A lo largo de su historia, México se ha caracterizado por presentar niveles de pobreza y desigualdad persistentes. La desigualdad social y la pobreza suelen ser problemas íntimamente relacionados. En sociedades con altos niveles de concentración de riqueza e ingreso es frecuente encontrar que una gran proporción de sus habitantes vivan en pobreza, cualquiera que sea la modalidad en que ésta es medida.
En este ensayo se analiza la inequidad económica o pobreza y su relación con las políticas públicas para combatirla. Se toman como referencias dos lecturas que particularmente explican la riqueza, desigualdad y escasez. Éstos son: El Gran Escape. Salud, Riqueza y los Orígenes de la Desigualdad, de Deaton (2015), y Escasez ¿Por qué tener poco significa tanto?, de Sendhil y Eldar (2016).
En México, de acuerdo con información de 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), son cinco los estados con niveles de pobreza superiores a 50 por ciento de su población.
La población que vive en condiciones de pobreza, en su medición multidimensional, es la que se sostiene con un ingreso inferior a la línea de bienestar económico y al menos tiene una carencia social. La información da cuenta de que Chiapas tiene 65.5% de su población en pobreza, Oaxaca, 59.7%, Guerrero, 59.3%, Veracruz, 50.7% y Puebla, 50.1% (INEGI, 2020).
Esos cinco estados suman 15 millones 180 mil 607 personas en condición de pobreza, equivalente a 34% del total de la población pobre que hubo en el país en 2015, que fue de 44.5 millones de personas. En términos absolutos, el Estado de México, con 6.9 millones de personas; Veracruz, con 4.1 millones; Chiapas, con 3.4 millones; Puebla, con 3.1 millones, y Oaxaca, con 2.4 millones son las entidades con mayor número de pobres en México (INEGI, 2020).
Por otra parte, las estadísticas sobre desigualdad no son alentadoras. México es un país de contrastes y la desigualdad es uno de sus aspectos más característicos. En el país existen grupos de personas cuya riqueza en cuanto recursos económicos y patrones de cultura son muy parecidos a los que se observan entre los grupos más favorecidos de los países más ricos y, al mismo tiempo, importantes grupos de la población en la actualidad subsisten en condiciones sumamente precarias, similares a las que prevalecen en algunos de los países más pobres del mundo.
México tiene representantes entre las exclusivas listas de los más ricos del mundo y las no tan exclusivas de los más marginados. Al mismo tiempo, los avances en educación, salud, vivienda, seguridad social, acceso a la alimentación y a las tecnologías de la información han permitido que, entre los extremos antes mencionados, se haya conformado una clase media o un conjunto de clases medias que concentran una parte importante de la población.
Para abordar estas problemáticas no solamente es importante conocer el porcentaje de la población en estas condiciones. También es fundamental ubicar distintas definiciones de ambos conceptos y hay instituciones que lo han hecho.
En el capitalismo, las desigualdades están en todas partes; tienen su base, de acuerdo con algunas corrientes teóricas como el marxismo, en la división entre los capitalistas quienes poseen los medios de producción y los trabajadores que venden su fuerza laboral. Los capitalistas y las empresas compiten entre sí, lo que resulta en fortunas económicas desiguales, a su vez, la situación se complica más por la evolución de las relaciones entre el capital industrial y el financiero. Por otro lado, en la actualidad los trabajadores están en mercados laborales cada vez más segmentados, por ejemplo, la oferta de trabajo ahora se divide entre hombres y mujeres, trabajadores manuales y no manuales, operadores artesanales y no calificados, trabajadores permanentes y temporales, trabajadores locales y migrantes, sin mencionar el ejército de reserva de desempleados.
Los economistas, en particular los economistas del desarrollo, se centran en lo que llaman trampas de la pobreza: la noción de que quienes empiezan pobres seguirán pobres. Un mecanismo que se discute mucho es una oportunidad de inversión lucrativa que requiere una cantidad fija de capital. Los ricos tienen suficiente capital para hacer esa inversión, mientras que a los pobres les es difícil ahorrar el dinero suficiente para invertir.
