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El tema del paquete fiscal


Vidal Llerenas

A raíz de ciertas, naturales, advertencias de calificadoras y analistas financieros, el tema del paquete financiero ocupa espacios en los medios, con encabezados un cuanto tanto exagerados. En realidad, el gobierno ocupa un espacio fiscal que ganó en los últimos años, gracias al manejo prudente de las finanzas públicas. De hecho, pudo haber sido cuestionable que no se hubiera lanzado un paquete anticíclico de estímulos durante la crisis del covid, pero el hecho es que, a diferencia de otras naciones, las finanzas públicas no se deterioraron a raíz de la pandemia.

La relación PIB con respecto a la deuda continúa siendo baja en relación con las mayorías de las economías. El gobierno mexicano, incluso en años muy difíciles, se las arregló para mantener la deuda por debajo del 50% del producto, por lo que cerrará el 2023 con un indicador de deuda menor a la de 2016, el quinto año del sexenio anterior, y también menor al del año 2022. 

El perfil de los ingresos mejoró durante la administración, los ingresos tributarios crecieron en casi un billón de pesos, en parte porque recaudamos más de un punto del PIB del ISR con respecto al 2018, lo que nos hace menos vulnerables al comportamiento de los ingresos que provienen de la venta de energéticos.  

Todo eso permite presentar, sin mayores riesgos, un paquete financiero típico de fin de sexenio, sin incremento de gravámenes, suficiente para concluir los proyectos en marcha, mantener los programas sociales, incrementar en casi 6% rubros críticos como el de salud, sin recortes en el resto de las áreas, suficiente para garantizar el pago de la deuda de Pemex y alguna inversión adicional en generación eléctrica con gas. 

Si se tratara de un presupuesto que, visto de forma aislada, o de inicio de sexenio, pudiera ser preocupante, pero la película de los seis años justifica un déficit mayor para hacer frente a fenómenos coyunturales, como el incremento del costo financiero de la deuda, por las mayores tasas, los menores ingresos petroleros y las presiones de concluir las obras en marcha. Será un fin de administración sin mayores turbulencias financieras.  

Ahora, el problema es que el espacio fiscal se está agotando de manera importante. El CIEP, Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, especializado en finanzas públicas, estima que el margen de maniobra de un nuevo gobierno en materia de gasto no es superior a un punto del producto, esto es alrededor de 350 mmdp. La cuenta es sencilla, si el presupuesto es de alrededor de 9 billones, más de 2 billones ya se destinan a pensiones, 2.5 billones a estados y municipios, cerca de otros 2 billones a instituciones como IMSS y el ISSSTE, uno más a Pemex y CFE, y poco más de 1.3 billones al costo financiero de la deuda. 

Prácticamente cualquier política adicional importante requerirá de ingresos adicionales, si se quiere, al menos, mantener el gasto de inversión actual de poco más de un billón de pesos, que ya de por sí es 11% menor al aprobado el año pasado. Por ejemplo, el CIEP estima que actualmente a las actividades llamadas de cuidados, indispensables para avanzar en materia de equidad de género, solamente se les destinan alrededor de 45 mmdp, por lo que si la estimación del costos de un sistema nacional adecuado es de alrededor de 2 puntos del PIB, pues se requieren alrededor de 650 mmdp adicionales. 

Otro tema es que estados y municipios reciben menos recursos; para 2024 las participaciones van a caer en casi 1%. De hecho, debido a la reducción de transferencias por conceptos como subsidios y convenios, los gobiernos locales recibirán en 2024 alrededor de 0.5% del PIB menos, con respecto a 2018. Ahí, en lo local, será también necesario reforzar la recaudación, especialmente de los impuestos a la propiedad, que se cobran a niveles muy bajos, con respecto a otras economías de ingreso medio, pero también los que gravan la tenencia de autos, las nóminas y el cobro del consumo de agua.

El punto es que, gracias a su buen comportamiento previo, el gobierno actual puede financiar sus proyectos y programas el último año sin mayores sobresaltos, pero cualquiera que prometa políticas adicionales para el próximo tendrá que decir cómo va a financiarlas.   


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