Aída Espinosa Torres
Ángel Luna Medina
Con motivo del Día Mundial de la Fotografía, 19 de agosto, reunimos las voces de cinco fotógrafos y fotógrafas de la escena política. Sus trayectorias abarcan distintas etapas de la historia reciente del país y tienen una característica común: cubrir la fuente de la Cámara de Diputados.
A través de testimonios propios descubrimos su técnica, decisiones, intuiciones y vivencias detrás de la cámara. Cada entrevista es un retrato en palabras, una oportunidad de conocer cómo se documenta la historia en imágenes, en fotografías.
Al final de cada entrevista hay una breve sección de preguntas de asociación rápida. La idea es captar, en pocas palabras, los reflejos, gustos e impulsos más personales de cada fotógrafo. Es un espacio para lo espontáneo o lo inesperado.
Las respuestas capturan la esencia inmediata de quienes están detrás del lente y nos permiten descubrir su lado más espontáneo y humano.
Artífice de la polémica fotografía de Humberto Roque Villanueva y la célebre roqueseñal, José Antonio López, fotoperiodista de La Jornada, durante más de 30 años, a través de su lente ha sido testigo privilegiado de la transformación de México y de los estilos de hacer política.
Los sismos de 1985, el Mundial del 86, las elecciones del 88, la votación en la que se aprobó el Fobaproa, y las protestas del movimiento El Barzón por el Presupuesto de Egresos fueron acontecimientos que pasaron a la historia visual de México gracias a su habilidad fotográfica.
Desde las instalaciones de La Jornada, en Balderas 68, en el pleno centro de Ciudad de México, empezó su trabajo de corrector de pruebas, de ahí, quizá, su visión analítica para los detalles.
Antonio, Toño, para sus colegas, comparte reflexiones sobre la tragicomedia del México contemporáneo. Rememora figuras clave del periodismo: Pedro Valtierra, Rogelio Cuéllar, Miguel Ángel Granados Chapa, Carlos Monsiváis y Fabrizio León, entre otros.
¿Cómo empezó tu aventura por el mundo de la fotografía?
Desde que estudié Comunicación en la UAM, la relación con la fotografía fue cercana, pero era muy cara, como ahora. Se necesitaba comprar material, lentes, película, tener el equipo. Llegué como corrector de pruebas a La Jornada. Poco a poco ese tipo de puestos fueron desapareciendo con la incorporación de las computadoras. Como me gustaba la fotografía, me cambié al laboratorio de revelado, donde me quedé hasta que, por las circunstancias informativas, necesitaron que saliera a recorrer las calles.
Antonio tomó un camino sin retorno: “En el temblor del 85 faltaban muchos compañeros, así que dejé el laboratorio poco a poco y me sumé a la cobertura diaria. Para quedarte con cualquier puesto tenías que pasar exámenes; el de foto, lo logré hasta la segunda vuelta”.
De lo caótico a lo simbólico
El estilo de hacer política fue transformándose con figuras como Muñoz Ledo, quien en ese entonces era diputado del Frente Democrático Nacional. “La mayoría de las oportunidades que tuve para cubrir eventos surgieron por la ausencia de otros compañeros, no porque yo tuviera una fuente asignada. Entré al periódico cuando tenía dos años de haberse fundado. Nos tocó vivir un México convulso, en plena efervescencia política. Todo estaba cambiando. Era la LIV Legislatura, la que llegó con Salinas. Había una transformación evidente en comparación con las legislaturas anteriores”.
¿En qué sentido?
Por ejemplo, los diputados empezaban a romper con la manera tradicional de relacionarse entre ellos. Antes eran muy suaves, hasta podría decirse hipócritas. Las confrontaciones existían, sí, pero se daban fuera del Pleno, muy por debajo del agua; había que documentarlas bien.
Incluso, la forma de vestir empezó a cambiar. A veces llegaban demasiado formales, llamaban la atención… o traían sombrero. Había mucha teatralidad, tanto en la Tribuna como en los pasillos. Lo curioso es que los compañeros con más tiempo se indignaban, se resistían a fotografiar esas escenas, como si no entendieran que todo estaba cambiando.
Otra diferencia era la movilidad. En el Pleno, y en toda la Cámara de Diputados, también en la de Senadores, podíamos movernos sin restricciones. Eso nos permitía captar mejor esos cambios, esos gestos nuevos del poder. Es parte de tu responsabilidad; tienes que detectar los cambios no para ti, sino para quien ve tus fotos.
¿Cómo se decidía qué fotografía se publicaría?
También en los medios las dinámicas fueron cambiando. Por ejemplo, en Excélsior, el reportero tenía la última palabra: el fotógrafo le entregaba el material y él decidía qué foto se publicaba. En La Jornada era distinto: mis fotos no pasaban por el reportero, sino por la mesa editorial, la junta de evaluación. Ahí, el jefe de fotografía o incluso el propio fotógrafo participaban en la decisión de qué imagen iba a la edición.
¿Cuáles considerarías que son los momentos claves que te tocó presenciar?
Volviendo al tema de la ruptura con las formas tradicionales del debate parlamentario, la primera vez que recuerdo haber visto a alguien subir a la Tribuna con pancartas fue a la diputada Rosario Robles. Eran estrategias más visibles y confrontativas para denunciar irregularidades y exigir reformas. Así se hacía visible la presencia activa de los grupos parlamentarios. Con el tiempo, eso ha cambiado; hoy las asambleas parecen menos políticas y más ejecutivas.
