Aída Espinsa Torres
En la era digital, donde el discurso dominante exalta la innovación y el progreso, emerge una crítica contundente: ¿y si no estuviéramos avanzando sino retrocediendo? Bajo esa premisa, académicos como Cédric Durand, Yanis Varoufakis, Shoshana Zuboff y Evgeny Morozov advierten sobre el surgimiento de un nuevo orden económico: el tecnofeudalismo.
Este término, cada vez más presente en debates académicos y políticos, describe de qué forma las grandes corporaciones tecnológicas: Amazon, Google, Meta, actúan como los nuevos señores feudales; los feudos son las plataformas digitales que controlan datos, comunicación, comercio, entretenimiento, y los vasallos somos los usuarios que entregamos nuestros datos a cambio de acceso y servicios.
Vivimos en un feudalismo propio a los tiempos modernos, donde las promesas de equidad digital se convirtieron en mecanismos de dominación, sostiene Céderic Durand, economista catedrático de la Sorbona de París. Señala que las plataformas digitales no han democratizado el acceso, sino que restauraron formas de dependencia y monopolio, especialmente visibles en países periféricos, que es el caso de los latinoamericanos.
Innovación, emprendimiento y propiedad intelectual, conceptos que alguna vez representaron promesas de transformación y progreso, hoy están siendo reinterpretados como signos de retroceso. Esta advertencia no proviene únicamente de Cédric Durand, sino también de pensadores como Yanis Varoufakis, Shoshana Zuboff y Evgeny Morozov, quien, en una postura más escéptica, afirma que el término tecnofeudalismo sugiere que puede ser un concepto más metafórico que analítico.
Analizar el mito tecnológico permite revisar obras como Tecnofeudalismo. Crítica de la economía digital, de Durand, quien sostiene que el capitalismo no se civilizó; involucionó. Según él, la digitalización del mundo no impulsa el progreso humano, sino que ha generado una profunda regresión en múltiples dimensiones.
En lugar de democratizar el acceso y distribuir beneficios, la nueva economía ha restaurado monopolios, intensificado la dependencia, la manipulación política y consolidado privilegios. Lo que se presenta como innovación es, en realidad, una forma de depredación global que define la verdadera identidad del orden digital contemporáneo.
Durand establece que en la nueva economía digital la idea era que se aplicaran reglas de funcionamiento gracias al empuje de las tecnologías. Se afirmaba que, por las tecnologías de la información, la comunicación y el auge de la esfera digital, muchos costos desaparecerían, dando paso a una era de prosperidad. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario.
Reconoce que con la aparición de los soportes digitales brotó algo nuevo, sobre todo, intentó demostrar que, contrario a lo que se anunció, no vimos un horizonte radiante del capitalismo sino “una degradación del capitalismo. La economía política digital consiste en admitir al mismo tiempo el salto tecnológico como los cambios institucionales que lo acompañaron”.
En su libro demostró que lo que está en juego en la economía digital es la reconfiguración de las relaciones sociales. Esta reconfiguración se manifiesta a través del resurgimiento de la figura de la dependencia, que era una figura central en el mundo feudal.
La idea de la dependencia remite al principio según la cual existe una forma de adhesión de los seres humanos a un recurso. En el seno del mercado hubo monopolización por parte del capitalismo de los medios de producción, pero estos medios han sido plurales. Los trabajadores debían encontrar trabajo y, en cierta forma, podían elegir el puesto de trabajo. Existía una forma de circulación que daba lugar a la competencia.
En esta economía digital, en este tecnofeudalismo, los individuos y también las empresas adhieren a las plataformas digitales que centralizan una serie de elementos que les son indispensables para existir económicamente en la sociedad contemporánea. Se trata del Big Data, de las bases de datos, de los algoritmos que permiten tratarlas.
Aquí nos encontramos ante un proceso que se autorefuerza: cuando más participamos en la vida de esas plataformas, cuando más servicios indispensables ofrecen, más se acentúa la dependencia. Esta situación es muy importante porque mata la idea de competencia.
También afirma que parte de las consecuencias es que este modelo limita la movilidad social, restringe la competencia y crea una dependencia estructural de los ciudadanos hacia las plataformas.
La dinámica actual gira en torno a la conquista de datos y espacios digitales. Cada nuevo territorio digital representa una fuente adicional de información, lo que convierte esta expansión en una carrera estratégica. A diferencia de modelos productivos anteriores, donde el objetivo era mejorar la eficiencia, hoy la competencia se centra en acumular y controlar más espacios. Esta lógica recuerda al feudalismo, donde los Lores no competían por mejorar las condiciones de vida, sino por ampliar sus conquistas. Ambos elementos, o sea, la dependencia y la conquista de territorios, nos acercan a la lógica del feudalismo
Se trata de conquistar el acceso a datos y a los espacios digitales. Esta expansión implica abrir nuevas fuentes de información, lo que nos introduce en una dinámica competitiva distinta a la tradicional. Ya no se trata de producir con mayor eficiencia, sino de ocupar y dominar más territorios digitales.