Otros mecanismos sobre los que se discute son las aspiraciones y la miopía. Hay referencias importantes en Debraj Ray, “Development Economics”, en Lawrence E. Blume y Steven N. Durlauf (eds.), The New Palgrave Dictionary of Economics, 2007. (Sendhil & Eldar, 2016).
Estas desigualdades en las condiciones de clase, profesionales, laborales y sociales, se agravan aún más dependiendo de variables como género o etnia y también conducen a desigualdades medibles en los ingresos, el estado, el acceso a los derechos económicos y sociales y a los servicios públicos. Finalmente, impactan en las oportunidades para que el individuo logre cierta movilidad social ascendente.
Es indudable que la economía política ha abordado el desafío de la desigualdad, especialmente la de tipo económico, considerando sus raíces en los procesos de mercado, distribución funcional del ingreso, papel del capital humano, cambio tecnológico, globalización y relevancia de las desigualdades intergeneracionales. A partir de este análisis las políticas públicas pueden tener impacto en las desigualdades a través de impuestos, gastos de asistencia social, prestación de servicios públicos, redistribución y otras acciones.
La desigualdad en la economía siempre ha sido de las principales razones para criticar el orden económico y político. Las perspectivas de la economía política sobre la desigualdad se han centrado en dos cuestiones: la distribución del ingreso del capitalismo como fuente de desigualdad y la posibilidad de redistribución a través de la autoridad política.
Más allá de indicadores económicos, la desigualdad se ve reflejada en aspectos como el físico y la salud de los habitantes de cualquier país. Deaton pone el ejemplo de la diferencia en estatura de quienes viven en países desarrollados y en los no desarrollados. La estatura en países ricos es mayor que en los países pobres:
Así que aun cuando un gran número de personas ha realizado su escape, millones más se han quedado atrás, de lo que se deriva un mundo de diferencia en el cual la desigualdad es visible, incluso en los cuerpos de las personas (Deaton, 2015)
Gran parte de la economía política, marxista y keynesiana, ha considerado a la desigualdad como resultado directo de la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo. Marx enfatizó la contradicción entre el potencial del capitalismo industrial para el progreso en el conocimiento, los ingresos y la riqueza, y su resultado: la acumulación de capital para la clase capitalista y el trabajo mercantilizado, el trabajo degradado, salarios limitados y condiciones sociales difíciles para los trabajadores y los desposeídos.
Las crecientes desigualdades fueron resultado de la naturaleza misma de la acumulación capitalista. La economía keynesiana afirmó el vínculo entre la distribución del ingreso, la acumulación y el crecimiento; abogó por un papel activo del Estado en la gestión de la demanda, el crecimiento y la redistribución. Las perspectivas de la economía del bienestar informaron los modelos normativos para la política económica que apuntan a la redistribución, señalando las compensaciones entre eficiencia y equidad en contextos estáticos y dinámicos.
No es una novedad que la pobreza crea un círculo vicioso como mencionan los autores Sendhil & Eldar. No tener dinero es costoso, gracias a los cargos por pagos atrasados de las tarjetas de crédito, las altas tasas de interés en los préstamos de día de pago, el costo adicional de comprar en cuotas, etcétera. Pero la conclusión alarmante de este libro es cómo la escasez completa controla la mente y la psicología de las personas, en este caso cabe preguntarse si la política o las políticas públicas tengan algún sentido y puedan terminar con las inequidades económicas.
Un simple estudio realizado por los autores muestra que pedir simplemente a las personas más pobres que contemplen una reparación hipotética de 1.000 dólares, afecta su rendimiento en las pruebas de inteligencia tanto como perder una noche de sueño: alrededor de 13 o 14 puntos de CI. En otro estudio, los productores de caña de azúcar de la India obtuvieron peores resultados antes de la cosecha, cuando el dinero era escaso, en comparación con la cosecha posterior. "La escasez captura la mente" (2016), explican Mullainathan y Shafir. Promueve la visión de túnel, como le denominan los autores, esta visión ayuda a enfocarse en la crisis en cuestión, pero también hace a las personas "menos perspicaces, menos progresistas, menos controladas" (Sendhil & Eldar, 2016). Las decisiones sabias a largo plazo y la fuerza de voluntad requieren recursos cognitivos y la pobreza deja mucho menos de esos recursos a disposición.