Otro momento clave ocurrió durante la discusión por la aprobación del Fobaproa, el 12 de diciembre de 1998. En plena sesión, un grupo de barzonistas irrumpió en el Pleno arrojando costales de harina como acto de protesta contra el rescate bancario que convertía las deudas privadas en deuda pública. En otra ocasión, un grupo encabezado por Félix Salgado Macedonio logró entrar por la fuerza al Recinto Legislativo. Lo acompañaban barrenderos de Tabasco. Una vez dentro del Salón de Sesiones de la Comisión Permanente, se desnudaron y permanecieron en calcetines, como forma extrema de manifestación. Después de esos sucesos, hubo más controles en el Recinto.
La roqueseñal
La sesión del 17 de marzo de 1995 quedó marcada por una imagen que sintetizó el clima político del momento: Humberto Roque Villanueva, entonces coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, celebró la aprobación de un paquete de medidas fiscales con un gesto que fue interpretado como una señal obscena.
La imagen captada por José Antonio López recorrió medios y portadas. La prensa nacional no tardó en bautizar el ademán como la roqueseñal. Con el tiempo, se convirtió en un símbolo del descontento ciudadano y del desgaste político que el tricolor arrastraría en los años siguientes.
¿Cómo llegó la foto icónica del día en que se aprobó el aumento del IVA del 10 al 15%, después del famoso “error de diciembre”?
Tomé esa foto frente a Roque porque en ese entonces podías moverte libremente en el Recinto. La imagen caminó sola; el único medio donde se publicó fue en La Jornada. Era fin de semana y yo estaba cubriendo la votación. Tras capturar las reacciones y el festejo, me apresuré a revelar. Como era sábado, me recibió Carmen Lira, quien entonces era subdirectora.
La foto ocurrió justo después de que se cantó la votación y se confirmó la mayoría. En primer plano estaba el coordinador del PRI, Humberto Roque Villanueva (el “brother”), junto a su grupo cercano, conocido como “la burbuja”, integrado por distintas corrientes del partido. Al fondo, los gritos del descontento de la oposición no se hicieron esperar.
Recuerdo que Carlos Monsiváis estaba cubriendo la sesión, haciendo la crónica, y también le tomé una foto dormido; creo que no le gustó mucho. Siempre le decían que tenía el don de la ubicuidad, porque estaba en todas partes al mismo tiempo.
Lo que no imaginaba era que, poco después, se desataría un debate muy ríspido en la Comisión Permanente. La discusión no giró en torno al aumento del IVA, eso ya se había aprobado, sino al gesto del diputado. Algunos lo consideraron falta de respeto, mientras que otros defendían que fue una manipulación: alegaban que estaban gritando “¡México!” y que la imagen fue tomada justo en medio del movimiento.
A partir de ahí se desató un debate nacional. Columnistas y reporteros comenzaron a hablar del tema y mientras más se escribía al respecto más se retomaba la imagen. Nunca vinieron a buscarme ni a reclamarme nada. Yo nunca he buscado confrontaciones ni he hecho mi trabajo con arrogancia; tampoco he pedido privilegios ni trato especial. Conocía a los personajes, me llevaba con ellos, pero hasta ahí. Respetaban mi trabajo. Nunca sufrí represalias.
¿Consideras que te benefició?
Creo que el más beneficiado de toda la polémica fue él. Le fue mejor al diputado; después fue senador, precandidato presidencial, subsecretario de gobernación, presidente del partido. Por otro lado, había una bienal de fotografía y me dieron un premio en la categoría de fotografía política. En general no participo en convocatorias para reconocimientos.
¿Tienes algún momento que consideres de mayor riesgo?
Lo primero que tienes que aprender es cuándo correr. No te pagan para que tú seas la nota. Hay que saber en qué momento el riesgo aumenta y retirarte.
¿Sigues algún tipo de reglas o normas al ejercer tu trabajo?
Primero, saber que los funcionarios no son tus amigos. En política nadie es tu amigo, pero sí tienes que estar con la suficiente soltura para acercarte, hablarles y generar un buen resultado. También tenía por costumbre no incluir en la foto a mengano o zutano solamente por compromiso. Si la persona tiene algo que ver con el asunto, la incluyo, nada más. La idea es que la imagen refuerce la información, no que parezca propaganda. Hay que llegar temprano y ser constante. Puedes elegir mejor lugar y estar en el momento justo.
Instantáneas
¿Blanco y negro o a color?
Análoga, que fue con la que yo me formé.
¿Closeup o plano general?
- Lo decido en el momento, a veces un plano general te da una mejor lectura, y a veces las situaciones grandes se resuelven con un closeup.
¿Retrato o paisaje?
Tienen distinta connotación y sirven para distintas cosas.
¿Con retoque o sin retoque?
Sin retoque.
¿Polaroid o IPhone?
Polaroid.
¿Política o vida cotidiana?
- Combinado. La cotidianidad de la política.
¿Héctor García o Nacho López?
Pedro Valtierra. Los tres me gustan mucho, pero Valtierra creo que es el más curioso y el más creativo.
