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El estado actual de la eutanasia en el mundo


María Asunción Álvarez del Río

Para tener un mejor entendimiento de la eutanasia empezaré por definir el concepto, también expondré los términos que se usan en los diferentes lugares del mundo en donde se permite esta práctica; describiré cuál es la situación legal en el mundo, con qué criterios se permite; analizaré las diferencias en los distintos países para comprenderlas, así como la frecuencia con que se realiza esta práctica. Este primer acercamiento nos ayudará a elaborar el proyecto legislativo que debe emprenderse en México, pues podremos tomar en cuenta esas experiencias y determinar qué es lo que conviene hacer.

Empezaré por definir que la eutanasia: es una acción realizada por un médico (en algunos lugares también la puede realizar una enfermera profesional) con la intención de causar la muerte del paciente, sin dolor. Esto remite al significado etimológico del término que es “buena muerte”. Por esa razón se usan medicamentos que pueden garantizar una muerte segura y sin dolor. Un elemento importante es que se realiza a solicitud del paciente y en atención a su decisión para terminar con un sufrimiento intolerable o con una forma de vida que considera indigna de seguir viviendo.  
Por definición, la eutanasia es activa, voluntaria y directa, y con ello dejamos al margen una serie de clasificaciones que la identifican como pasiva o activa, directa o indirecta, voluntaria o no voluntaria, que nada más oscurecen la discusión del tema.

La eutanasia es diferente a otras decisiones que se toman en el contexto de la atención médica. Hay que aclarar que siempre estamos en este contexto porque no estamos considerando ayudar a morir a personas que, por otras razones diferentes a las médicas, quieren morir. Ése es un tema aparte, muy válido y quizá también tengan todo el derecho a tener la mejor muerte si deciden acabar con su vida, pero no es el tema de la eutanasia.
Hay otras decisiones que se toman en la atención médica sobre las que se ha avanzado legalmente en nuestro país y están permitidas. Es el caso de que una persona rechace un determinado tratamiento, incluso un tratamiento de soporte vital, aunque como consecuencia de ello vaya a morir; eso no es eutanasia.

También se distingue la eutanasia de la muerte que se puede producir sin buscarla, como consecuencia indeseable de haber suministrado medicamentos justificadamente para aliviar el dolor de un paciente, por ejemplo, opiáceos en la dosis indicada para aliviar el dolor u otro síntoma de una persona que ya está muy cerca del final de su vida y que eso adelante la muerte.
También es diferente a lo que se conoce como sedación terminal o sedación profunda y continua, cuando una persona ya se encuentra muy cerca del final de la vida y la exigencia ética es que no muera sufriendo, que mejor muera dormido, inconsciente, para que no experimente un sufrimiento que no se puede aliviar. Eso también está permitido en nuestro país.

Otra práctica es el suicidio médicamente asistido, ese sí muy parecido a la eutanasia. Con esta acción el médico también ayuda a morir a un paciente que se lo pide, pero su ayuda consiste en proporcionarle los medicamentos (o prescribirlos para que el paciente los consiga) y es el paciente quien realiza la acción final que causa su muerte.

Los términos usados en los diferentes países en que se aplica la eutanasia o el suicidio médicamente asistido indican las diferencias culturales entre ellos. Por ejemplo, en Países Bajos, Colombia y en muchos países que permiten estas acciones, las nombran tal cual, sin ningún problema. En Colombia se acaba de despenalizar el suicidio médicamente asistido, porque sólo se permitía la eutanasia; en España, aunque contempla el suicidio médicamente asistido en su ley, no lo nombra como tal, lo mismo sucede en Canadá, en que se permiten la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, pero han optado por englobar estas acciones con el término medical assistance in dying, MAID, y simplemente distinguen que la MAID puede ser mediante la administración de los medicamentos por el médico o mediante la auto administración del paciente.

