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Materializar el derecho a la vivienda


Vidal Llerenas Morales

Como ha dado cuenta El Economista, la producción de vivienda nueva apenas alcanzó las 135,607 casas, el nivel más bajo en 10 años. No cabe duda de que uno de los pendientes para el próximo gobierno será precisamente encontrar las fórmulas para construir más vivienda.

Durante estos años el gobierno avanzó en varios aspectos. Uno es detener la tendencia de construir grandes conjuntos habitacionales en zonas alejadas, con problemas de movilidad y servicios, lo que expandió las manchas urbanas e incluso generó fenómenos como el abandono de la vivienda.

El gobierno cambió su política de subsidios para vivienda popular destinada a la población sin empleo formal, con la finalidad de eliminar los subsidios al desarrollador y otorgarlos de forma directa a la población, fundamentalmente para auto construcción.

El INFONAVIT, además de corregir vicios en la asignación de créditos que llevaron a problemas de cartera vencida, otorgó más créditos para la mejora de vivienda. En realidad, aunque se construyeron menos casas de manera formal, sí se tienen más acciones de vivienda por auto construcción y mejora, en eso se logró reducir el rezago. Lo que sigue es hacer más vivienda nueva, asequible para los distintos sectores de ingreso.

A fin de producir la vivienda que queremos es necesario encontrar mecanismos para reciclar el suelo urbano de las áreas centrales por medio de expropiaciones concertadas, compras de terreno, aumento de las densidades y mecanismos de captura de plusvalía que sirvan para financiar la infraestructura requerida.

El crecimiento interior de las ciudades permite ofrecer servicios a menor costos, mejorar la movilidad y aprovechar la infraestructura que ya se tiene. Siempre será más fácil, por ejemplo, ofrecer un servicio como el agua de manera vertical, a un edificio, que horizontal, a las casas de una ciudad que se expande a costa del suelo rural o de conservación.

El gobierno actual también avanzó en impulsar el uso de las enotecnias en las nuevas viviendas, lo cual también disminuye la necesidad de ciertos servicios. Recientemente se ha promovido y financiado el diseño y puesta en operación de planes de desarrollo urbano a nivel local, indispensables para ofrecer certidumbre e incentivar la construcción vertical en zonas céntricas.

El INFONAVIT y otras instituciones similares son el principal instrumento para hacerlo. La pregunta es cómo incrementar la oferta de crédito de esas agencias sin disparar la cartera vencida. La respuesta está en las nuevas formas de valorar los riesgos crediticios, por medio de algoritmos de datos, para considerar los distintos factores que determinan las probabilidades de pago.

Lo anterior haría posible, por ejemplo, que una trabajadora con nivel de ingresos formales bajo, pudiera sumar otros de distinta naturaleza y hacer uso de su historial crediticio y antigüedad laboral para obtener el préstamo que requiere.

También podría ahorrar por un tiempo, con tasas razonables, de manera adicional al esquema del INFONAVIT, como elemento adicional al financiamiento de su vivienda, para así reducir el riesgo. Se deben poner sobre la mesa otras alternativas, como un INFONAVIT para trabajadoras y trabajadores informales, financiado con recursos públicos y el ahorro de los interesados, además de financiamientos privados.

Se requiere repensar la política de subsidios con esquemas transparentes que permitan la compra de vivienda popular nueva, con la participación de institutos estatales de vivienda que, en algunos casos, podrían construir directamente y generar oferta en servicios como los de renta. La banca tradicional tendría que prestar más y a distintos tipos de vivienda y sectores que ahora no atiende, para eso se requiere de algunos cambios sencillos en la legislación, normas y prácticas.

Ahora, seguramente será la banca digital, con nuevos esquemas de ahorro y crédito, la que se debe desarrollar para atender sectores, como el de los jóvenes que demandan vivienda de nuevas características y opciones de financiamiento. Un punto importante es defender la idea de que la vivienda es un derecho, no un problema, que su expansión en fundamental para generar crecimiento y bienestar y que, con planeación, es posible ofrecerla a bajo costo y con buenos servicios.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor o de la autora.

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