Tu maestro en la fotografía es:
Son todos … y en otro sentido, hay cosas que nadie te dice. Tú eres lo que lees, lo que ves, lo que preguntas, lo que buscas… qué luz te llama…
Nunca tomarías una foto…
Sin luz.
¿Las escenas llegan o las buscas?
Las ves … la tienes que ver antes de que las tengas, porque a veces cuando las estás fotografiando no te das cuenta. Dicen los que cubren deportes que si no ves el balón es que sí la traes… la tienes que anticipar…
Binisa Georgette López Silva es un ser de galaxias. Pertenece a la constelación de fotógrafas guerreras. Va de estrella en estrella insuflando eternidad a los instantes estelares de la historia. Durante más de dos décadas, con su cañón de futuro, va haciendo camino en el fotoperiodismo.
Desde la tierna infancia sintió el latido, la pulsión, el llamado artístico. Con el lápiz del recuerdo dibujó, coloreó, iluminó, ilustró: el despertar como fotógrafa; los 12 años en el Departamento de Fotografía de la Cámara de Diputados; los momentos estelares en el fotoperiodismo; la vida como inspiración. En entrevista con la revista Cámara, periodismo legislativo, comparte estos recuerdos que guardaba en el cajón donde guarda el corazón:
¿Qué sucedió, cuándo, cómo te atrapó la fotografía?
La raíz está en la presencia de la ausencia de mi papá, quien falleció días después del terremoto de 1985. Tenía 5 años cuando mi mamá me mostró un gran lienzo realizado por mi padre: tres caballos, uno de fuego, otro de agua y viento, de tierra el tercero. Yo los contemplaba embelesada, fue un momento mágico, como brincar a otra realidad. Me empujó al dibujo.
En 2004 ingresé a la Escuela Nacional de Artes Plásticas (UNAM). Ahí aprendí composición, semiótica, lenguaje audiovisual y fotografía. Un día se encendió aquel recuerdo mágico de mi infancia, cuando revelé mi primera foto; metí el papel a los químicos, empecé a mover y apareció la imagen; me fascinó, como si fuera espectadora de otro universo. La fotografía es un puente por el cual podemos mirar diversas realidades. Más allá de la técnica, la experiencia de quien fotografía convierte las imágenes no solo en un medio, sino también en un arte. Como toda disciplina requiere de paciencia, compromiso y responsabilidad.
¿En el cosmos de la Cámara de Diputados, cuáles son los momentos más significativos?
Me temblaban mis manos la primera vez que entré al mítico Salón de Plenos. Desde entonces he retratado un mar de historias. Las reformas de Enrique Peña Nieto. Los debates para aprobar el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF). Manifestaciones. El sismo de 2017. La toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador; significó la llegada de la izquierda al poder, lo que parecía imposible. Un suceso conmocionante en noviembre de 2018: en plena sesión, la diputada Carmen Medel (Morena) supo del asesinato de su hija. La pandemia. Las ceremonias luctuosas de cuerpo presente del diputado René Juárez (PRI); de Porfirio Muñoz Ledo (Morena); y de la legisladora Ifigenia Martínez, a unos cuantos días de haberle entregado la Banda Presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo.
Navegas en un mar de historias. ¿Cuáles son tus fotos favoritas?
Una imagen dice más que mil palabras. Cada fotografía está acompañada de un contexto y una historia.
Mi favorita: en la toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum, un momento estelar de México, que quizás no vuelva a repetirse, la historia jamás contada: tres mujeres en los tres Poderes del Estado, Claudia Sheinbaum, en el Ejecutivo; Ifigenia Martínez, en el Legislativo; y Norma Piña, en el Judicial. Se publicó en el Universal con el encabezado “Una era marcada por mujeres en el poder”.
Me conmovió tener el privilegio de fotografiar este suceso histórico: la toma de protesta de la primera presidenta de México. Ese 1º de octubre de 2024, en el departamento de fotografía tuvimos mucha presión, porque sabíamos que teníamos que hacer una cobertura a nivel internacional, fue un éxito profesional. Creo que todo el trabajo que he desarrollado en estos 12 años aquí en la Cámara de Diputados, han sido la prueba para llegar a ilustrar el momento estelar de México.
Imposible olvidar la devastadora pandemia por covid-19. Época de pérdidas. Los fotógrafos tuvimos que salir a trabajar. En la Cámara empezaban las sesiones con los nombres de los compañeros fallecidos. El departamento de fotografía sufrió la muerte de Carlos Ramos y Martín Celaya. Punza la memoria, cuando ingresábamos a San Lázaro, siempre estaban los compañeros de Resguardo, con caretas y termómetros para medirnos la temperatura. Yo tomé justo la foto que contaba la incertidumbre, la preocupación. Esta fotografía fue portada de una exposición que se realizó aquí en el Palacio Legislativo.
Emociona el privilegio de tomar fotografías desde la tribuna de la Mesa Directiva. Impacta la majestuosidad del mítico Salón de Plenos. Visualizar la actividad legislativa, que hierve. Estas fotos son espectaculares, erizan la piel.
