Trabajo Legislativo / En Opinión de...


news

Lógica ontológica


Dr. José María Chávez Peña Asesor legislativo / Senado de la República

El término “lógica” proviene del griego logiké, que significa “dotada de razón”, misma que proviene de logos, equivalente a palabra o pensamiento. La lógica se categoriza como ciencia, cuyos principios fueron sistematizados y desarrollados por Aristóteles en su obra Órganon con objeto de enseñar a “...razonar sobre todo problema (...), a partir de cosas plausibles, y gracias al cual, si (...) sostenemos un enunciado, no digamos nada que le sea contrario...”

Siendo tal su objeto, esta ciencia estudia los métodos y condiciones, como leyes y principios de demostración e inferencia que permiten obtener por producto conclusiones verdaderas mediante “un razonamiento entendido como discurso (lógos) en el que, sentadas ciertas cosas, necesariamente se da a la vez, a través de lo establecido, algo distinto a lo establecido”.

Aristóteles es reconocido como padre de la lógica al sistematizar los principios ontológicos del razonamiento; sin embargo, su fama inmortal se debe al trabajo de recopiladores de sus obras, como Andrónico de Rodas. Los principios sistematizados por el estagirita fueron los axiomas de identidad, de contradicción, de tercero excluido y de razón suficiente,

Estos principios identifican al Ente como todo aquello que “es”, lo que, para efectos puramente didácticos, puede tratarse de un país (México), el gobierno (mexicano), el Congreso General (de los Estados Unidos Mexicanos), un partido político (de izquierda o derecha), una ley o simplemente un argumento. La ontología estudia al Ente (ser) en general y a sus propiedades, en el sentido de que pudiente refiere al que participa del Ente “poder”, y proponente del Ente “propuesta”.

Al tener sus propias y exclusivas características, cada Ente puede ser igual a otro pero no idéntico. Por ejemplo, el presidente de la República es, en cuanto a servidor público, igual a servidor público, pero no es idéntico, por lo que suponer que las descalificaciones que haga sobre algún personaje son similares a las que hiciere cualquier otro, es un error.

En este mismo sentido, la Cámara de Senadores es igual a la de Diputados, pero no es idéntica; los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial son “iguales”, aunque no idénticos; los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) son iguales en cuanto a que conforman instituciones políticas nacionales, pero no son idénticos. Este principio es reconocido como “identidad”, por lo que cada Ente tiene sus particularidades que lo hacen único, no obstante que sea “igual” a otros.

De la misma manera, como especie humana todos los hombres “somos iguales”, pero no idénticos, en tanto que nuestro ADN es diferente, situación que se reproduce en la sociedad, en la que todos somos iguales, pero no idénticos. Un principio básico para la convivencia en sociedad y del ejercicio de gobierno es el reconocimiento de la diversidad dentro del contexto de igualdad ante la ley y del ejercicio de derechos y obligaciones.

La diversidad surge como particularidad de la forma de enfrentar la vida, de nuestra formación familiar y educativa, del origen étnico, de las ambiciones e impulsos timóticos, de inclinaciones sexuales y, en general, del cúmulo de experiencias y problemas contextuales de todo tipo. La igualdad, por su parte, corresponde a ficciones jurídicas creadas por el hombre que le permiten crear sociedad y vivir en ella.

Por otra parte, ningún Ente puede ser “A” a la vez que “no-A”, entendiendo por “A” cualquier predicado imaginable. En esta lógica, y perdonando el ejemplo, una mujer no puede ser “mujer embarazada (A) a la vez que mujer “no embarazada” (no-A), o se está embarazada o no se está. En la individualidad del sujeto, este no puede ser demócrata a la vez que dictador, honrado a la vez que corrupto, tolerante a la vez que intolerante, ni liberal a la vez que conservador.

En este sentido, se califica en virtud de hechos antes que dichos, por lo que si bien puede alegarse ser un gobierno honrado que no permite actos de corrupción, ante la contundencia de los hechos como el de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) y el del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP), entre muchos más, queda en entredicho que realmente lo sea.

No obstante, en virtud de las “dialécticas circunstancias”, el demócrata puede convertirse en dictador, el hombre honrado en corrupto, el tolerante en intolerante y el liberal en conservador. La misma lógica, pero aplicada al Ente México, puede concebirse al paso del tiempo en país seguro en lugar de inseguro, en rico en lugar de pobre y en igualitario en lugar de injusto.

En este caso, el Estado es responsable de generar “circunstancias” que favorezcan el surgimiento de la virtud de “lo bueno” del ser humano y de las sociedades, de lo que se deduce, dadas las condiciones de inseguridad y de los niveles de pobreza, que como Estado hemos errado el camino, que el gobierno sí miente, que sí existe corrupción, que sí existe una política de seguridad sustentada en el laisser faire laisser passer, y que sí se ataca a las instituciones democráticas.

Igualmente que el hecho de ser A o no-A, pero no ambas, implica la existencia de un tercero excluido, de forma similar conlleva el que todo, absolutamente todo, tiene su razón o fundamento, por lo que nada surge de la nada. Los niveles de inseguridad, de pobreza, de falta de desarrollo económico, de corrupción o de democracia, pueden tener su origen en un Estado débil, en instituciones poco sólidas, por lo que tratar de resolver tales conflictivas, debilitando aún más a las instituciones democráticas en lugar de fortalecerlas, puede ser un total contrasentido.

Siempre existen puntos clave de los que se puede partir para generar progreso y desarrollo. Algunos países asiáticos decidieron que para ellos el punto clave era la educación, por lo que destinaron la inmensa mayoría de sus recursos a fortalecerla, con lo que al paso de los años obtuvieron, como producto, ciudadanos y profesionistas con visión global, capaces de insertarse y generar valor agregado en cualquier sociedad. Algo similar se podría intentar en México, para lo que requeriríamos a servidores públicos con visión de Estado.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.


Notas relacionadas