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En inclusión financiera, de nuevo, se tendrán malas noticas


Vidal Llerenas

La próxima semana se llevará a cabo la Convención Nacional Bancaria. Seguramente se anunciará que el sistema financiero es estable y las muy ganancias altas. De lo que no se va a hablar es que la inclusión financiera del país es una de las más bajas de América Latina y del mundo. Apenas el 50% de los adultos en México tienen una cuenta de ahorro formal, 42.6% de las mujeres, y 56.4% de los varones.

En el caso de las cuentas estrictamente de ahorro, que no incluye ni nómina ni pensión, incluso se tuvo un retroceso con respecto a 2018. La diferencia de género, por cierto, no se ha reducido desde 2015. Esto es, el sistema no se ha vuelto más accesible para las mujeres, ya que tampoco se ha hecho nada el respecto.

Mientras que en la Ciudad de México 59% de las personas adultas tienen una cuenta de ahorro formal, en el Noreste el 56%, en el sur el dato es de 42%. Es decir, la inclusión es sistemáticamente menor en el sur del país. Bueno, tampoco existen políticas para incrementarla en esas zonas.

Respecto al crédito formal, solamente 32% de las personas tienen acceso, 31.7% de los hombres, y 33.8% de las mujeres. En ese caso, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, la brecha de género no existía en 2015, en los últimos años. En el caso del crédito formal la diferencia regional es enorme, 41% de las personas del noreste tiene uno, frente a solamente el 27% en el sur. En los seguros la encuesta reporta un retroceso, ya que en 2015 el 24.8% tenía un seguro, pero en 2021 solamente 21%, solo 16.4% de las mujeres, frente al 21.1% de los hombres.

Como resultado de todo esto, 90% de las compras de menos de 500 pesos se realizan en efectivo, y 78% de las mayores a ese monto también. En la convención se dirá que se va a lograr mayor inclusión gracias a la tecnología, ya que cada vez se ofrecen mayores servicios financieros digitales.

La verdad es que todas las agendas para promover los servicios financieros digitales están estancadas. No se ha avanzado en facilitar las operaciones de comisionistas digitales; tampoco en la agenda de datos financieros abiertos; la apertura de cuentas vía digital enfrenta dificultades y requisitos innecesarios; los sistemas de pagos digitales impulsados por Banxico, como Dimo, prácticamente no son utilizados (a diferencia del exitoso Pix Brasileño); se establecen requisitos diferenciados para servicios similares, por ejemplo, la cuentas de ahorro ofrecidas por Sofipos y bancos; no se tiene propiamente una figura de banca digital y existe una resolución de la Comisión de Competencia pendiente de atender sobre prácticas monopólicas en las cámaras de compensación.

De todo eso se debería discutir en la convención, de hacerse la pregunta de cómo se puede avanzar en el corto plazo en la inclusión financiera gracias a las oportunidades que nos ofrece la tecnología.


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