Jamás olvido el emotivo homenaje que se rindió el 27 de julio de 2021 al coordinador parlamentario del PRI, René Juárez, quien murió por secuelas del covid-19. Fue un beso, un adiós. La emoción inundó el Salón de Plenos cuando el líder legislativo del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, se acercó y dio un beso al féretro de René Juárez. Las palabras de Juan Carlos Romero, profundamente sensibles; ha sido uno de los discursos más emotivos. Con voz quebrada el dirigente panista dijo: “René, México te va a extrañar, tus compañeros y amigos legisladores, te vamos a extrañar; dejas una huella profunda en nuestros corazones y un lugar insustituible en la historia política del país”.
El fotoperiodismo era un universo masculino. ¿Por ser mujer has enfrentado desafíos, retos en tu trabajo?
Sí, sí ha sido un reto. En 2013 era complicado, difícil ingresar al fotoperiodismo. No había mujeres camarógrafas; fotógrafas, éramos contadas. Los fotógrafos eran celosos, reflejaban temor de perder sus espacios. Al principio me dieron una cámara en malas condiciones técnicas. Los “chacaleos” eran sumamente cerrados, si no te conocían los compañeros fotógrafos no te dejaban acceder a las imágenes. El personal administrativo y de logística nos trataba con cierto desdén y sarcasmo, dando a entender que nosotras las mujeres no podíamos con el trabajo y que no íbamos a durar. Una vez tuve problemas con un compañero de Resguardo, porque acostumbraba dejar pasar a los fotógrafos, no a las fotógrafas, a lugares donde se tomaban las fotografías. Laborábamos entre comentarios: “las mujeres no pueden subir las escaleras de Mesa Directiva…no puedes pasar…no al Pleno, o a eventos relevantes…”
La Cámara de Diputados ha consolidado la política de inclusión y no discriminación. Creó la Unidad para la Igualdad de Género y ha cambiado la mentalidad. Desde la Coordinación de Comunicación Social se abrieron espacios. Y el director del departamento de Fotografía, Julio Candelaria, brinda oportunidades a las fotógrafas para estar en el Pleno. Nuestro trabajo ya tiene visibilidad. Esta filosofía debe continuar; lo contrario nos regresaría a malas prácticas.
¿En el fotoperiodismo, la mirada femenina aporta algo distinto?
Sí, sí aporta algo diferente. La sociedad limita las habilidades de los géneros; desde la infancia a los niños les da la caja de herramientas y a las niñas el juguete para cuidar.
Aquí en la Cámara de Diputados, a través del lente de mi cámara comunico el trabajo de otras mujeres. Recuerdo el Parlamento Infantil, tomé la foto de unas niñas votando. Esta imagen fue la portada del periódico El Heraldo, al día siguiente.
La mirada femenina es sensible a los logros de otras mujeres. Por mencionar, un momento significativo de la historia legislativa, cuando al iniciar el Tercer Año de la LXIV Legislatura, en septiembre de 2020, una mujer, Laura Rojas, entregó la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados a otra mujer, Dulce María Sauri. Tuve la suerte de fotografiar este instante del poder. Además, colaboré en el libro “La Participación de las Mujeres en 200 años de administración del poder legislativo”.
Una institución, una mirada, un relato. ¿Como fotoperiodista institucional, qué destacarías de tu trabajo en el Palacio Legislativo?
Retrato la luz, el color, el espíritu de las leyes, la vibrante vida parlamentaria. La fotografía legislativa es la mirada que muestra el trabajo en San Lázaro: La génesis de iniciativas de reforma, de nuevas leyes; las tareas de los Centros de Estudio; en las 33 comisiones; los debates en el Pleno; la deliberación; las votaciones; los posicionamientos parlamentarios…
En 2022 hicimos una investigación sobre sitios de parlamentos de 30 países (Rusia, España, Estados Unidos, Canadá, Cuba, Reino Unido, Alemania, etcétera). Descubrimos que no hay un solo sitio web que suba en tiempo real las fotografías, como sí lo hace la Coordinación de Comunicación Social.
Tomamos series de imágenes, seleccionamos, mandamos al departamento de Fotografía; el equipo de edición las revisa, corrige, aprueba y las suben a la página de Comunicación Social, se envían a redes sociales y a medios de comunicación. Todo el proceso se hace en 5 minutos. Se requiere agilidad, habilidad, experiencia y profesionalismo para lograrlo.
Instantáneos
¿Qué prefieres, blanco y negro o en color?
Blanco y negro.
¿Plano general o close up?
Close up.
¿Con o sin retoque?
Sin retoque y con retoque.
¿Qué te viene a la mente cuando escuchas que dicen: foto, foto?
Una bola de fotógrafos estorbando para tomar la foto. O yo estorbándole a alguien más.
¿Polaroid o iPhone?
Nikon.
¿Retrato o paisaje?
Retrato me gusta mucho. Creo que tengo la habilidad de conectar con la parte humana de las personas. Me gusta mucho captar las emociones, los pensamientos que las personas transmiten.
¿En la fotografía, consideras a alguien tu maestro, tu guía?
La vida es mi gran maestra en el fotoperiodismo. Porque la sensibilidad del fotógrafo se alimenta y nutre de vivencias, con ellas construye habilidades para conectar con quien está del otro lado de la cámara. En cada imagen no sólo cuenta el color y la técnica, sino expresar las experiencias que el fotógrafo ha tenido a lo largo de su vida. En cuanto a conocimientos, más que de fotógrafos, aprendí de la fotografía cinematográfica: Sergei Mikhailovich Eisenstein, Luis Buñuel, Gabriel Figueroa, Pablo Picasso. Y en la escuela los profesores Marco Antonio Escalona y Lauro Garfias me enseñaron la técnica.
