Los ecos de un himno pacifista, la canción “Dale una oportunidad a la paz”, todavía conmueven conciencias. En la estela de los idealistas, Daniela Ancira Ruiz aboga por oportunidades en favor de mujeres privadas de su libertad. Incita a la reflexión, a cultivar una mirada empática y solidaria hacia ellas.
¡Dale una oportunidad a las mujeres en prisión! ¿Por qué?
Porque del total de las personas privadas de su libertad (alrededor de 230 mil) el 95 por ciento son hombres, solo el cinco son mujeres. Es decir, ellas se involucran menos en los delitos.
Porque entre las mujeres en prisión hay jefas de familia cuyos hijos están en la indefensión.
Porque muchas mujeres presas son abandonas por sus familiares, quienes ya ni las visitan en las cárceles.
La adversidad de las mujeres en prisión alentó la empatía y solidaridad de Daniela. Fue la eclosión de un compromiso por los demás. Sentido de responsabilidad social que se materializó en La Cana, cuya misión, reto, ideal, es transformar las cárceles en lugares de oportunidades y no de castigo, a través de programas de actividades productivas que les aporten ingresos económicos y potencien su reinserción a la sociedad.
La Cana es una empresa social que apoya a mujeres en prisión, con la finalidad de mejorar su calidad de vida y reincorporarlas a la vida laboral. Comercializa productos elaborados en las cárceles por quienes anhelan una vida mejor.
¿Cómo nació esta causa social?: Eran los días del ayer, en 2012 Daniela Ancira estudiaba Derecho en la Universidad Anáhuac. La institución tenía un convenio con la Dirección General de Prevención y Reinserción Social del Estado de México, para que los alumnos brindaran asesoría jurídica gratuita a personas privadas de su libertad
Este programa altruista imantó a Daniela. Por primera vez conoció un penal (Barrientos) y el sistema penitenciario, desde sus entrañas. Especialmente le impactó la crítica situación de las mujeres, doblemente presas: en la cárcel y en una realidad sin oportunidades para, algún día, reinsertarse a la sociedad.
Las mujeres padecen carencias. En las cárceles todo cuesta: agua, comida, una cama. Muchas no tienen ni el apoyo de algún familiar; viven olvidadas, sin una mano solidaria. Por necesidad se ven obligadas a caer en la prostitución o a relacionarse con delitos como las llamadas de extorsión y la venta de drogas.
Peor es el caso de las reclusas jefas de familia; sus hijos quedan desamparados. En las prisiones las mujeres no estudiaban, ni trabajaban. Al recuperar su libertad, carecían de armas laborales para defenderse. Además, portaban el estigma de los antecedentes penales, que limitaban las posibilidades de encontrar ocupación formal.
Tejiendo el futuro
Daniela Ancira es directora de La Cana, cuyo fin es mejorar la calidad de vida de las mujeres en prisión. Para ello promueve los productos que tejen. Su venta contribuye tanto a que ellas salgan adelante, como a reducir la reincidencia en México.
La Cana apoya a mujeres de seis penales: Barrientos, Neza Sur, Neza Bordo, Chalco y Ecatepec, en el Estado de México, y Santa Martha Acatitla, en la Ciudad de México.
La Cana principalmente promueve programas productivos. Pero actualmente también apoya talleres de salud mental, educación, violencia de género, empoderamiento emocional y económico, deporte, teatro, inglés, yoga.
Por otra parte, Daniela y La Cana van más allá. Empujan, ante el Poder Legislativo, iniciativas de reformas que contribuyen a mejorar el sistema penitenciario y a fortalecer los derechos humanos de las personas privadas de su libertad.
Por ejemplo, presentaron una iniciativa de reforma a la Ley Nacional de Ejecución Penal, a fin de incorporar reglas sobre trabajo penitenciario, de tal manera que se pueda promover e incentivar el empleo en las prisiones, pero con perspectiva de los derechos humanos.
Explicó que actualmente no hay reglas claras en esta materia. Todo es confuso y burocrático. La confusión es una de las causas de la explotación laboral que padecen las personas en reclusión. Basta mencionar que hay casos en que les pagan de 10 a 20 pesos al mes, por trabajar todo el día.
Asimismo, Daniela y La Cana han participado en las mesas de discusión sobre mejoras a Ley de Amnistía. Formaron parte del grupo técnico de trabajo de la ONU. Tienen experiencia, años de trabajo cotidiano en las prisiones. A veces, los legisladores carecen de este conocimiento.
Por su conocimiento de las entrañas del sistema penitenciario, Daniela Ancira propone:
*Trabajar en materia de prevención, que necesariamente debe incluir el empoderamiento económico y emocional de las mujeres.
*Dignificar las cárceles, brindar oportunidades de trabajo, educación, salud para las mujeres, sobre todo las embarazadas. Y espacios dignos para niñas y niños que viven con sus madres en prisión.
*Fortalecer las medidas alternativas para la solución de controversias. Muchos delitos no ameritan la prisión, hay otras formas para alcanzar la justicia restaurativa. Por ejemplo, mediante acuerdos reparatorios.
Para Daniela Ancira, hay personas que están en cárceles únicamente por falta de una defensa jurídica adecuada, o carencia de recursos económicos para pagar abogados. La defensoría pública es deficiente; está saturada; tiene gran cantidad de casos y no los atiende correctamente.
En el contexto de la Ley de Amnistía, el equipo de La Cana trabaja intensamente tramitando los llamados beneficios preliberacionales, entre ellos, abandonar las cárceles llevando un brazalete. Es decir, seguir el proceso en libertad, con medidas cautelares justas.
Ancira Ruiz califica de error la ampliación del catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa. Es una medida populista aumentar las penas; solamenteda una falsa sensación de justicia.
Promover la reinserción social es un camino. Los datos lo demuestran: gracias a sus programas sociales, La Cana solamente registra 4 por ciento de reincidencia. En cambio, es de 25 por ciento a nivel nacional; algunos estados alcanzan 50 por ciento del problema.
Destacó que globalmente crece la tendencia a comprar productos de forma más responsable. En México debe florecer la responsabilidad social, uno de sus rostros en adquirir productos con causa, como los que promueve La Cana: peluches tejidos por las mujeres en prisión, como “Nico”, un oso.
Además de fuentes de empleo e ingresos económicos, en alianza con la Universidad Iberoamericana, La Cana también promueve la educación de las mujeres en prisión, a fin de que puedan concluir el bachillerato. Incluso, busca becas para que puedan realizar una carrera universitaria. Son oportunidades que nunca habían tenido las personas privadas de su libertad.
Daniela cuestiona que para la sociedad aún es difícil que haya empatía con quienes cometieron un delito y darles una nueva oportunidad hacia una vida digna. Se requiere de visión más humana sobre el sistema penitenciario. La Cana ha demostrado que sí se puede, que los programas con causa sí dan frutos positivos.
Por su compromiso social, La Cana y Daniela Ancira Ruiz han recibido numerosos reconocimientos nacionales e internacionales.
Brilla la misión de La Cana, la empresa social que emplea a más mujeres en prisión del país.
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