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La verdad y el Ente


Dr. José María Chávez / Asesor legislativo / Senado de la República

Inicio diciendo que entre otras cosas creo firmemente que la filosofía no es cosa de gurús ni de superdotados, que las enseñanzas y métodos filosóficos han de ser traducidos a un lenguaje sencillo y aplicado a la vida cotidiana de las personas, y que, más aún, todos y cada uno de nosotros somos filósofos prácticos sin saberlo.

Como lo he comentado en anteriores participaciones, disciplinas del conocimiento derivadas de la filosofía como la metafísica, la lógica y la ontología, entre muchas otras, pueden tener una aplicación y trascendencia en la vida diaria que nos sorprendería si fuésemos conscientes de ello. La búsqueda de la verdad a través del conocimiento no tiene que ser abstracta ni etérea, sino que, al contrario, ha de observarse a través de las labores diarias de las personas.

Por lo anterior, la filosofía debe ser implementada en todas las áreas de la actividad humana, tal como lo hicieron los filósofos como San Agustín de Hipona, hombre de mente privilegiada que, buscando la verdad y la sabiduría mediante el racionalismo e influenciado por los maniqueos, cambió su vida de excesos por una virtuosa, señalando que la fe y la razón no eran opuestos entre sí, sino que lo opuesto a la fe era la duda.

San Agustín buscaba la razón de Dios en el dualismo de lo bueno y de lo malo, de la virtud y del vicio, y, creía, a pesar de su racionalismo, en la inmortalidad del alma. En su libro “Confesiones” reconoce que no hay un presente sin pasado ni un futuro sin presente, por lo que se deduce que concebía al tiempo como una continuidad de eslabones engarzados.
Una de las formas para acercarse a la verdad por sí mismo, de todo cuanto se desee saber, es la asimilación de lo mínimo básico de las herramientas lógicas. Este proceso se inicia con la duda que, a decir de San Agustín, es punto intermedio entre la fe y la razón. Una herramienta de quien busca la verdad es la lógica, misma que ordena el pensamiento mediante la razón utilizando la inducción y la deducción en forma de silogismo.

El silogismo acoge como forma deductiva de lo general a lo particular y de lo particular a lo general en la fase inductiva. Sea por ello que “lógica” proviene del griego logiké, que significa “dotada de razón”, misma que proviene de logos, equivalente a palabra o pensamiento. Sus principios fueron sistematizados y desarrollados por Aristóteles en su obra Órganon con objeto de enseñar a “...razonar sobre todo problema (...), a partir de cosas plausibles, y gracias al cual, si (...) sostenemos un enunciado, no digamos nada que le sea contrario...”.
La lógica estudia los métodos y condiciones, como leyes y principios de demostración e inferencia que permiten obtener por producto conclusiones verdaderas o falsas mediante “un razonamiento en el que, sentadas ciertas cosas, necesariamente se da de lo establecido algo distinto a lo establecido”.

Por ello, quien investigue le puede resultar lucrativo dominar los principios fundamentales de la lógica y en particular de la ontología, pues ambas son herramientas formidables para adquirir un pensamiento ordenado para llegar a la verdad o descubrir la mentira sobre lo que se investiga.

Aristóteles es reconocido como padre de la lógica al sistematizar por primera vez los principios ontológicos del razonamiento. Los principios sistematizados por el estagirita fueron los axiomas de identidad, de contradicción, de tercero excluido y de razón suficiente. Dichos principios, aplicados en el campo de la ontología como ciencia del Ente, entendido por Ente (Ser) todo aquello que “es” como un país, un gobierno mexicano, un Congreso General, un partido político, un hombre, una ley o simplemente de un argumento. 

Dicho lo anterior señalo que el Ente o Ser, al tener sus propias y exclusivas características, solo puede ser igual a sí mismo, lo que obedece al principio de identidad. Así, por ejemplo, “A”, llámese silla, cama, casa, comida, etc., solo es igual a “A” pero no puede ser igual a “B”. En este tenor, el Sr. López Obrador solo es igual al Sr. López Obrador, pero no es igual al Sr. Calderón Hinojosa.

De igual manera, el Sr. López no puede ser presidente y a la vez no presidente, pues su investidura le impide ser a la vez que presidente jefe de una campaña presidencial, pues dicho supuesto implica denostar a parte de sus gobernados. Sin embargo, bajo la lógica de ser servidor público el Sr. López Obrador es igual a otro servidor público, pero no es idéntico, por lo que es un error suponer que las descalificaciones que haga sobre algún personaje son similares a las que hiciere cualquier otro servidor público.

De igual manera, la Cámara de Senadores es igual a la de Diputados en tanto a que ambas son partes del Poder Legislativo, pero no son idénticas; los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial son “iguales” en tanto Poderes de la Unión, pero no son idénticos pues cada uno tiene sus propias funciones; los diversos partidos políticos son iguales en cuanto a que son instituciones políticas nacionales, pero no son idénticos.