¿Las escenas llegan o las buscas?
Llegan. Para mí, la fotografía, las escenas son un regalo. No persigo la gloria; más allá de buscar reconocimientos o aplausos, hay que agradecer estar en el instante decisivo y su eternidad, en el espacio adecuado, estar lista para crear la foto. Y agradezco a quien está del otro lado de la lente. Aquí en la Cámara de Diputados, mis fotos no tienen un pie con mi nombre, no pasará a la historia mi nombre. Por eso, estoy agradecida con la fotografía, porque me ha llevado a conocer otras realidades y me permite llevar el sustento a casa. Mi familia me advertía: de la fotografía, del arte, no vas a vivir. Sí, es muy difícil encontrar un trabajo en el universo artístico, pero sí se puede, yo lo he logrado.
"Desde pequeño sentí gran fascinación por observar el mundo. Me encantaban los microscopios, los telescopios y, por supuesto, las cámaras fotográficas. Mi papá tenía una cámara y gracias a él aprendí a usarla un poco. Más adelante, mientras decidía qué carrera estudiar, tomé un curso de fotografía que terminó por definir mi camino”.
Así fue como Alfredo Miranda Castillo, fotógrafo de la Coordinación de Comunicación Social de la Cámara de Diputados, movido por una ávida curiosidad, comenzó a explorar el universo visual a través del lente.
Para él no existe la fotografía definitiva: siempre hay algo nuevo que mirar, capturar y dejar que lo sorprenda. En ese sentido, nunca imaginó llegar a fotografiar a un presidente que no perteneciera al PRI, declaró en esta entrevista para la revista Cámara, periodismo legislativo.
“Estudié una carrera técnica de tres años en la Escuela Activa de Fotografía, donde adquirí una sólida formación técnica. Sin embargo, sentí que necesitaba complementar mis conocimientos con herramientas periodísticas, pero en esa institución no ofrecían esa parte. Fue entonces cuando surgió la oportunidad de realizar mi servicio social en la Coordinación de Comunicación Social de la Cámara de Diputados. Ingresé como laboratorista, sin tomar fotografías de inmediato. Con el tiempo, se presentó la ocasión de comenzar a hacerlo. Hoy ya he cumplido 31 años y sigo aprendiendo cada día”.
Seguramente les gustó tu trabajo.
Sí. Vieron que mi trabajo funcionaba y también se dio esa circunstancia porque en ese momento todos los demás compañeros fotógrafos estaban ocupados y pues no había otro: “te toca”. Afortunadamente le gustó a mi jefe de entonces, se llamaba Alejandro Ojeda. Lo respeto mucho, confió en mí y no lo defraudé. Ha sido un cambio muy acelerado, pero me ha gustado. Antes, entregar el material con rapidez era un gran reto. Hoy, la inmediatez es sorprendente. Casi puedo tomar la foto y mandarla en dos o tres minutos.
Sin embargo, esa velocidad exige responsabilidad. El manejo de la información es crucial, ya que se trata del contenido que los medios van a difundir. Es el material que sale directamente de la coordinación, así que hay que tener mucho cuidado. Ese es nuestro trabajo: irte adaptando para mantenerte vigente.
¿Cuáles son los momentos significativos de tu carrera?
Recuerdo perfectamente mi primera exclusiva. Llevaba cerca de un año trabajando en la Cámara de Diputados cuando se desató una acalorada discusión entre el PAN y el PRD. Un diputado panista dijo algo que molestó al coordinador del PRD en ese entonces, Jesús Ortega. Le respondió con tono áspero y comenzaron a intercambiar palabras cada vez más subidas de tono, hasta que pareció que iban a llegar a los golpes. Incluso alguien empezó a gritar: “¡Pelea, pelea!”.
Lo curioso es que, por ser hora de comida, no había otros fotógrafos en el lugar. Estaba solo… y me llevé la exclusiva. Hubo empujones, gritos, se jalonearon; fue un momento bastante intenso. Mis fotos circularon por todos lados, incluso salí en los noticieros de televisión.
Me ha tocado cubrir desde recepciones de mandatarios y gobernadores, hasta tomas de protesta. Jamás imaginé ver a un presidente que no fuera del PRI, pero me tocaron los del PAN, luego llegó el movimiento de Andrés Manuel y ahora la doctora Claudia. Entonces, todo va cambiando, y uno está ahí, con la cámara lista.
¿Cuál consideras que haya sido una de tus mejores fotos?
Fue durante la toma de posesión de Felipe Calderón. Días antes al 28 de noviembre corría el rumor de que el PRD intentaría tomar la Tribuna, así que sabíamos que algo fuerte podía pasar. El 28 de noviembre, en plena sesión, diputados del PAN y del PRD subieron casi al mismo tiempo. Eran prácticamente el mismo número y todo dependía de quién lograra quedarse con la Tribuna. El futuro de la ceremonia de protesta estaba en juego.
