Shannon O´Neil es la vicepresidenta del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. Experta en el comercio de Norteamérica, recientemente publicó El Mito de la Globalización, porque las regiones importan. Su principal argumento es que, si bien las interacciones comerciales y de negocios son cada vez más internacionales, en realidad la mayoría, al menos las exitosas, se concretan entre los países que forman parte de tres regiones: el este de Asia, Europa y Norteamérica.
La mayor parte de los productos comerciales son diseñados, ensamblados e incluso vendidos en una misma región. Las compañías exitosas a nivel global, para poder competir, utilizan las ventajas comparativas de las naciones que forman parte de los bloques comerciales, así utilizan mejor los factores de producción, innovan y reducen costos.
En realidad, los países comercian con sus vecinos, fundamentalmente porque los costos de transporte importan, pero también por motivos tarifarios, logísticos, corporativos, de financiamiento, culturales y de seguridad. O´Neil argumenta que, en particular, para los Estados Unidos, un país que comercia relativamente poco con el mundo, ya que en general exporta bienes de capital, intermedios y materias primas sofisticadas, es muy importante concretar sus importaciones en países que utilizan esos bienes para ensamblar productos finales, como México y Canadá.
A los Estados Unidos también les conviene que estos países vendan más, por el alto contenido estadounidense de sus exportaciones. Eso conserva y genera empleos también en los propios Estados Unidos. Importar y mover operaciones a países como China cuesta empleos a los Estados Unidos, en cambio, localizar parte de las operaciones de las empresas americanas de manufactura en México o Canadá los conserva, o incluso incrementa.
De acuerdo con O´Neil, a pesar del éxito de la región norteamericana para comerciar e integrar cadenas de valor, gracias al tratado comercial, falta mucho por aprender a las otras regiones del mundo, para poder incrementar el comercio y la producción integrada de la zona, y ganar así competitividad.
En Norteamérica persiste cierta perspicacia respecto de los resultados de la integración, por lo que faltan políticas que la impulsen. El tratado no es suficiente. En realidad, la región no cuenta con instituciones comunes, tampoco fondos de inversión regionales, ni políticas de educación que promuevan la innovación y productividad de la zona.
Persisten barreras no arancelarias, en regulaciones como las agrícolas, las de salud o de protección civil que dificultan el comercio. Además, la región tiene serias deficiencias en la infraestructura de las fronteras, pero también en la portuaria, carretera y ferroviaria que se utiliza para el comercio y la integración de las cadenas de valor. En realidad no existe un plan de inversión para atender las necesidades de infraestructura que el comercio demanda, no en la propias fronteras, pero tampoco en la logística, las telecomunicaciones y el capital humano que se requiere.
Eso es un obstáculo para el crecimiento y la competitividad de las tres naciones. El punto de Shannon O´Neil es que para que las empresas y los países sean exitosos en el contexto global es necesario aprovechar e incrementar las ventajas que representa formar parte de las grandes regiones comerciales del mundo. A más integración regional, más probabilidades de competir con éxito con el resto del mundo y conservar y acrecentar los empleos. Por fortuna, México forma parte de una de ellas, sin embargo, es la que presentan mayores problemas para impulsar políticas comunes y de inversión en infraestructura.
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