Bajo esta lógica, el presidente equivoca al decir “no somos iguales” en tanto Ente gobierno, cuando en realidad debería decir “somos iguales en tanto gobierno de la República” pero no somos idénticos”, lo que sería un honor a la verdad.

En las leyes se reconoce la igualdad de las personas en cuanto a que son personas a la vez que se reconocen sus desigualdades de todo tipo, como las basadas en el origen étnico, económico, social, laboral, por lo que con la pretendida idea de disminuir las inequidades se trata igual a los iguales y desigual a los desiguales. Socialmente somos una unidad sustentada en la diversidad. De aquí que un principio básico para la convivencia en sociedad y del ejercicio de gobierno sea el respeto a las diversas formas de pensar y de ser dentro del contexto de igualdad ante la ley y del derecho a ejercer nuestros derechos.

La diversidad surge como particularidad de la forma de enfrentar la vida, de nuestra formación familiar y educativa, de nuestro origen étnico, de la particular forma de luchar por satisfacer nuestras ambiciones y de canalizar nuestros impulsos timóticos y, en general, del cúmulo de experiencias y problemas contextuales de todo tipo.

La igualdad corresponde a ficciones jurídicas y convencionalismos para crear sociedad y vivir en ella. No solo es válido ser diferente, sino que es materia indiscutible de nuestra naturaleza, pero, en todo caso, somos partes de una sociedad en donde para ser iguales hemos de ser distintos. 

Lo que queda fuera de los principios de igualdad y de identidad se reconoce como tercero excluido; esto es, decir que el Sr. López Obrador es presidente y que el Sr. López no es presidente, encierra un principio de opuestos en donde una de las afirmaciones es falsa, pero no pueden ser verdaderas o falsas al mismo tiempo.

Decir que la bandera mexicana es tricolor a la vez que bicolor, al margen de lo absurdo del ejemplo, conlleva necesariamente a buscar la verdad con las evidencias requeridas del caso específico. La afirmación de una es la negación de la otra y la duda implica descubrir a la verdadera o la falsa. Para esto sirve la lógica y, en particular, la lógica ontológica.  

Por otra parte, el que el Sr. López sea el Sr. López y no el Sr. Calderón tiene una razón que, para el caso, es más que evidente al tratarse de dos personas distintas, pero no en cuanto a que pronto ambos serán expresidentes y estarán en un plano de igualdad; sin embargo, no siempre dicho tema resulta tan claro. La razón suficiente consiste en el iter lógico racional, o método científico con que cada ciencia busca allegarse de la verdad.

Así, todo Ente tiene una causa que explica la razón de su existencia, descubrirla es el objeto de la ciencia mediante el iter que le acomode. Todo tiene una causa, hasta la misma muerte, y descubrirla es parte de nuestra función en la vida.  

El iter retoma hechos irrefutables antes que dichos, por lo que, por ejemplo, si bien puede alegarse ser un gobierno honrado que no permite actos de corrupción, ante la posible contundencia de los hechos podría dudarse que en verdad lo fuera. No obstante, hemos de reconocer que en virtud de las “dialécticas circunstancias” el demócrata puede convertirse en dictador, el hombre honrado en corrupto, el tolerante en intolerante y el liberal en conservador. La misma lógica, pero aplicada al Ente México, puede concebirse al paso del tiempo en país seguro en lugar de inseguro, en rico en lugar de pobre y en igualitario en lugar de injusto.

El Estado es responsable de generar “circunstancias” que favorezcan el surgimiento de la virtud entendido como tal “lo bueno” del ser humano y de las sociedades, de lo que se deduce, dadas las condiciones de inseguridad y de los niveles de pobreza que vivimos en México, que como Estado hemos errado el camino, que el gobierno sí miente, que sí existe corrupción, que sí existe una política de seguridad sustentada en el laisser faire laisser passer, y que sí se ataca a las instituciones democráticas. 

A manera de conclusión se puede decir que todo, absolutamente todo, tiene su razón o fundamento, por lo que nada surge de la nada. Los niveles de inseguridad, de pobreza, de falta de desarrollo económico, los altos niveles de corrupción o de falta de democracia, pueden tener su origen en un Estado débil, en instituciones poco sólidas, por lo que tratar de resolver tales conflictivas debilitando aún más a las instituciones en lugar de fortalecerlas, puede ser un contrasentido.

Siempre existen puntos claves de los que se puede generar progreso y desarrollo. Algunos países decidieron que para ellos era la educación, por lo que destinaron cuantiosos recursos a fortalecerla formando ciudadanos con visión global, capaces de insertarse en cualquier sociedad. Algo similar se podría intentar en México para lo que requeriríamos de servidores públicos con visión de Estado, lo que parece complicado dado el modelo de la nueva escuela mexicana que se intenta implantar.

Es cuanto.

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