Los argumentos de estos autores no sólo aplican en cuanto a escasez económica, sino que carencias de otro tipo tienen los mismos efectos, aunque no siempre con implicaciones tan graves como cuando falta dinero. Por ejemplo; las personas sumamente ocupadas, es decir, que sufren de una escasez de tiempo, demuestran capacidades deficientes y toman decisiones contraproducentes: tratar de realizar muchas tareas y finalmente no producir o finalizar algo concreto, o el abandono de la familia para enfocarse en el trabajo.
Otro ejemplo muy claro de cómo la escasez afecta está en las personas solitarias, quienes sufren de la falta de contacto social. Se enfocan en su soledad provocando conductas que, a su vez, la empeoran. En ese sentido, Mullainathan y Shafir reconocen que la escasez es tan ubicua o generalizada que casi carece de significado. Pero el sentimiento de escasez, es decir, de no tener tanto de lo que se cree que se necesita es algo más específico.
Existe el riesgo de caer en lo obvio: rico y relajado es mejor que pobre y hambriento de tiempo. Mallainathan y Shafir a veces hacen tales afirmaciones; por ejemplo que la abundancia financiera implica mayor acceso a la información. Sin embargo, otros capítulos demuestran que los efectos psicológicos de la escasez no son del todo obvios. En ciertas formas limitadas, por ejemplo, la pobreza en realidad confiere beneficios cognitivos. Algunos de los hallazgos son, por ejemplo, que las personas que hacen dieta, es decir que experimentan una escasez de alimentos, son significativamente mejores que otras para identificar palabras que aparecen brevemente en una pantalla, siempre que se trate de alimentos. La gente solitaria lee las expresiones faciales con mayor precisión. Y la escasez de tiempo trae beneficios motivacionales.
Pero estos efectos positivos de la visión de túnel son superados por lo que los autores llaman "el impuesto al ancho de banda", las maneras en que la escasez limita o distorsiona las habilidades de cada quien.
Es posible medir directamente la capacidad mental o, como la llamamos informalmente en inglés, bandwidth, el “ancho de banda”. Podemos medir la inteligencia fluida, recurso clave que afecta la forma de procesar información y tomar decisiones. Podemos medir el control ejecutivo, recurso clave que influye en cuán impulsivamente nos comportamos. Y observamos que la escasez reduce todos estos componentes del ancho de banda: disminuye la perspicacia, los pensamientos innovadores y el control. Además, los efectos son considerables (Sendhil & Eldar, 2016).
Este concepto explica una serie de comportamientos autodestructivos que, de otro modo, resultan confusos entre los que sufren la escasez, desde el fracaso de los agricultores más pobres de África para no cuidar sus campos, a pesar de que tienen el tiempo para hacerlo y harían más dinero de esa manera, hasta la incapacidad de los estadounidenses de bajos ingresos de tomar medicamentos para la diabetes y otros medicamentos o de comer de manera más saludable, incluso cuando es financieramente viable. "Los fracasos de los pobres son parte de la desgracia de ser pobres en primer lugar" (Sendhil & Eldar, 2016), mencionan los autores. No es que los pobres tengan menos ancho de banda. Es que "todas las personas, si fuesen pobres, tendrían un ancho de banda menos efectivo" (Sendhil & Eldar, 2016).
El argumento del ancho de banda amenaza con socavar la gran sabiduría política recibida sobre la pobreza. Las políticas difíciles, como cortar el acceso a los beneficios después de un número fijo de años, no motivarán a las personas a encontrar trabajo: un plazo de varios años es demasiado lejano para figurar en los cálculos de las personas que solo están interesadas en pagar la próxima renta de su casa. Por otro lado, las intervenciones bien intencionadas, como proporcionar educación financiera o capacitación para la preparación para el trabajo, también podrían ser contraproducentes de acuerdo con dichos autores.
De 1980 a la actualidad, la clase política ha realizado diferentes procesos; en Estados Unidos se tenía una brecha de desigualdad monetaria relevante, que se le atribuyó a los procesos de formación educativa que tenía su población. Caso contrario a las acciones de la clase política en Europa, donde la brecha salarial era más reducida, debido a que las políticas tanto educativas como salariales eran más equitativas, es decir, no se golpeaban los ingresos de las personas que carecían de estudios universitarios o de posgrado.