En Australia los defensores del derecho a recibir ayuda médica para morir son totalmente reacios a que se use el término suicidio porque este suele evocar en la gente una muerte violenta no reflexionada que produce mucho dolor. Considero que, si bien el suicidio puede suceder así, también puede haber suicidios totalmente reflexionados y racionales, pero ellos prefieren evitar el uso de ese término y suplirlo por el de assistance in dying. Lo mismo sucede en todos los estados de Estados Unidos en que se permite esta ayuda.

La eutanasia se permite en Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia España, Nueva Zelandia y Australia (en este país solamente se permite cuando el paciente ya no pueda realizar el suicidio médicamente asistido por sí mismo).

Hay países en donde se permite el suicidio médicamente asistido, pero no permiten la eutanasia, como Austria y EU donde hay 10 estados en donde se permite, incluyendo la capital, y luego está Suiza que permite el suicidio asistido (sin el calificativo de “médicamente”). Sin embargo, dado que la mejor forma de ayudar es con medicamentos, en Suiza es necesario que intervengan médicos para prescribirlos y estos deben cumplir ciertas reglas sobre el uso de sustancias médicas, como es que sólo pueden recetar medicamentos a enfermos, no a cualquiera.

En Alemania e Italia, por sentencias de la Corte, se ha establecido que es inconstitucional prohibir el suicidio asistido, pero al no haber una regulación, no hay claridad de los criterios bajo los cuales se puede pedir y dar esta ayuda. Por eso es deseable que una sentencia vaya acompañada de una regulación.

En varios países hay actualmente proyectos de ley para permitir la eutanasia o el suicidio médicamente asistido, por ejemplo, en Argentina, Uruguay, Chile y en Portugal se acaba de aprobar, solamente falta que la sancione el presidente.

Criterios legales que funcionan en diferentes países

El primer criterio legal que se debe cumplir en todos los países es que haya el convencimiento por parte de quien evalúa la solicitud de ayuda del paciente (generalmente son los médicos que van a aplicar la eutanasia, aunque en algunos países es un comité) de que este está haciendo un pedido claramente voluntario, que está ejerciendo su libertad y no está bajo el influjo de una depresión que afecte su capacidad de juicio (aun cuando puede haber pacientes deprimidos en quienes no esté alterada la capacidad de juicio), y no está presionado por otros ni se trata de un pedido desesperado. Por el contrario, su pedido es el resultado de una larga reflexión y una larga conversación con su médico, idealmente compartida con sus familiares y el paciente se basa en que tiene una información completa sobre su situación y sus opciones antes de llegar a la conclusión de que para él es mejor ya no vivir.

Recordemos que estamos en el contexto de la atención médica y este pedido está sustentado en que el paciente experimenta un sufrimiento que considera intolerable, que no tiene posibilidad de alivio, y está causado por una condición médica; puede ser físico o puede ser emocional, eso es importante tenerlo claro.

Un criterio que ha ido evolucionando es el de la terminalidad del paciente. Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Colombia, España, Austria y Suiza no establecen un tiempo de expectativa de vida para poder ayudar al paciente; no determinan que el paciente tiene que ser terminal, lo que generalmente se define diciendo que el enfermo no tiene más de seis meses de vida, algo de por sí difícil de establecer, pero así es como funciona el criterio.

España, de inicio, no estableció este criterio en su ley. En Colombia se acaba de eliminar a mediados del año pasado; en Austria, donde recientemente se aprobó la ley, tampoco se establece. En Canadá también se eliminó recientemente este criterio, lo que significa que a veces las leyes se establecen sin saber bien cómo va a funcionar la aplicación. En la practica se ha comprobado que, si se mantiene este criterio de terminalidad, se deja fuera a muchas personas con enfermedades muy graves que les causan un enorme sufrimiento, pero con una expectativa de vida mayor a seis meses y negarles esta ayuda resulta una discriminación injustificada.

El requisito de que tenga que ser un paciente terminal lo establecen actualmente en EU, Australia y Nueva Zelandia.

