Ángel Luna Medina
Los secretos simbólicos del mítico Salón de Plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro no se acaban nunca, son una sorpresa infinita. ¿Qué atesora? Por mencionar, el Muro de Honor, parte emblemática de la Cámara de Diputados. En él está plasmada parte de la historia de México. Con letras de oro están inscritos nombres de héroes, heroínas, momentos estelares del acontecer nacional, gestas épicas, instituciones. Historias fulgurantes que inspiran y alimentan sueños.
El Muro de Honor tiene 202 años. Ha sido colocado en las diferentes sedes de la Cámara de Diputados. Desde 1981 está en el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde han sesionado, hasta ahora, 16 legislaturas (de la LI a la LXVI). Alberga 87 inscripciones. Se sitúa tras la tribuna del Salón de Sesiones. Está formado por un conjunto de seis cuadriláteros de cantera blanca.
La parte superior es una barra horizontal, a manera de un listón de oro resplandece la célebre sentencia de Benito Juárez: Entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz. Acompañan cuatro leyendas: A los constituyentes de 1917; A los defensores de Veracruz de 1914; Heroica Escuela Naval Militar; y Heroico Colegio Militar. Más los nombres de cinco heroínas: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Antonia Nava, Mariana Rodríguez del Toro Lazarín y Carmen Serdán.
Abajo se ubican cinco cuadriláteros. Cuatro son angostos y están colocados dos a cada lado del central (más ancho, del cual penden dos banderas que custodian el escudo nacional). En este muro central brilla la máxima La Patria es Primero, acompañada por los nombres de Cuauhtémoc y Nezahualcóyotl.
El primer decreto de inscripción de nombres data del 19 de julio de 1823. Se inscribieron 13 nombres de héroes de la Independencia. Sólo personajes masculinos: Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Ignacio Allende, Mariano Abasolo, José María Morelos, Mariano Matamoros, Leonardo y Miguel Bravo, Hermenegildo Galeana, José Mariano Jiménez, Francisco Xavier Mina, Pedro Moreno y Víctor Rosales.
Agustín de Iturbide, artífice de la consumación de la Independencia de México, en 1821 (Plan de Iguala). Firmó los Tratados de Córdoba, con el último virrey Juan O´Donojú, que significó el reconocimiento a la Independencia, por parte de España.
Alabanzas le prodigaron. Hasta Simón Bolívar elogiaba a Iturbide: “Colombia ha oído con placer los triunfos de las armas que vuestra excelencia conduce a conquistar la independencia del pueblo mexicano…usted ha encendido la llama sagrada de la libertad…”
Pero el poder lo mareó. Se entronizó emperador en 1822, en la Catedral fue la suntuosa coronación. Parafraseando a Gabriel García Márquez: fue el cuento del general que se creyó su propio cuento. Iturbide fue derrocado, exiliado a Europa y fusilado en julio de 1824.
Cuando en 1823 se ordenó la inscripción de 13 nombres de héroes de la Independencia, no se le consideró. Iturbide regresó al paraíso el 4 de julio de 1835, se inscribió con letras de oro su nombre, por iniciativa del presidente Miguel Barragán. La inclusión encendió el debate, pues era una figura controvertida y polémica. En 1921 diputados encabezados por Antonio Díaz Soto y Gama exigieron su retiro, por traidor a la patria. Sólo duró 86 años en la gloria del Muro de Honor.
Artífice de la Independencia. Con valor, Vicente Guerrero mantuvo viva la llama de la lucha insurgente en la sierra del sur y en los lugares más inhóspitos en el largo y sinuoso camino a la Independencia. Jamás se rindió, ni aceptó indultos y amnistías, aunque se los ofrecieron a través de su padre, a quien con fortaleza respondió: “La Patria es primero”. Tras la consumación, fue el segundo presidente constitucional y el primer mandatario afromexicano. El 15 de septiembre de 1829 abolió la esclavitud en México.
Hasta 1841, Vicente Guerrero ingresó al Muro de Honor. Y en septiembre de 1971, en la conmemoración del 150 aniversario de la Independencia, por orden del expresidente Luis Echeverría, en la parte central del Muro de Honor centellea su legado espiritual, la frase que destila la grandeza de su alma: La Patria es primero.
Cuando el destino es ser invisible, según el patriarcado. En 1823 se inscribieron 13 héroes de la Independencia en el Muro de Honor, las heroínas fueron invisibilizadas, discriminadas, subestimadas. Ellas participaron activamente en diversas trincheras: eran espías, apoyo logístico, enfermeras, financiadoras (aportaban recursos económicos), propagandistas e intelectuales, soldadas y combatientes en el frente.
Hubo 125 largos años de discriminación. Hasta el 27 de octubre de 1948 se inscribieron los nombres de cuatro heroínas destacadas en la Independencia: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Mariana Rodríguez del Toro Lazarín y Antonia Nava. Y el de Carmen Serdán, paradigma del heroísmo en la Revolución de 1910.
