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¿Hasta cuándo, la violencia simbólica contra las mujeres?


Angel Luna Medina

La diputada Anais Miriam Burgos Hernández (Morena) presentó una iniciativa que plantea adicionar la fracción VII al artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el objetivo de incorporar la violencia simbólica, ya aprobada por la Comisión de Igualdad.

Las agresiones contra las mujeres no solo son golpes físicos, o la modalidad más extrema: el feminicidio. Hay tipos sutiles, normalizados socialmente, como la violencia simbólica.

¿Qué es la violencia simbólica?

“Cualquier acto u omisión que produzca un daño o menoscabo a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos, imágenes o signos, transmita y reproduzca dominación, cosificación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales en los ámbitos público y privado, naturalizando la subordinación de la mujer en cualquier ámbito de la sociedad”, precisa la iniciativa”.

La legisladora subraya que el marco normativo debe ser preciso respecto de la violencia simbólica, a fin de establecer límites claros para la comunicación que promueve la violencia o la discriminación y estipular mecanismos efectivos para prevenirla y sancionarla.

La violencia simbólica es una expresión que evidencia relaciones de poder y desigualdad entre hombres y mujeres. Hay que evitar actos que tengan impacto devastador en la dignidad de las mujeres.

Legislar sobre el tema no es limitar la libertad de expresión, sino protegerla, ya que se garantiza el derecho de todas las personas a expresarse de manera libre y respetuosa, así como a no ser objeto de discriminación o de violencia.


Los “chicharitos” andan sueltos

El siglo XXI ha derrumbado tópicos retrógrados. Hoy la humanidad abraza relatos culturales que encienden debates a favor de la igualdad sustantiva; lo contrario es tener mentalidad de neandertal o antediluviano.

Sin embargo, en julio pasado, Javier “chicharito” Hernández, futbolista de las Chivas, en sus redes sociales difundió videos expresando un discurso machista que destila ideas conservadoras de siglos atrás, sobre los roles y los espacios tradicionales que mujeres y hombres deben ocupar en la sociedad.

En esos polémicos videos se regodeó en expresar ideas arcaicas sobre las mujeres, dándoles consejos como los siguientes:

“¡Quieres a un hombre proveedor, pero para ti limpiar es opresión patriarcal!”… “Encarnen su energía femenina: cuidando, nutriendo, recibiendo, multiplicando, limpiando”… “No le tengan miedo a ser mujeres, a permitirse ser lideradas por un hombre”…

Sus dichos ejemplifican la manera en que grupos de la sociedad siguen percibiendo cómo deben comportarse las mujeres y los hombres. Es decir, no se trata únicamente de una opinión individual del futbolista, sino de un discurso que expresa ideas discriminatorias ampliamente arraigadas sobre los roles de subordinación que ellas deben mantener.

Las opiniones retrógradas del llamado “chicharito”, reflejan una narrativa que, desafortunadamente, hoy va tomando nueva fuerza. Rezuma el anhelo de ciertos hombres a reinstalar a las mujeres en el ámbito doméstico (la cocina, el lavadero, la limpieza…), bajo el argumento de la recuperación de los valores tradicionales.

Lo deseable, para muchos hombres, es conservar sus privilegios. Se trata de discursos contrarios a los derechos humanos de las mujeres.

La sociedad convierte, sobre todo a futbolistas, en ídolos. Pero no todos son un modelo a seguir.  

Hay que seguir luchando, porque actualmente muchas mujeres, aunque ya tienen una presencia activa en lo público y lo laboral, siguen cargando con la mayor parte del trabajo doméstico y de los cuidados de los integrantes de la familia: esposo, hijos, familiares; es decir, realizan una doble jornada.

Lo masculino, superior; lo femenino, algo subordinado o inferior

Desde la tierna infancia, niñas y niños comienzan a diferenciarse en la forma en que se expresan y ocupan el espacio, ésta es una práctica que ha contribuido históricamente a “silenciar” e “invisibilizar” a las creadoras en diversos ámbitos públicos, como en la historia del arte, que tiene una deuda histórica con las mujeres.

Recientemente el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, encendió la polémica. Justificó que incluyó mínimamente a las mujeres en una colección de divulgación de 27 autores (20 escritores; 7 escritoras, de las cuales sólo 3 son mexicanas: Adela Fernández, Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas).

“Porque…un poemario escrito por una mujer horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de ser escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato, ¿por qué hay que castigarlos con ese libro de poesía?”

Es revelador el discurso de este funcionario del Estado mexicano. Según su desdén, no hay mujeres que merecen figurar, no caben en su canon particular.

Para muchos hombres, las mujeres caben si son ornato, floreros. “¡No hay…no hay…no hay!”, como repetía un personaje de Héctor Suárez, que destilaba gotas de la idiosincrasia del mexicano.

¿No hay? Tenemos, por ejemplo, a Elena Garro, singular creadora que se anticipó al estallido del boom latinoamericano. 

Incluso Elena Garro es, realmente, la vanguardia en materia del famoso realismo mágico, aunque se le ha dado el crédito a Gabriel García Márquez.

Elena Garro es considerada una de las precursoras del realismo mágico. Su novela Los recuerdos del porvenir, es de 1953; mientras que Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es de 1967.

¿No hay?  Está Cristina Rivera Garza, quien escribió el libro

El verano invencible de Liliana, con el que obtuvo el Premio Pulitzer 2024 (en la categoría de Memoria o Autobiografía).

Justo este octubre, cuando la Academia Sueca definía el Premio Noble de Literatura 2025, en la antesala de este máximo galardón, se mencionaba el nombre de Cristina Rivera.

Es luminosa la estela de escritoras, poetas y creadoras mexicanas.  

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