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El Himno Nacional, espíritu de México


Luz María Mondragón

Hubo una vez, el 2 de diciembre de 1998 en la cumbre del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), que Fidel Castro lanzó una filosa crítica a México: los mexicanos conocen más a Mickey Mouse que a su historia y a sus héroes nacionales.

La realidad es que la Historia de México es de riqueza invaluable y dimensiones simbólicas cósmicas. Por ello, los mexicanos cantamos las hazañas del país, de los héroes y fortalecemos su culto. En esta estela espiritual hoy recuperamos un relato histórico, una gesta heroica: el Himno Nacional Mexicano, escrito por el poeta potosino Francisco González Bocanegra, oda que se cantó por primera vez en 1854.

En la historia nacional centellean los nombres de las figuras más influyentes y memorables. Personajes que han dejado un legado duradero en la construcción de la nación y en la defensa de sus principios vitales, como Francisco González Bocanegra, quien murió el 11 de abril de 1861.

Jaime Nunó Roca y Francisco González Bocanegra son los autores de la música y la letra, respectivamente, del Himno Nacional Mexicano, de los más bellos del mundo.
El corazón mexicano late, se cimbra al escuchar la letra enérgica, marcial electrizante, inspiradora y de conmovedora narrativa poética:

Mexicanos, al grito de guerra
el acero aprestad y el bridón,
y retiemble en sus centros la tierra,
al sonoro rugir del cañón…

Su letra, de enérgica sonoridad, es un auténtico llamado a las armas, una conmovedora invocación a los ciudadanos para que se levanten contra la tiranía. Es poderosa herramienta que inspira y motiva a la población a luchar por la libertad, la soberanía, la dignidad y los ideales nacionales. Esta pieza musical memorable relata la resistencia y fuerza de la nación.
Cada verso llama a la acción; exhorta a los ciudadanos a unirse en la lucha por la libertad y la defensa nacional.

La combinación de la letra con la melodía crea una experiencia emocionalmente impactante que trasciende tiempo y espacio. Es una experiencia espiritual.

El Himno Nacional es la primera enseñanza cívica que recibimos los mexicanos; su letra y música son fundamentales para nuestra identidad. Cada estrofa refleja el ímpetu de lucha y el sacrificio que ha costado la construcción del país y alude a la legítima defensa de la patria.

El valor de la obra de Francisco González Bocanegra y de Jaime Nunó Roca mereció que sus restos fueran trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres. La grandeza poética y musical del Himno es apreciada por propios y extraños, reconociendo su belleza inmortal.

La composición poética de González Bocanegra fue estrenada en 1854, luego de ganar el concurso convocado por el gobierno de Antonio López de Santa Anna. Destaca su papel como símbolo de unidad.

En todos los actos solemnes el Himno permite celebrar, conmemorar, solidarizarnos y recordar los ideales, pertenencia, identidad y el horizonte como nación. 

Sus poderosos versos y melodía son más que una simple canción. Es un símbolo de identidad y orgullo que une a los mexicanos en cada rincón del país y más allá de nuestras fronteras.

Conecta a los ciudadanos con su pasado, presente y futuro. Evoca las luchas y victorias que han moldeado la historia. Es llamado a la unidad porque refuerza el espíritu colectivo.

Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva
De la paz el arcángel divino,
Que en el cielo tu eterno destino
Por el dedo de Dios se escribió.
Mas si osare un extraño enemigo
Profanar con su planta tu suelo,
Piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo
Un soldado en cada hijo te dio.

Finalmente, evocamos al filósofo George Santayana, quien legó al mundo la lección de una frase: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”. Se requiere algo clave: la memoria histórica.


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