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¿El mundo laboral y la inteligencia artificial son excluyentes?


Juventina Bahena

La epidemia del Covid nos impuso el trabajo remoto, la enseñanza a distancia, el desarrollo de plataformas de comunicación multilateral. Para sustentar este nuevo modelo de trabajo, de educación, de atención a la salud, se crearon nuevos desarrollos tecnológicos para solventar estas necesidades, además del requerimiento de más computadores, celulares, software y servicios de internet; incluso se agotó el stock de estos productos en las casas de empeño. La industria de las tecnologías de la información se catapultó y con ello la contratación de más personal para atender la demanda.

El contraste de lo que significó la pandemia fue dramático. Por un lado, el mundo tomó conciencia de su vulnerabilidad ante la aparición de nuevos virus, por otro, propició el crecimiento de esta industria, con marcada tendencia hacia la inteligencia artificial y la robotización de los procesos industriales. La gran interrogante es si ello generará desplazamiento de la mano de obra.

La robótica, define la especialista Adriana Margarita Porcelli, “es un componente de la inteligencia artificial, campo en el que se estudia, diseña y construyen máquinas capaces de realizar las tareas del ser humano mediante procesos mecanizados y programados, y esta creciente digitalización de la actividad humana plantea dilemas éticos, como la circunstancia indefectible de que nos encaminamos a un futuro de empleos altamente capacitados, escasa oferta de trabajo” y hasta despidos masivos. La pandemia nos llevó en esa dirección. 

La epidemia fue el detonante para el comercio online de bienes de consumo que alcanzaron mil 800 millones de compradores en línea, 23 por ciento de la población a nivel mundial en 2022, según un Estudio de Venta Online 2023, elaborado por la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO). Moda y electrónicos fue lo más vendido; también la comida rápida.

México es uno de los países con mayor tasa de crecimiento en este rubro, igualándose con mercados como el estadounidense o japonés. En 2019 tuvo una tasa de crecimiento de 35 por ciento y del 81, en 2020.

Ahora bien, con la pandemia se perdieron empleos debido al colapso de empresas, medianas y pequeñas, debido al confinamiento decretado a nivel mundial. Según declaraciones del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, en septiembre del año pasado se recuperó 100 por ciento de los empleos perdidos, esto es, 13.6 millones; de los formales y registrados ante el IMSS se habían recuperado 1 millón 202 mil 691. Es decir, solo 8 por ciento.

Peor aún, de acuerdo con el colectivo México, ¿Cómo Vamos? cada mes se requiere la creación de unos 100 mil empleos formales para cubrir la demanda de personas que se suman al mercado laboral, que al año suman 1.2 millones.

La IA, una realidad

Si la reducción de las operaciones y, en consecuencia, el despido masivo de empleados tiene que ver más con el freno del crecimiento de las trasnacionales, el retroceso de la economía y el riesgo de una recesión, el empuje de la digitalización de los procesos comerciales e industriales, tendrán un efecto sinergético negativo para el empleo.

Esa tendencia se puede observar en la decisión de Amazon de despedir a 27 mil empleados (de una planta de millón y medio), o de Microsoft, que despidió a 10 mil para “compensar la desaceleración de las ventas y una posible recesión”. No obstante, la multinacional tecnológica planea contratar personas en áreas estratégicas y competitivas como la inteligencia artificial.

Otro ejemplo es Meta Platforms Inc., que despidió 11 mil trabajadores en noviembre y anunció 10 mil más para marzo. Igual que Twitter, que redujo a 2 mil efectivos de los 7 mil 500 con que contaba en octubre, cuando la empresa fue adquirida por Elon Musk.

Al momento se desconoce el impacto de los despidos hormiga como producto de la digitalización incorporada en algunos servicios como las cajas de autocobro en tiendas de autoservicio o el envío a domicilio y el servicio de pick-up, que reduce la mano de obra necesaria para estas tareas. Este tipo de empresas aumentan su eficiencia sin recurrir a la contratación de más personal, por el contrario.

Donde la robotización es un hecho consumado es la industria automotriz, por ejemplo. Tesla, que acaba de instalarse en México, se ha caracterizado por la robotización de sus líneas de producción. No obstante, ha prometido la contratación de cinco mil empleos, en los que están considerados seguramente los temporales que se encargarán de las obras de ingeniería civil para la construcción de la planta y eso dependerá del tiempo en que se concluya.

Del personal experto que se integrará a la planta, la corporación ha publicado una oferta de trabajo para ingenieros mecatrónicos, en robótica, gestor de servicios, director de marketing, ingeniero industrial, gerente de proyectos, ingeniero ambiental, supervisor de obra, con salarios que van de los 160 a los 18 mil pesos. Esto es, directores ejecutivos y mano de obra calificada.

La tecnología y la inteligencia artificial pueden jugar en contra de los trabajadores y causar despidos masivos, o quizá a su favor si la utiliza para trabajar a distancia y de manera omnipresente.

La IA libera al hombre del trabajo, pero también de su ingreso económico, incluso en el trabajo intelectual porque por este medio se pueden crear reportajes, ensayos, pinturas, esculturas, diseños industriales, poesías o novelas originales, sin recurrir al ingenio humano, expone Miguel Pineda, quien lanza un cuestionamiento al aire que puede resultar sobrecogedor: “¿Qué importancia tiene que una obra de arte o un ensayo sea producto de una mente privilegiada o de la suma de expresiones intelectuales y artísticas procesadas por medio de un algoritmo, si ambas formas de expresión generan conocimiento y placer estético?

Añade que en “meses recientes laboratorios de inteligencia artificial están enfrascados en una carrera sin control para desarrollar y desplegar mentes digitales más poderosas que nadie, ni siquiera sus creadores, pueden comprender, predecir o controlar de manera fiable”.

Las alertas ya se encendieron, y recientemente personajes como Elon Musk y el cofundador de Apple, Steve Wozniak, lanzaron una petición abierta para que se suspendan durante seis meses los experimentos con inteligencia artificial (IA) pues pueden plantear profundos riesgos para la sociedad y la humanidad. OpenAI, Microsoft y Google enfrascados en una carrera por liderar este campo, no han respondido.

Una pausa de medio año, si es que aceptan los involucrados en estas investigaciones, no va a frenar el avance de la IA. Sería más provechoso intentar desentrañar lo impredecible, configurar los escenarios a partir del papel central de esa tecnología y el mismo futuro de la humanidad. Paradójicamente, la misma inteligencia artificial puede ayudar en ello.

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