Juventina Bahena
Fernando Camacho / La Jornada
En términos generales, ejercemos la libertad de expresión, aunque depende de los temas. En el caso de la prensa, la libertad está condicionada, por ejemplo, en asuntos de seguridad; los reporteros que cubren información sobre el narco no la pueden ejercer como quisieran por el riesgo que implica dar a conocer ciertas cosas en las regiones controladas por grupos de la delincuencia organizada; pero no solo la delincuencia organizada, también el Estado, los diversos gobiernos estatales o municipales y otros factores de poder, como el económico, presionan para limitarla.
Los empresarios o los servidores públicos todavía recurren a la amenaza de someterlos a un proceso legal para desgastarlos, intimidarlos y evitar que se publique alguna información en la que estén involucrados.
Tampoco es válido invocar la libertad de expresión para manifestar mensajes de odio, por ejemplo, en contra de ciertos grupos o algo muy delicado como hacer apología del delito. No creo que alguien pueda argumentar simplemente que tiene el derecho de hacer lo que quiera como enaltecer a un individuo que lucra con la victimización de otras personas.
La libertad de expresión se debe ejercer con responsabilidad y autorregulación. Tiene sentido que haya ciertas normas para que no se pueda simplemente decir cosas victimizando o violentando a alguien más solo porque se les da la gana”.
Fernando Damián / Reportero de Milenio
En México hay libertad de expresión con algunas excepciones. Siempre hay la tentación de algunos sectores en el poder de acotar esta libertad que tienen, particularmente, los comunicadores; la crítica siempre molesta como molestan los cuestionamientos y siempre hay la tentación de algunos gobernadores, alcaldes e incluso funcionarios del más alto nivel que tratan, por lo menos, de deslegitimar este derecho.
La libertad de expresión es una condición indispensable en un régimen democrático y me refiero desde la libertad que tiene cualquier ciudadano común de emitir una opinión, algún juicio sobre lo que ocurre a su alrededor sobre el papel de las autoridades, hasta los medios de comunicación públicos o privados que se dedican a informar, y sus integrantes, reporteros, periodistas, articulistas, quienes emiten también estos juicios y dan un panorama de lo que está ocurriendo, para lo que no debe haber, por supuesto, ninguna cortapisa.
Con respecto al tema que está muy en la coyuntura acerca de la apología del delito por parte de algunas agrupaciones musicales, hay que diferenciar necesariamente que una cosa es que una banda, un cantante, pueda interpretar alguna melodía narrando alguna historia que haya ocurrido y musicalizarla como justifican algunos de ellos, y otra muy distinta es que sea haga propaganda a favor de algunos grupos delincuenciales.
Esto constituye un delito tipificado en el Código Penal. Hay algunas iniciativas que pretenden perfeccionar ese tipo penal. Lo que me parece inaceptable es que se haga apología del delito escudados en la libertad de expresión”.
Hugo Feregrino Gutiérrez / Realizador para TV Azteca
Los narcocorridos hablan de armas, drogas, mujeres, fiestas, y me preocupa que el contenido de esas canciones se vuelva un símbolo del narco, de esa cultura. Y pongo dos ejemplos de canciones que se convirtieron en símbolos de lucha de significado contrapuesto.
Una es Erika, símbolo del nazismo alemán, cuya letra no remite a cuestiones políticas, habla de flores y otras cosas, pero se escuchaba en las marchas nazis y fascistas; por el contrario, la canción bella ciao [una canción adoptada como un himno de la Resistencia italiana] se volvió una canción antifascista que se cantaba en las marchas contra los fascistas; es una canción de libertad.
Lo que me preocupa es que los narcocorridos se vuelvan símbolo para incentivar que la juventud se incline hacia el narco, porque estas canciones enaltecen al antihéroe que logra burlar la ley, tienen muchas mujeres, obtiene mucho dinero, o sea, aplican la ley de la mayor ganancia con el menor esfuerzo, y entiendo, porque estamos viviendo una situación de crisis y lo que menos tenemos es dinero; entonces, los jóvenes buscan tener dinero con el menor esfuerzo.
Evelyn García Villalobos / Reportera de Comunicación Social Cámara de Diputados
Creo que la gente confunde la libertad de expresión con otro tipo de expresiones que rebasan límites haciendo apología del delito. Se malinterpreta este derecho de expresar lo que se quiera, por ejemplo, el gusto por cierto género musical en el que se le da mucha relevancia al dinero, a la riqueza que obtiene el crimen organizado.
Yo creo que sí hay libertad de expresión, pero también que las limitantes no van a funcionar del todo porque la gente ha naturalizado ese tipo de expresiones en la música.
Creo que debería haber una educación para que se delimite bien este derecho, porque incluso a los niños se les ha inculcado lo de los corridos. Cualquiera puede expresarse libremente en el país, siempre y cuando no se rebasen ciertos límites.
Felipe Barrera Jaramillo / Reportero de ABC Noticias
Yo, Felipe Barrera, sí tengo libertad de expresión, al menos en los medios para los que trabajo. No he tenido problemas por la información que manejo en las empresas para las que trabajo ni por parte del gobierno como antes se hacía -que era el pan nuestro de cada día-, con relación a notas que les incomodaban y llamaban a los medios para que despidieran al reportero o lo cambiaran de fuente. A mí me lo hicieron. En el pasado fui víctima por el manejo de mi información y despedido de un medio con la etiqueta de “terrorista de la información”.
En aquellos tiempos, los medios estaban sometidos al sistema gubernamental, al partido único. En contadas excepciones ejercían el periodismo con libertad, pero eran marginados y reprimidos. No olvidemos el golpe al periódico Excélsior en los tiempos de Luis Echeverría, que originó la salida de Julio Scherer con un grupo de articulistas que luego formaron el semanario Proceso.
La mayoría de los medios hacían la función de amanuenses; hoy existe, pero en menor medida; es decir, escribían al dictado de las oficinas de prensa o los funcionarios públicos. Había un control total en ese régimen totalitario y represor.
Hoy día sí hay libertad de expresión, aunque a veces nos autocensuramos por intereses económicos, por miedo. Obviamente tenemos que seguir la línea del medio para el que trabajamos, que evidentemente tiene sus intereses con el gobierno o con determinado partido político. Hoy puedo decir que disfruto la libertad de expresión sin caer en el libertinaje, sin distorsión u orientación hacia determinado interés político o económico.
Hoy estamos ante otro tipo de represión, la del crimen organizado. Muchos compañeros han perdido la vida por publicar lo que acontece en el ámbito policiaco, porque ahí está vinculado el crimen organizado, el narcotráfico. Pero, así como hay libertad de expresión, también hay autocensura y periodismo militante que favorece a los partidos políticos.