La mayoría de los países determinan que sea el médico tratante quien valore que el pedido de la eutanasia o del suicidio médicamente asistido sea voluntario y que se cumplan todos los criterios legales (que debe confirmar con un médico). En España y Colombia es un comité interdisciplinario el que valora el pedido y que se cumplan los criterios legales para autorizar la ayuda para morir. Esto tiene ventajas y desventajas porque no se tiene relación directa con el paciente; sin embargo, el hecho de que sea un comité quien apruebe parece dar la seguridad a la sociedad de que se va a tomar la mejor decisión.

La eutanasia en menores

Solo en Países Bajos, Bélgica y Colombia se permite la eutanasia a menores; la razón es que se considera discriminatorio no incluirlos solamente por la edad cuando también pueden tener la capacidad para hacer un pedido voluntario. Si la eutanasia resulta difícil de aceptar, resulta más difícil que se considere a menores, a quienes no suele reconocerse la capacidad para participar en las decisiones sobre sus tratamientos médicos. 

Otro criterio importante para discutir si debe incluirse en el proyecto legislativo en México es el que aplican los países en donde está considerado solicitar la eutanasia a través de la voluntad anticipada. Un problema al incluir esta opción es que no se pueda tener una valoración tan cuidadosa de la voluntariedad del pedido como la que se hace directamente. La ventaja es que uno puede recibir la ayuda para morir y evitar vivir como no querría si con anticipación así lo decidió y lo estableció por escrito.

Finalmente tenemos a Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Austria y Suiza con los criterios más amplios al incluir a pacientes psiquiátricos que pueden pedir y recibir ayuda para morir. Nuevamente, la razón es que se considera que sería discriminatorio no considerar a estos pacientes, pues experimentan un sufrimiento que puede ser tanto o incluso más grave que el que causa una enfermedad física, con el agravante de que ni siquiera se comprende por los demás al no ser tan visible como el sufrimiento que causa una enfermedad física.

En esos países también está legalmente permitido ayudar a pacientes diagnosticados con demencia en la etapa temprana, en que todavía pueden hacer un pedido directo y voluntario porque todavía conservan la capacidad para decidir. Estos pacientes padecen un sufrimiento intolerable, emocional o existencial, al saber que avanzan hacia la destrucción de su personalidad, de su identidad.

Solamente en Países Bajos es legal ayudar a un paciente con demencia en estado avanzado porque lo estableció a través de una voluntad anticipada. Esto es muy controvertido en la práctica porque muchos médicos no quieren ayudar a morir a alguien con quien no pueden discutir el pedido de eutanasia.

Para tener una idea de la frecuencia de la aplicación de la eutanasia y el suicidio médicamente asistido, podemos ver lo que sucede en Países Bajos, donde más se aplica porque la población está más familiarizada con esta opción de terminación de vida. En 2019 fueron 6 mil 92 eutanasias, 245 suicidios médicamente asistidos (como en todos los países en que existen las dos opciones de ayuda, es una mayoría significativa quienes piden la eutanasia) y 24 muertes, resultado de una combinación de las dos. El total de muertes médicamente asistidas fueron un 4.2 por ciento del total de muertes que se dieron este año. Las enfermedades subyacentes al pedido fue cáncer, como sigue siendo en casi todos los lugares en donde se permite, seguido de enfermedades neurodegeneratibvas, cardiovasculares, pulmonares, geriátricas, incluyendo demencia.

En Países Bajos, la mayoría de las eutanasias se realizan en la casa de los pacientes; después en frecuencia siguen los hospices, estos lugares a donde van los enfermos que ya no buscan curarse sino recibir atención paliativa en el final de la vida. También se realizan en las instituciones para ancianos y en hospitales.

Como reflexión final quiero plantear que mientras no se legalice la eutanasia, un acto esencialmente compasivo y solidario, asistir a quien pide ayuda para dejar de vivir se toma como si fuera un crimen. ¿No sería mejor formar parte de una sociedad que respeta la libertad de las personas hasta el final y respalda la acción compasiva de ayudar a morir a quien sabe que eso es lo mejor en su situación?

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