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El liderazgo de la serie "Ted Lasso"


Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor

En 2020 se estrenó una serie de comedia sobre un entrenador de futbol que alcanzó un éxito inesperado, incluso sobrepasó las expectativas de sus creadores y este 1de junio de 2023 llegó a su episodio final tras tres temporadas, 11 premios Emmy (hasta ahora) y miles de fanáticos que cayeron rendidos ante la mezcla de comedia y optimismo vital de la serie, muy necesarios en los tiempos que corren.

Su primer mérito fue crear una temporada en- tera —con el auspicio de la plataforma Apple+ y un presupuesto más bien modesto en esa primera temporada— a partir de un gag bastante absurdo, un anuncio a modo de broma de la cadena televi- siva NBC Sports en que, para anunciar la Premier League al público estadounidense, planteaban a un personaje divertido: un entrenador de futbol americano en Estados Unidos que es contratado para ser entrenador de futbol soccer en Inglaterra. Ese coach se llamaba Ted Lasso.

Ese anuncio televisivo del 2014, ya protagonizado por el comediante Jason Sudeikis con un bigote característico y fuerte acento sureño, se titulaba “Un entrenador americano en Londres” y hacía bro- ma de que el personaje no tenía idea de las reglas del nuevo deporte en el que estaba metido, como que son dos tiempos y no cuatro cuartos, o que el resultado puede ser un empate, así como su inadaptación a la cultura inglesa.

Sin embargo, aunque el personaje era atractivo, el reto era trasladar semejante absurdo a una trama que pudiera ser verosímil. ¿Cómo adaptarlo a una serie? ¿Por qué alguien contrataría a un entrena- dor para entrenar a su equipo de futbol soccer si no tiene idea de ese deporte? La respuesta es: si quieres que tu equipo pierda.

Eso lleva al otro personaje protagónico, Rebec- ca Welton, interpretada por la enorme Hannah Waddingham (no solo por su gran actuación, sino porque mide 1,80 m). Rebecca hereda en un juicio el equipo de los Galgos de Richmond de su exesposo Rupert, y puesto que él quería tanto al equipo, con tal de hacerlo sufrir, ella contrata a Ted Lasso para que sea su nuevo entrenador, pensando que el resultado será fatal. Un plan cruel que naturalmente Ted ignora.

Y si bien el coach Lasso no tiene idea de futbol soccer, lo que sí sabe es cómo tratar a sus jugadores con una empatía humana acogedora y bondad arrolladora, aderezadas con un incansable buen humor, lo que hará que se vaya ganando sus corazones —y el de críticos y aficionados por igual— a pesar de sus despistes futbolísticos.

Obligada segunda temporada

La astuta trama que hizo creíble al entrenador Ted Lasso al frente de un equipo de soccer inglés tam- poco era apta para durar más de una temporada. Pero el éxito inesperado de la serie hizo que tanto espectadores como productores quisieran más, por lo que a partir de la segunda temporada hubo que ahondar más en las relaciones y en cada uno de sus entrañables personajes.

Empezando por Ted pues, ¿qué defecto puede tener un hombre que es más bueno que el pan? Li- teralmente le lleva cada mañana bizcochos hornea- dos por él mismo a la jefa que lo contrató para arrui- nar su carrera. Pues bien, todos tenemos nuestras batallas internas: Ted pasa por un doloroso divorcio con su esposa, que él no desea, pero comprende, mientras intenta seguir en contacto con su hijo pequeño y tratar su recién manifestada ansiedad. Después del futbol, el tema central de la serie es, sin duda, la salud mental.

Además de Ted y Rebecca —con su camino de superar al millonario que le dio todo, pero que la lastimó otro tanto— está Roy Kent (Brett Goldstein), experto capitán del equipo, un jugador que fue glorioso y que está ya en sus últimos años como atleta, con un temperamento agresivo y gran co- razón muy bien protegido por gruñidos y palabras groseras. Jamie Tartt (Phil Dunster), vanidoso golea- dor estrella, un muchacho con mucho por madurar que esconde las heridas ocasionadas por su padre. O Keeley Jones (Juno Temple) una bella modelo novia de Jamie que en su aparente frivolidad inicial demuestra una gran humanidad y talento hasta llevar las relaciones públicas del equipo y montar su propia firma, en un arco de empoderamiento femenino tan sutil como bien construido. A ellos la serie va sumando las historias de otros personajes, más o menos secundarios: Leslie Higgins (Jeremy Swift), inútil asistente de Rebecca, pero cariñoso y ocurrente padre de familia numerosa; Trent Crimm (James Lance), periodista agresivo convertido en aliado; y por supuesto el brazo derecho de Ted y complemento ideal, el Coach Beard, un extrava- gante genio de los deportes que suple las carencias técnicas de Lasso, uno de los personajes más cómicos de la serie interpretado por el comediante Brendan Hunt que es también uno de los creadores de la serie.

La variedad étnica de los jugadores del equipo, muy verosímil en un equipo de futbol europeo, enri- quece al reparto. Destaca el nigeriano Sam Obisan- ya (Toheeb Jimoh), cuya historia familiar, romántica y empresarial también se desarrolla en la serie; y el simpático mexicano Dani Rojas (interpretado por el tapatío Cristo Fernández) que se convirtió en otro de los personajes icónicos de esta serie.

Una comedia, muy necesaria hoy

Sin embargo, el arco de personaje más interesante para el que esto escribe es el de Nathan Shelley (Nick Mohammed), el inseguro aguador del equipo cuyo talento táctico es descubierto por Ted Lasso y a quien le va dando oportunidades. Su inseguri- dad y resentimiento terminan por convertirlo de amigo en rival, pero su historia no termina ahí y propicia una de las historias más bellas y verídicas de la televisión reciente. Y digo verídicas porque la gran virtud de Ted Lasso es que, a pesar de ser una comedia algo boba, está llena de momentos y de mensajes que son del todo verdaderos y muy necesarios en nuestra sociedad.

Ted Lasso lanza en todo momento lecciones de liderazgo en el sentido menos técnico y más humano de la palabra. Como que ser buena persona vale la pena, aunque alguno pueda abusar de esa bondad. Que el perdón es algo que bene- ficia no solo al perdonado sino sobre todo al que perdona. Que la amistad y el compañerismo son más eficaces que la amenaza y la ambición. Que todos merecen otra oportunidad. Que todos necesitamos ayuda.

Si bien la tercera temporada es un poco más floja que las dos primeras, vale toda la pena ha- cer este viaje con el coach Lasso y sus galgos de Richmond, que no es en absoluto una serie so- bre deportes sino sobre humanidad. Y qué mejor modo de experimentar eso que con unas buenas carcajadas.


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