Yo tomé la foto desde una mirilla a nivel de la Tribuna, un punto exclusivo del área de coordinación, nadie más podía acceder ahí. Incluso algunas televisoras intentaron entrar, pero el acceso era restringido. Tuve ese ángulo solo para mí. Justo desde ahí capté el momento en que el diputado Gabriel Varela, del PRD, intentó subir a la Tribuna brincando entre curules. Ya casi lo lograba cuando diputados del PAN lo jalaron y lo hicieron caer. Se pegó fuerte. Terminó en el suelo. Fue un instante tenso, caótico y muy visual.
El suceso marcó el preludio a una larga guardia. Los diputados pasaron día y noche resguardando la tribuna, y nosotros, desde comunicación social, también estuvimos ahí haciendo guardia. Recuerdo esa foto con mucha emoción. Fue un aprendizaje brutal. Siempre hay algo que vale la pena capturar. Nunca hay una foto definitiva: se siguen generando momentos irrepetibles.
¿Tu mayor reto o el personaje más difícil de fotografiar?
En fotografía, hablamos de fotogenia, y no se trata de si alguien es bonito o feo, sino de cómo lo registra la cámara. Hay diputados que a simple vista no parecen muy fotogénicos, como por ejemplo Noroña, pero sorprendentemente se retrata con mucha facilidad. En cambio, hay personas muy atractivas que simplemente no logran proyectar bien en las fotos.
Recientemente, recuerdo uno de los casos más complicados: el diputado Santiago Creel, quien en ese entonces era presidente de la Mesa Directiva. Tenía la costumbre de cerrar mucho los ojos; le molestaba la luz, especialmente la natural. Cuando me tocaba fotografiarlo de día, era realmente difícil lograr una imagen que a él le agradara. Me costó bastante trabajo… pero al final creo que quedó satisfecho con mi trabajo.
¿Cómo influye la fotografía en la percepción política?
Creo que eso no ha cambiado mucho: una imagen sigue valiendo más que mil palabras. Como fotógrafo, eres quien define el instante que acompañará al discurso, el responsable de aportar contexto visual y transmitir con precisión lo que se quiere comunicar. Una imagen puede reforzar el mensaje, transformarlo… o incluso contradecirlo.
Instantáneas
¿Fotos en blanco y negro o a color?
Prefiero el blanco y negro sobre el color, porque define más que los colores. Me gustan más los grises.
¿Plano general o close up?
Me gustan los closeups.
¿Con o sin retoque?
Prefiero la fotografía sin retoque.
¿Qué te viene a la mente cuando dicen: foto, foto?
Que me tengo que agachar, porque estoy estorbando.
¿Polaroid o iPhone?
Me gusta la Polaroid, foto a la antigua, pero impresa.
¿Retrato o paisaje?
Me gustan mucho los paisajes, me gustan más que los retratos.
¿Héctor García o Nacho López?
Tuve el gusto de conocer a Héctor García y de conversar con él. Aquella charla me inspiró profundamente y fue él quien me motivó a adentrarme en el mundo de la fotografía.
¿Consideras a alguien como tu maestro o guía en la fotografía?
Para paisaje me gusta Ansel Adams, es un trabajo de otro nivel y en retrato: Richard Avedon.
¿Las escenas llegan o te buscan?
Depende el momento, uno tiene que buscar la foto cuando se presenta.
La calle es nuestra, años de protestas feministas. Laura Lovera ha retratado la pandemia que no cesa: la violencia contra las mujeres y las niñas. Ellas protestan por la violencia de género y su forma extrema, los feminicidios.
En 1993 dominaba la brecha de género, las mujeres estaban infrarrepresentadas. El fotoperiodismo era un mundo masculino, las fotógrafas eran excepción. Una valiente saga de pioneras irrumpió. Con pasión y trabajo revolucionaron aquel hermético universo y demostraron que el periodismo también se escribe en femenino.
Laura Lovera Cervantes cuenta su odisea para hacerse un lugar destacado en el fotoperiodismo. Hace 32 años trabajaba como reportera de espectáculos en El Sol de México, cuando otras brisas hicieron correr sus soplos, cuando comenzó el viento fuerte de la inspiración que la llevó a otro sitio: la fotografía.
Su gran revolución llegó. Desde entonces con una mano empuña ideales y compromisos, con la otra el arma de su cámara: “Mi cámara ha sido mi compañera, mi herramienta para contar historias y mi ventana al mundo; a través de su lente he visto la belleza y la crudeza de la vida y he intentado reflejarla de manera honesta y respetuosa”.
¿Cómo llegas a la fotografía?
Todavía estudiaba Comunicación cuando entré a El Sol de México. Quería ser reportera de información general, pero no había vacantes y me mandaron a espectáculos. Un día llegó la inspiración por la fotografía, admirando a mi experimentada compañera Lilia Hernández, de las primeras fotoperiodistas. Me llamó la atención cómo ella realizaba su trabajo; me cautivó, me enamoró la imagen y elegí el fotoperiodismo. Mi jefe, Roberto Aguilar, pronosticó: No vas a durar más que un día. Pero ya llevo 32 años de dedicación y pasión por capturar la realidad a través de la lente de mi cámara.
¿Cuáles han sido los momentos significativos de tu carrera?
