 1917. Desde entonces ha regido y protegido los derechos de los mexicanos.

Notas relacionadas