Trabajo Legislativo / En Opinión de...


news

El Poder al Servicio del Humanismo: Un Llamado a la Gratitud y la Integridad


Por Antonio Reyes Lozada / Presidente Colectivo Tu Nombre Aquí

"El que no vive para servir, no sirve para vivir." – Madre Teresa de Calcuta

En la sociedad actual, es cada vez más común observar un fenómeno preocupante: las personas que, en su camino hacia el éxito y el poder, utilizan a otros como escalones, olvidando las manos que alguna vez se tendieron para ayudarlas a avanzar. Este comportamiento, muchas veces asociado a personalidades narcisistas, pone de manifiesto una crisis de valores humanos que no solo afecta relaciones personales, sino también la construcción de una sociedad más justa y empática.

El problema del olvido y la ingratitud

El humanismo, como filosofía, coloca al ser humano en el centro de toda acción y decisión, priorizando valores como la empatía, la gratitud y la solidaridad. Sin embargo, en el mundo laboral, político e incluso social, parece que estos valores están siendo desplazados por el egoísmo, la competencia desleal y la búsqueda de beneficios individuales.

Un caso recurrente es el de aquellos que, una vez que alcanzan posiciones de poder gracias al apoyo, sacrificio y confianza de otros, eligen olvidar su deuda moral hacia quienes los ayudaron. Algunos incluso buscan bloquear cualquier vínculo con esas personas, actuando como si su éxito fuera producto exclusivamente de su mérito personal. Este tipo de acciones refleja no solo una falta de gratitud, sino también una profunda carencia de valores éticos.

El impacto de estas actitudes

Según un estudio de la Universidad de Harvard, el 78% de los líderes empresariales exitosos reconocieron que su éxito fue posible gracias al apoyo de mentores, colegas y redes de colaboración. Sin embargo, otro informe de Gallup reveló que un 35% de las personas en posiciones de poder admiten haber cortado relaciones con quienes les ayudaron, al considerarlos "innecesarios" una vez alcanzado su objetivo.

Este tipo de comportamiento no solo erosiona las relaciones humanas, sino que perpetúa un modelo de liderazgo basado en el egoísmo y la exclusión, afectando tanto a las instituciones como a la confianza social.

Un llamado a los jóvenes: liderar con humanismo

Es momento de reflexionar sobre qué tipo de líderes queremos ser y qué legado deseamos dejar. La juventud tiene la responsabilidad de transformar estas dinámicas tóxicas, demostrando que es posible alcanzar el éxito sin dañar, utilizar o manipular a los demás.

Como dijo Confucio: "Donde hay justicia, hay dignidad." Si no podemos actuar desde la gratitud y el bien común, es mejor no actuar. Las acciones premeditadas con fines egoístas o de maldad siempre encuentran su consecuencia negativa, pues todo acto genera una reacción proporcional.

Exhorto a los jóvenes a que sean ejemplos vivos de integridad y empatía, a que recuerden que el verdadero liderazgo radica en servir, no en servirse de los demás. Solo de esta manera construiremos una sociedad más humana, justa y solidaria.

Humanismo en la política y los altos puestos

En el ámbito político, donde el poder puede corromper incluso a las almas más puras, es crucial recordar que la política no es un privilegio, sino un servicio. Todo líder debe preciarse de actuar con agradecimiento hacia quienes lo apoyaron y con compromiso hacia quienes representa.

Los grandes líderes de la historia, como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela y Martin Luther King Jr., son recordados no por acumular poder, sino por utilizarlo en beneficio de los demás. Como expresó Mandela: "El verdadero líder es aquel que está dispuesto a servir con humildad."

Conclusión

En el mundo cambiante de hoy, donde la ambición y la competencia parecen sobreponerse al respeto y la gratitud, debemos recordar que la esencia del humanismo radica en reconocer y valorar a quienes han sido parte de nuestro camino. Solo a través del agradecimiento y la empatía construiremos una sociedad más equitativa y llena de propósito.

"Si no puedes hacer el bien, al menos no hagas el mal." – Hipócrates


Notas relacionadas