He tenido el privilegio de cubrir eventos históricos, desastres naturales, protestas sociales, momentos de alegría y celebración, retratar a líderes de Estado. Recuerdo la última visita de Juan Pablo II a nuestro país. Estaba atenta a cualquier movimiento que hacía, con sentimientos encontrados, porque el Papá estaba en el infierno de la decadencia física, yo veía que ya le costaba mucho trabajo hasta moverse, su fragilidad me conmovía.
Trabajando en el corazón del fotoperiodismo muchas veces lo arriesgamos todo, incluso la vida. Por mencionar, no olvido una cobertura en Tabasco, donde había elecciones. De pronto veo que una cámara de video volaba en una pick up de la policía estatal. Corriendo alcanzo el vehículo. Descubro que estaban golpeando a una compañera de Canal 40 y a otra persona. Comencé a tomar fotos, los guardias se dieron cuenta y amenazaron con sus armas. Uno traía un “cuerno de chivo” y me apuntó, yo quedé helada, paralizada, de milagro sigo aquí. Es un ejemplo de los peligros que pasamos en el ejercicio del periodismo.
Con tantos años retratando la luz, el color, los relatos del periodismo, ¿tienes fotos favoritas?
Las series de fotos al Papá Juan Pablo II, porque intuía su ocaso, su notoria debilidad física, que estaba cerca su último suspiro.
Con la explosión del fenómeno social de los migrantes, un día tomé una foto a una niña haitiana. Su mamá me permitió hacerle unos retratos. Su mirada era conmovedora, era tan pequeña y en sus ojos infantiles latía un grito de auxilio; no eran necesarias las palabras, su mirada clamaba: ayúdennos porque estamos muy mal. En ella brillaba el anhelo de la esperanza.
Al principio sí. Había mucho machismo. Reinaban los estereotipos de género. Los fotógrafos no aceptaban del todo a las mujeres, y había pocas. Algunos comentaban: “¿qué hacen éstas aquí?, deberían estar lavando trastes en su casa, nos están estorbando”. Esto nos lo dijo un compañero durante una sesión en la Cámara de Diputados. Actualmente, ya no hay tanta mentalidad machista, está más equilibrada la presencia de fotógrafos y fotógrafas.
¿La mirada, la sensibilidad femenina aporta algo distinto en el fotoperiodismo?
Sí. La empatía y la conexión emocional con las personas, la podemos generar con imágenes más profundas y significativas. Creo hay mucha sensibilidad en el ojo de una mujer. Aunque estemos parados en el mismo lugar, listos para el clic. Hay excelentes fotógrafos también, pero creo que la mujer tiene un feeling, una sensibilidad especial.
Cubres constantemente la Cámara de Diputados, ¿qué destacarías de tu trabajo aquí en esta fuente?
Capturar las imágenes, los debates, la historia. Estoy en las entrañas de la historia de México. Y con mi trabajo, con mis fotos, la mostramos al mundo.
¿Cuáles son los temas que más has abordado?
He cubierto de todo. Pero siento fascinación por los asuntos de la política, que son los que más trabajo, casi siempre. Aquí, en la Cámara de Senadores, en la Presidencia de la República, secretarías de Estado… más hacia lo político. Y como cereza del pastel, también me gustan los deportes.
Instantáneas
¿Fotos en blanco y negro o en color?
Blanco y negro. Resalta el contraste y hay más drama y profundidad.
¿Plano general o close up?
Close up, lo prefiero por sus detalles.
¿Con o sin retoque?
Lo ideal es no retocar la fotografía, pero en ocasiones hay que hacerlo para resaltar el contraste de la foto.
¿Qué te viene a la mente cuando dicen foto, foto?
Hay que actuar de inmediato para tomar la imagen, o estorbas (entre el gremio así nos decimos cuando estorbamos).
¿Polaroid o iPhone?
Siempre es mejor una cámara por su calidad. Actualmente los celulares tienen buenos pixeles, pero aún no superan la calidad de una cámara.
¿Retrato o paisaje?
Retrato. Siempre me han gustado los detalles de una foto.
¿En la fotografía, consideras a alguien como tu guía, tu maestro?
A Lilia Hernández. La admiro, ella me motivó a ingresar a la fotografía.
¿Las escenas llegan o las buscas?
Ambas. Sobre todo hay que buscarlas, estar siempre alerta.
¿Qué te gusta?
Tomarle fotos a mi familia. Pero mi hijo me dice: ¡Nooo, fotos ya no!
¿Tu sueño?
¡Qué las mujeres avancen más. Qué no haya brecha salarial entre fotógrafas y fotógrafos. Y, especialmente, cubrir unos Juegos Olímpicos!
Mateo Reyes ha transitado por diversas fuentes de información: deportes, espectáculos y, con mayor intensidad, nota roja. Su evolución profesional lo ha llevado desde Ovaciones hasta Impacto y, finalmente, cubrir el Congreso.
Testigo de la transformación del fotoperiodismo político —desde los tiempos de mayor cercanía con los legisladores hasta las actuales restricciones en la llamada "periquera"—, Mateo continúa adaptándose, fiel a su vocación de capturar el momento preciso, aunque cada vez se requiera más ingenio para lograrlo.