Esta lógica de conquista recuerda al feudalismo: “una competencia entre señores que no buscaban mejorar las condiciones de producción, sino ampliar sus dominios. Así, la dependencia de los datos y la lucha por el control de espacios digitales nos acercan a una lógica feudal, donde el poder se mide por la extensión del territorio conquistado”.
Esta obra aborda varios mitos y deconstruye el de la tecnología y la digitalización del mundo como el de Silicon Valey: acumulación escandalosa de ganancias, tecno dictadores, desigualdades sociales indecorosas, desempleo crónico, millones de pobres suplementarios y un puñado de tecnooligarcas que han acumulado fortunas jamás igualadas.
Con respecto al robo de datos, el espionaje, y el posterior tratamiento por los algoritmos Céderic afirma que suele pensarse que las empresas simplemente recolectan nuestros datos personales de forma individual. Sin embargo, esos datos, tomados de manera aislada, tienen poco valor o utilidad. “Su verdadero potencial emerge cuando se comparan y cruzan con los datos de otras personas. Es en ese entrecruzamiento donde se revelan patrones que nos definen como seres sociales”.
En una entrevista para el portal Página 12, el investigador confiesa que el desafío consiste en encontrar soluciones que pasen por la intervención política que sometan el funcionamiento de esas plataformas a la lógica de los servicios públicos. Hay que ir hacia eso. Las plataformas desempeñan hoy un papel político enorme. No obstante, aún persiste un principio de autonomía política.
En América Latina el concepto de tecnofeudalismo ha comenzado a resonar en círculos académicos y críticos sociales, especialmente en relación con la dependencia digital, la concentración de poder y la erosión de la soberanía tecnológica.
Por otro lado, esta revolución tecnológica, económica y social han aparecido, al tiempo, otros términos junto con el de tecnofeudalismo como datacracia o gobierno de datos, un sistema en el que los datos se convierten en el principal motor de toma de decisiones; capitalismo de vigilancia: se habla de un modelo económico basado en la extracción y monetización de datos personales popularizado por Shoshana Zuboff o narrativas algorítmicas: historias moldeadas por algoritmos (recomendaciones, filtros, etcétera).
En el ámbito legislativo mexicano, el concepto de tecnofeudalismo aún no aparece como categoría jurídica formal, pero varias reformas recientes abordan sus implicaciones prácticas, especialmente en derechos laborales, digitales y de acceso a infraestructura tecnológica.
En un artículo publicado por el diputado Ricardo Monreal, en el periódico 24 Horas, el 6 de agosto, sobre la seguridad social de los trabajadores de plataformas digitales, advirtió que, en México, durante el periodo neoliberal, hablar de justicia laboral era sinónimo de promesas rotas, de una modernidad que encubría la precariedad y de millones de trabajadores excluidos de la seguridad social y de derechos básicos como las prestaciones laborales.
“Pero eso ya cambió. Hoy, nuestro país marca un precedente histórico, al convertirse en el primer país del mundo en ofrecer seguridad social a las y los trabajadores de plataformas digitales. Más de 1.2 millones de personas repartidoras y conductoras de aplicaciones —que durante años fueron llamadas “socias” solo para negarles sus derechos— hoy ya están registradas ante el IMSS”.
Esta reforma a la Ley Federal del Trabajo, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y que aprobamos por unanimidad en el Congreso en diciembre de 2024, fue puesta en marcha en julio de 2025.
Durante la discusión en comisiones en la Cámara de Diputados sobre el tema de la seguridad social de los trabajadores de plataformas digitales, el diputado Erubiel Lorenzo Alonso (PRI) dijo estar a favor de que las y los trabajadores tengan mejores condiciones y oportunidades y beneficios en el Seguro Social y mejores condiciones de vida”.
A su vez, la diputada Patricia Mercado Castro (MC) resaltó que es pertinente que se haya acordado un periodo de 180 días para que la reforma entre en vigencia y empezar a construir la maquinaria del día a día a fin de que sea posible, y después desarrollar un plan piloto; “es pertinente porque llegamos en este momento con una precariedad laboral, la cual produce la desigualdad que vivimos”.
Por el PAN, la diputada Paulina Rubio Fernández celebró incorporar en la ley que el trabajo en plataformas digitales existe e importa, pues su labor es digna de derechos. “Esta Cámara de Diputados tiene el compromiso de que las personas son el centro de la discusión para que tengan certeza jurídica”.
La reforma que garantiza derechos sociales a trabajadores de plataformas digitales fue aprobada por la Cámara de Diputados en diciembre de 2024 y entró en vigor el 22 de junio de 2025. Esta reforma, específicamente a la Ley Federal del Trabajo, busca regular la relación laboral en plataformas digitales y garantizar la protección de derechos básicos de los trabajadores en este sector. La discusión y aprobación se llevó a cabo en el marco de la LXV Legislatura.
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