Las políticas para que se reduzca esta inequidad económica no han sido suficientes para que surtan efecto. Esto debido a que en la actualidad no se han estructurado formas de resaltar los esfuerzos y el valor agregado al trabajo, lo que trae consigo que un crecimiento económico de un país no siempre trae una solución a la inequidad económica.
En cuanto a la visión del otro autor que se retoma en este escrito, El gran escape de Angus Deaton: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad es una evaluación positiva y optimista del bienestar mundial. Sin embargo, también es un libro serio porque identifica problemas y vulnerabilidades. En síntesis, reúne dos elementos importantes del bienestar: la salud y la prosperidad, para el autor es:
“...la danza sin fin entre el progreso y la desigualdad, acerca de cómo el progreso crea desigualdad y cómo la desigualdad en ocasiones puede ser útil —al mostrar a otros el camino o proveer incentivos para remontar la brecha— y a veces inútil —cuando quienes lograron escapar protegen sus posiciones destruyendo las rutas de escape que quedan detrás de ellos” (Deaton, 2015).
La perspectiva del libro es global, aunque varios capítulos se centran en los Estados Unidos y de acuerdo con el autor, a pesar del hecho de que el mundo es enormemente desigual, "la vida es mejor ahora que en cualquier otro momento de la historia" (2015), el libro trata sobre la interacción entre progreso y desigualdad, que, como se conoce actualmente es, en gran medida, la creación del crecimiento económico moderno.
Como dice Deaton, el mundo nunca ha sido mejor de lo que es ahora (al menos en términos de esperanza de vida y bienestar material). Sin embargo, los avances pueden ser frágiles. Entre algunos ejemplos está la epidemia de VIH / SIDA. el resurgimiento de la poliomielitis y la tuberculosis muestran que el cambio no es monótono y que se deben considerar diversas políticas para combatir esta desigualdad.
A modo de conclusión, como se mencionó al inicio, la desigualdad y la pobreza son dos fenómenos distintos pero muy relacionados entre sí. La elevada desigualdad que predomina en el mundo es más evidente y va en aumento; esto refleja las fallas existentes en el sistema económico. Es importante conocer qué sucede alrededor de los temas económicos en el mundo, como también lo es conocer los fundamentos teóricos y las definiciones de conceptos importantes que finalmente intervienen en las políticas que controlan la economía.
Con esta acción se pueden comenzar a crear propuestas que puedan contribuir no solamente al análisis de estos conceptos, sino crear propuestas que en un futuro puedan contribuir a disminuir la brecha entre pobreza y desigualdad. Es innegable que la pobreza y la desigualdad social son causantes de muchas otras problemáticas que también se viven en México, como la violencia, que, además de afectar a la población en general, crea grupos en mayor situación vulnerable y de pobreza, como el de los indígenas y los migrantes, en su mayoría provenientes de Centroamérica que anhelan llegar a los Estados Unidos. Dado los niveles de desigualdad en el país, no es ninguna casualidad que en las áreas donde se concentra más pobreza y marginación se presenten índices más altos de violencia.
La inequidad económica es un flagelo que difícilmente se ha podido erradicar en el mundo, por el contrario, siempre esta problemática latente, sobre todo en países que están en vías de desarrollo, en estos casos, se presenta de forma lacerante y que poco a poco trastoca a la población. Lejos de haber encontrado una solución, los gobiernos toman un papel en el cual es difícil descifrar qué dirección están tomando para mejorar las condiciones económicas.
Sobre estas condiciones de desigualdad, se observa que en países correspondientes a Europa tienen un margen bajo de inequidad económica, en sentido contrario a lo que sucede en Medio Oriente, sin embargo, parte de que esta desigualdad corresponde a las políticas instauradas por las instituciones y gobiernos en el poder.
Dicho lo anterior, pareciera que existe relación entre las acciones tomadas por la clase política para que estas condiciones de desigualdad se presenten, sin embargo, las políticas en cuestiones de economía social es el punto más importante para que no haya este tipo de desigualdades. Sin embargo, como mencionan Sendhil & Eldar, la desigualdad o inequidad también está muy relacionada con la psicología y mentalidad del individuo.