La crónica legislativa consignó: la XL Legislatura entonó un sentido mea culpa, porque hasta 1948 se reparó “este olvido que los hijos de México han hecho a sus ilustres heroínas, quienes prestaron servicios en grado heroico a la Patria”.
Años después se agregaron los nombres de Margarita Maza de Juárez, en 1968; y de Sor Juana Inés de la Cruz, en 1995.
Fue hasta marzo de 2021, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que “La Legislatura de la Paridad de Género” (LXIV) inscribió con letras de oro en el Muro de Honor los nombres de las grandiosas feministas Hermila Galindo Acosta y Elvia Carrillo Puerto. Y la leyenda: A las sufragistas mexicanas. En los debates del Constituyente de 1917, Hermila Galindo luchó por y exigió plenos derechos político-electorales para las mujeres. Venustiano Carranza y los caudillos negaron avances de igualdad de género.
Tras más de 200 años de vida independiente, por primera vez en la historia, México tiene una Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, quien este 15 de septiembre al encabezar la ceremonia del Grito de Independencia, desde el balcón central de Palacio Nacional envió un simbólico mensaje feminista: le quitó el apellido de casada a Josefa Ortiz. Tradicionalmente la llaman “Josefa Ortiz de Domínguez”. Desde el corazón político de México, Sheinbaum gritó: ¡Josefa Ortiz Téllez-Girón!
Que la mujer conserve sus apellidos de nacimiento y no adopte el del marido tiene significados: adiós a la tradición patriarcal en la que la mujer se subordina al esposo. Conservar los apellidos propios otorga identidad jurídica plena e igualdad ante la ley, evita la noción de dependencia y otorga autonomía.
Preservar el apellido materno honra el linaje y constituye una forma de justicia histórica hacia las mujeres de la familia. Simboliza la equidad de género, porque el matrimonio es una unión entre iguales, no una relación de subordinación.
El 17 de septiembre el diputado Luis Humberto Fernández Fuentes (Morena) presentó un punto de acuerdo para sustituir, en el Muro de Honor, el nombre Josefa Ortiz de Domínguez, por Josefa Ortiz Téllez-Girón. Exhortó a los Congresos locales a hacer lo mismo en sus respectivas legislaturas.
El Muro de Honor tiene 202 años. Sólo hay nueve heroínas.
Una rareza: el 29 de febrero de 1988 se publicó en el DOF el decreto de la LIII Legislatura, que aprobó inscribir en letras de oro el nombre del general Leandro Valle Martínez. Sin embargo, hasta el 30 de abril de 2024 se materializó su inscripción en el Muro de Honor, casi al cierre de la LXV Legislatura. Aunque con un rezago de 36 años, se reconoció el patriotismo del militar que defendió con valentía la soberanía nacional ante la invasión de Estados Unidos, en 1847.
El 29 de abril de 2025 se develó en letras de oro en el Muro de Honor la leyenda A la Comunidad Mexicana Migrante, como reconocimiento a la gran labor y esfuerzo de más de 37 millones de mexicanas y mexicanos que viven en Estados Unidos, hombres y mujeres que migraron por necesidad y nunca han olvidado su país.
Desde el siglo XX, el drama de olas de desplazamiento hacia Estados Unidos. Migrar ha sido uno de los destinos para miles de compatriotas. No por gusto ni por elección, sino por necesidad.
En ninguna parte quisiéramos “hacer cola” o fila para conquistar algo. Es apetecible el privilegio de no “hacer cola”. Pero en todos los lugares hay que esperar para alcanzar un anhelo, un sueño, un reconocimiento, el cielo, la eternidad. Metáforas de la gloria, porque allá habitan los dioses y los simples mortales sólo los contemplan desde abajo. Desde la antigua Grecia ha sobrevolado la frase, idea o concepto del asalto a los cielos, que rezuma profundo idealismo.
Frecuentemente las y los diputados presentan iniciativas para inscribir en el Muro de Honor nombres de instituciones, héroes, heroínas y leyendas. Propuestas que esperan en la antesala de la gloria.
El diputado Ricardo Monreal Ávila, coordinador del grupo parlamentario de Morena, propuso inscribir en el Muro de Honor el nombre de Francisco García Salinas, por su trayectoria de resistencia, grandeza y defensa de los principios rectores del país. Ilustre zacatecano conocido como “Tata Pachito”. Nació en una casa humilde en Jerez, Zacatecas (1786-1841). Se distinguió como defensor del pueblo y de los más desfavorecidos.
El presidente de la Junta de Coordinación Política considera primordial honrar el legado de un hombre que trabajó y luchó por la República. A más de 200 años de la fundación del federalismo mexicano, es fundamental reconocer a uno de los grandes personajes que consolidaron esta forma de Estado, concluyó.
En el inicio de La Ilíada, de Homero, hay una célebre invocación: “¡Canta, oh diosa..! Todavía no sabemos cuál leyenda, qué héroe o heroína será el nuevo ingreso al Muro de Honor, para invocar: ¡Canta, oh diosa, la gloria de…!
Mientras tanto, ¡a formar la fila!