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A un hombre no le preguntan cómo concilia su trabajo con la familia: Dip. Joanna Felipe Torres


Juventina Bahena

Desde las trincheras, feministas y colectivos que analizan la problemática de las mujeres y alzan la voz en diversos foros a favor de sus derechos, han planteado reiteradamente la doble y triple jornada que desempeñan como madres, trabajadoras, profesionales y también políticas, pero incluso cuando hay mujeres que tienen ordenada la actividad en todas las esferas en que se desenvuelven existen quienes se encuentran en la encrucijada de tener hijos, dedicarse a una profesión o a la política.

De este tema nos habla la diputada Joanna Alejandra Felipe Torres, del PAN.

A la primera pregunta de ¿cómo concilia su papel de madre y política? tiene una respuesta incisiva y contundente, y es que denota cuán profunda está en nuestra conciencia la percepción de los roles que desempeñamos socialmente.

— A los hombres nunca se les pregunta cómo compaginan su vida familiar con su vida laboral porque la sociedad da por hecho que únicamente somos las mujeres las que, además de tener una vida profesional, debemos atender la doble y hasta triple jornada atendiendo la casa y algunas otras cosas. “La sociedad está acostumbrada a estos estereotipos y roles de género, por eso esta pregunta normalmente no se le hace a un hombre porque piensan que ellos van a trabajar, son los proveedores y no les tocan los cuidados de casa”.

Joanna es licenciada en derecho, fue representante suplente del PAN ante el Consejo General del INE y directora Jurídica de Asuntos Internos de la Coordinación General Jurídica del CEN del PAN, pero antes de ser nombrada directora nacional estaba por tener a su primera hija.

— Eso fue en 2015. Yo sabía que iba a ser postulada para la dirección y como cualquier mujer en la polí- tica tuve ciertas dudas para comunicar que estaba esperando bebé, considerando que como abogada electoral tenía que viajar por todo el país para repre- sentar a mi partido en la defensa del voto, lo cual requiere mucho tiempo y esfuerzo. Muchas mujeres que trabajamos en política tenemos que decidir entre tener familia o continuar con la carrera. Así que antes de ser directora estando a punto de tener a mi bebé estaba muy feliz con ello, pero sinceramente un poco preocupada por lo que viniera después, recorriendo el país y defendiendo a mi partido. Mi primera hija tiene ocho años. Mi segundo embarazo fue después siendo síndico municipal.

¿Había una red de apoyo para poder conciliar el trabajo político y el de madre?

—Hubo todo el apoyo de mi esposo, cosa que le agradecí mucho, porque la carrera, la política, el partido, la función pública absorben tanto que muchas amigas decidieron únicamente continuar con su carrera política, dejando de lado la posibilidad de construir una familia, aunque lo desearan. Su mayor sueño fue estar en la función pública y saben lo difícil que es construir una familia si no tienes una red de apoyo, un esposo, una pareja que te apoye, que conozca cómo son los tiempos que se tienen en esta profesión. Mi esposo, además de conocer bien el desarrollo político, ayuda con las labores tanto de casa como con nuestras hijas. Las lleva a la escuela, las lleva al dentista, al médico, las cuida. Hemos tenido una división equitativa de los cuidados y del trabajo y eso implica que pueda continuar desarrollándome en mi profesión. 

La diputada panista está consciente de que sus condiciones no son las de todas las mujeres, y a muchas de ellas les llega el momento de decidir abandonar su carrera política, truncar su carrera profesional y dedicarse a otra cosa que implique menos tiempo para continuar con el cuidado de sus hijas o hijos.

—La realidad es que ellas llegan a tener un desgaste emocional y físico muy profundo por salir al mundo laboral para ayudar económicamente a su familia y todavía llegan a su casa a realizar una segunda jornada laboral, a cuidar a las personas vulnerables, a sus hijas, a sus hijos, adultos mayores, personas con alguna discapacidad, las labores domésticas.

Es necesario hacer un cambio en la sociedad a partir de la familia y desde un sistema escolarizado, donde podamos entender que los roles de género actualmente pueden ser compartidos y pueden cambiar.

Los hombres también deben dedicarse a las la- bores de casa y tienen la obligación de hacerlo en el sentido de que todos vivimos en el mismo núcleo familiar con obligaciones compartidas de crianza. Estas labores compartidas harán que las mujeres logremos desarrollarnos de la mejor manera en nuestro ámbito profesional.

“Eso es algo que poco a poco tenemos que ir rompiendo. Yo esperaría que eso se lograra a mediano plazo, pero creo que soy muy optimista, porque sé perfectamente que la situación que vivo no es la misma que viven la mayoría de las mujeres políticas o no políticas del país.”

Las mujeres somos reproductoras de la especie ¿el Estado tendría que apoyar para que las mujeres tuvieran hijos en condiciones más favorables?

—Yo creo que el Estado tiene la obligación con los individuos de la sociedad, dependiendo de sus condiciones. Las mujeres, efectivamente somos reproductoras y tendría que considerarse y garantizarse su acceso, el de sus hijas e hijos, a todos los derechos reconocidos. Más allá de que el Estado plantee políticas públicas específicas para el caso de que decidamos o no reproducirnos actualmente la mayoría de las mujeres que nos encontramos en edad reproductiva en México ya tenemos, por lo menos, un hijo o más–, hora es cuando debería garantizar que ella y su familia estén bien cuidados, que tanto mujeres como hombres se puedan seguir desarrollando profesionalmente.

“En México las mujeres somos las principales cuidadoras de todos, los hombres no, y por ello tienen una mayor libertad para acceder a un desarrollo profesional. Si el Estado no apoya a las mujeres con un sistema de cuidados tendrán menores oportunidades de educación, de mejores trabajos o trabajos que impliquen un mayor desarrollo profesional para acceder a un mejor nivel de vida. Lo contrario implica estar en trabajos informales, sin seguridad social y menor capacidad de ahorrar para tener una vejez tranquila. Y continúa: no tenemos un sistema de retiro, no tenemos acceso a créditos hipotecarios.

Es un círculo vicioso que termina sumiendo a las mujeres, sobre todo a las que son madres, en un círculo de pobreza; por eso se dice que la mayor parte de la población en pobreza son mujeres; la pobreza tiene rostro de mujer.

Así nos describe la imagen ideal de una madre que trabaja: “Sería la de una madre que tuviera la seguridad, primero, de que sus hijos están bien cuidados, que cuentan con las condiciones necesarias para desarrollarse, con salud, educación, seguridad, a fin de que ella siga con su desarrollando personal y profesional, además de que puedan tener esa seguridad de que sus hijos tengan la atención tanto de su padre como de su madre, y que ese desarrollo le reporte un recurso que les garantice autonomía económica. Todo ello les permitirá ser madres libres, felices, autónomas e independientes.


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