Iván Castro Rodríguez
En los últimos meses, recintos como la Cámara de Diputados, el Senado de la República y diversas universidades públicas y privadas del país han sido escenario de un fenómeno que ya comienza a marcar un antes y un después en la formación política de las nuevas generaciones: los Modelos Parlamentarios Universitarios.
Detrás de este esfuerzo pedagógico y de apertura institucional se encuentra el diputado Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política, quien ha asumido con convicción la tarea de acercar a la juventud al ejercicio legislativo. Su visión es clara: sembrar hoy la inquietud, la crítica y la responsabilidad pública en quienes mañana conducirán los destinos del país.
Los distintos modelos —desde el Primer Parlamento Universitario de la UNAM hasta las ediciones organizadas con la UAEM-Amecameca, la Universidad Iberomexicana de Hidalgo, la Universidad Autónoma de Zacatecas, el Tec de Monterrey y la UNAM-FES Acatlán— tienen un punto en común: la intención deliberada de abrir las puertas del Congreso a la juventud.
Para Monreal, estos ejercicios son “el germen y la semilla para lo que el país necesita”: jóvenes preparados, de pensamiento crítico, capaces de defender ideas con argumentos y con vocación genuina de servicio público.
Su mensaje en cada inauguración es directo: la política requiere carácter, congruencia y valentía; no es un privilegio, sino un compromiso que implica colocar siempre el interés general por encima del personal. Y, en ese espíritu, cada sesión universitaria se convierte en una enseñanza vivencial sobre el poder de la palabra, la deliberación y el consenso.
Los Modelos Parlamentarios Universitarios reproducen con fidelidad el funcionamiento del Congreso: integración de mesas directivas, toma de protesta, conformación de grupos parlamentarios, comisiones de dictamen, debates, votaciones y presentación de iniciativas.
Para las y los estudiantes, esta experiencia no solo es un acercamiento a los procedimientos legislativos, sino la oportunidad de descubrir su propia voz pública. En cada edición, temas como igualdad sustantiva, salud mental, justicia climática, derechos digitales, combate a la corrupción, educación, vivienda, rendición de cuentas o bienestar social son debatidos con seriedad y madurez.
En ejercicios como el Parlamento Universitario “Minerva”, integrado exclusivamente por mujeres, Monreal destaca un objetivo adicional: impulsar la presencia y el liderazgo femenino en la vida pública, convencido de que las nuevas generaciones de mujeres están transformando con fuerza todos los ámbitos de la sociedad.
La demanda para participar en estos modelos es prueba de su impacto. En el primer Parlamento de la UNAM se inscribieron mil 300 jóvenes; en Zacatecas, 350 estudiantes; en Hidalgo y Amecameca, decenas más. La constante es la misma: la juventud quiere involucrarse, aprender y asumir responsabilidades.
Monreal lo interpreta como una señal esperanzadora: “Nosotros ya somos una generación de salida. Debemos entregar la estafeta a jóvenes preparados, conscientes y patriotas”.
Su apuesta no es menor. A lo largo de su carrera —cuatro veces diputado federal, tres ocasiones senador, exgobernador, doctor en derecho constitucional y administrativo y académico universitario— ha insistido en que la política debe transmitir experiencia, pero también abrir camino a quienes vienen detrás.
Rectores y autoridades universitarias coinciden en señalar que estos foros representan una extensión viva del aprendizaje: espacios donde se experimenta cómo se construyen leyes, cómo se dialogan las diferencias y cómo se alcanzan acuerdos en beneficio de la sociedad.
El secretario de Servicios Parlamentarios de la Cámara de Diputados, Hugo Christian Rosas de León, aseveró que el Parlamento es vital porque legisla, representa y controla. Lo mismo enseña el Modelo Universitario: la democracia se sostiene con argumentos, responsabilidad y participación.
Más allá de la coyuntura, lo que distingue la iniciativa impulsada por el diputado Monreal es su visión de largo aliento: formar a la próxima generación de legisladoras y legisladores, o al menos de ciudadanos críticos, con sentido de justicia y vocación de servicio.
En cada encuentro, Monreal se despide con una misma aspiración: que quienes hoy debaten en estos modelos, algún día no estén ahí como estudiantes, sino como legisladores reales en el Congreso de la Unión.
Si México exige liderazgos honestos, preparados y con sensibilidad social, estos parlamentos universitarios —y la convicción del diputado que los impulsa— son un recordatorio de que la renovación democrática comienza desde las aulas, pero se consolida abriendo las puertas del poder a quienes quieren aprender a ejercerlo con responsabilidad.