Con una trayectoria que abarca casi cuatro décadas en el fotoperiodismo, Mateo Reyes es figura clave en la cobertura informativa del quehacer político nacional. Desde hace 17 años con su cámara ha documentado puntualmente los pasillos, sesiones y rostros de la Cámara de Diputados para el diario Excélsior.
Su pasión por capturar lo cotidiano nació en las calles, impulsada por una inquietud visual precoz que lo llevó, a los 18 años, a ser el fotógrafo más joven del periódico La Prensa, gracias a la oportunidad brindada por Francisco Pico.
¿Cómo has visto la evolución de la fotografía política?
Antes existía un partido hegemónico y ahora hay otro que también está dominando. Los políticos van y vienen: unos se van en una legislatura, regresan en la siguiente o se trasladan al Senado. Pero nosotros seguimos aquí, cubriendo la información. Antes había un poco más de apertura hacia nosotros; se nos permitía movernos entre curules, estar frente a los oradores. Ahora ya no es así: nos tienen en un espacio que llaman ‘la periquera’, pero tenemos que adaptarnos a las circunstancias.
¿Cuáles han sido tus momentos destacados en la cobertura fotográfica?
Recuerdo que tenía como 19 años y me tocó cubrir Miss Universo, en Cancún, la Fórmula 1, las últimas cuatro visitas de Juan Pablo II; son momentos que no voy a olvidar. También me tocó cubrir el levantamiento zapatista en el 94, el arresto de los narcosatánicos y las tomas de protesta de varios presidentes.
El suceso más reciente fue la toma de protesta de la presidenta Claudia Sheinbaum. Me gustó mucho cómo nos organizamos: la cobertura fue excelente, ya que todos teníamos un lugar privilegiado para captar el momento exacto en que la primera mujer presidenta de México se colocó la banda presidencial. Fue un instante lleno de simbolismo y emoción.
Hay momentos en que también arriesgan su integridad…
Mira, he visto a gente morir, cuando están dando sus últimos respiros y es difícil, porque no puedes hacerte parte ni de los sufrimientos ni de las alegrías; es captar el momento de lo que está pasando. Hubo algunos momentos complicados, sobre todo cubriendo policiacas, las balaceras, asaltos bancarios.
Una vez estaba comiendo una quesadilla cuando vi a un sujeto corriendo, seguido de un policía. Como mis maestros de fotografía me enseñaron a tener siempre la cámara lista: con velocidad y diafragma adecuados según el entorno, no dudé, aventé la quesadilla y me lancé tras ellos.
Corrimos entre el Campo Militar No. 1 y el Hipódromo de las Américas. El policía gritaba: “¡Detente!”, pero el hombre no obedecía. En vez de eso, se volteó y disparó dos veces. Me tiré al suelo, mientras el policía se resguardaba entre los autos. Continuamos la persecución. En un punto, logré rebasar al oficial. El delincuente volvió a disparar y luego se escondió detrás de un camión de gas. Creo que se quedó sin balas.
Me planté frente a él y al verme con mi cámara creyó que era un policía apuntándolo. Poco después llegaron los refuerzos. Le preguntaron por la pistola, pero él lo negó. Yo había visto dónde la escondió y solamente con una mirada les indiqué a los oficiales el lugar exacto. Así recuperaron el arma y detuvieron al hombre.
¿Cómo la fotografía puede influir en la percepción de la política?
De un diario, lo primero que ven los políticos es la fotografía de portada. En los portales de noticias, igual, lo primero es la imagen. Como fotógrafo debes cuidar los gestos, los ademanes de los personajes. Deben de estar bien peinados, arreglados, y de alguna forma tú influyes para que se van bien, y es lo primero que ve un lector antes de leer la noticia.
¿Te has quedado con ganas de fotografiar algo? ¿Tienes algún plan a futuro?
Siempre me hubiera gustado capturar una gran erupción del Popocatépetl. En 2004, si no mal recuerdo, logré tomar algunas fotos mientras exhalaba fumarolas acompañadas de llamas, aunque fue un evento breve. Si hubiera sido a gran escala, habría sido un espectáculo impresionante para documentar.
Dentro de un año y medio me jubilaré; uno de mis planes es comenzar a organizar mis archivos fotográficos. Quiero imprimir algunas imágenes y ponerlas a consideración del público, por si alguien desea adquirirlas. Es una forma de compartir mi mirada y cerrar esta etapa con algo que me apasiona.
Instantáneas
¿Cuál es tu luz preferida?
La luz natural, la luz ambiente.
No me gusta tomar fotos…
A las personas dolientes.
Me gusta experimentar…
Con la luz.
Si no hubiera sido fotógrafo, hubiera sido...
Reportero de radio.
¿Polaroid o IPhone?
iPhone.
¿Política o vida cotidiana?
Política.
Mi maestro es…
Francisco Pico.
¿Algún personaje histórico que te hubiera gustado fotografiar?
Me hubiera gustado seguir a Enrique Metinidez.
¿Héctor García o Nacho López?
Héctor García. Su hijo es mi amigo.
El gremio de la fotografía es…
Al gremio al que no se le toma mucho en cuenta.
¿Las escenas llegan o las buscas?
Las escenas llegan. Cuando me dieron un curso de Kodak me dijeron que yo era dueño del escenario, pero no siempre, tal vez cuando la foto es posada; de otro modo, lo natural y espontáneo es mejor.