El programa de construcción de vivienda debe incluir a las personas con discapacidad, que suman unos 21 millones, muchos con necesidad de una vivienda, aunque en este caso es una cuestión más compleja de la que podría tener cualquier grupo vulnerable porque si uno habla de jóvenes, con la edad basta, cuando se trata de indígenas, con el origen basta, pero si uno habla de discapacidad hay un abanico de tipos y es necesario considerar si el diseño de vivienda es realmente útil a las personas en esta condición, porque cuando una política pública no incluye, segrega. Con esta premisa empieza la charla del diputado Juan Armando Ruiz Hernández (MC), maestro en derecho con especialidad en ciencias penales.
El tema adquiere relevancia en virtud del anuncio de la presidenta Claudia Sheinbaum de que se construirán un millón de viviendas para beneficiar especialmente a personas de escasos recursos, grupos vulnerables, jefas de familia, comunidades indígenas, jóvenes, y que empezarán a edificarse el próximo año.
Conocedor de la forma en que se ha dado el desarrollo urbano y dedicado durante 30 años a luchar por las causas de este grupo social, el diputado Ruiz Hernández describe el tipo de viviendas que se construyen.
—Lo común es que se construya vivienda social de cinco niveles, y habitar un departamento en el quinto piso no le sirve a nadie que use silla de ruedas. Tendrá que haber reglas de adjudicación y criterios para asignar un porcentaje de casas habitación a la población con discapacidad que lo requiera.
El programa de vivienda deberá ser incluyente
Es muy claro y tajante cuando afirma que “toda política pública que no incluye, segrega”. Un millón de viviendas, dice, parecerían muchas, pero no es así. Somos 21 millones de personas con algún tipo de discapacidad. Obviamente no nos darían todas y aunque nos las dieran no alcanzaría, pero sí hay que considerar, por ejemplo, las plantas bajas.
Ruiz Hernández tiene 60 años, pero con la energía y jovialidad con la que se desenvuelve parece más joven, pese a la silla de ruedas que nunca le ha impedido trascender, desde que tenía 16 años cuando un accidente automovilístico lo dejó inmovilizado de las piernas. No sólo se sobrepuso a esta nueva condición sino pareciera que lo ha impulsado a ser un consumado deportista paralímpico. Actualmente representa a la Ciudad de México en la Especialidad de Tiro con Arco. Asombró al mundo cuando participó en los Juegos Paralímpicos de Invierno del 2006.
Precisamente por esta condición está perfectamente consciente de las necesidades de diseño de los espacios habitables.
—Las puertas de las viviendas populares son de 70 cm y nuestra silla mide 80 cm y un muro de 1.20 m, pudiendo ser la puerta de 1 m y el muro de 1 m, de tal manera que fuera accesible para nosotros. Aquí nos damos cuenta de que no estamos preparados para incluir o integrar a las personas con discapacidad en todas las políticas públicas. Queremos beneficiar a los pobres, a los indígenas, a los migrantes, a las mujeres maltratadas, pero en ese universo de personas con graves problemas existen personas con discapacidad. Si una mujer maltratada tiene graves problemas, una mujer maltratada con discapacidad está en una situación peor. Entonces, el Congreso tiene que trabajar en un presupuesto que deberá tener ciertas consideraciones para que ese programa sea realmente incluyente.
Ahora bien, según el inegi, hay 16 millones de personas que son adultos mayores, quienes con el tiempo tienden a la discapacidad ya sea auditiva, visual, que padecen demencia senil, peor aún si tienen problemas de obesidad, hipertensión o enfermedades crónico- degenerativas. También se dice que en 2050 la mitad de la población será de adultos mayores, que tienden a la discapacidad ¿Cómo nos podríamos preparar para un escenario de esta naturaleza que parece catastrófico?
El también secretario de la Comisión de Atención a Grupos Vulnerables, secretario de la de Deporte e integrante de la Comisión de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial informa que ese asunto lo empezaron a trabajar desde hace tiempo.
—Hace 20 años yo coordinaba una comisión de grupos vulnerables en el que estaban incluidos los adultos mayores. Ahí me cuestionaban que siendo tan joven estuviera involucrado en ese tema. Mi respuesta era que no iba a esperar a ser un adulto mayor para empezar a preocuparme. Si la población va a ser mayor en determinado tiempo, requiere de una visión diferente de urbanismo, de servicios públicos, de atención médica, porque se van a ver rebasados los espacios, los servicios. Si tomamos en cuenta que la expectativa de vida aumentó a 75 años, implica que los seres humanos tenemos un desgaste natural que nos lleva a perder el oído, la vista y movilidad, y tenemos que empezar a diseñar de manera incluyente bajo un concepto universal con la visión de que lo que me sirve a mí le sirve a toda la gente. Dejemos de construir escaleras y usemos elevadores, rampas, viviendas ampliadas. A futuro podemos seguir usando nuestras viviendas, sin necesidad de estar haciendo adecuaciones, porque el diseño universal se crea bajo el principio de lo que me sirve a mí, te sirve a ti.
“No tenemos esa cultura que nos permita planear a futuro ¿cómo me gustaría que fuera el transporte público cuando tenga 60 o 70? La población está envejeciendo y los jóvenes se están reproduciendo menos. Habrá necesidades que hoy podemos prever y empezar a atenderlas”.
Una historia de coraje y decisión contra la adversidad
El joven Armando Ruiz se rebeló ante los trágicos cambios que se le presentaban en lo inmediato y avizoraba un futuro confinado a una silla de ruedas sin otras opciones, pero tuvo el coraje y la decisión de tomar las riendas de su vida y se propuso ser un buen profesionista y gran deportista. Y lo logró.
En mi caso, dice el diputado de la bancada naranja, la discapacidad llegó a temprana edad. “Tenía 16 años cuando cometí la imprudencia de tomar un auto sin tener la habilidad para manejarlo. El accidente me provocó fractura de vértebras y eso me impidió mover mis piernas. Hubo un poco de desesperación ante la certeza de que no volvería a caminar, sobre todo cuando desde los 10 años practicaba deportes como futbol americano, basquetbol, gimnasia, natación, que eran parte de mi vida diaria. Me rebelé ante la certeza de que no volvería a caminar y que mi familia se hiciera cargo de mí.
“Lo que funcionó fue plantar los pies en la Tierra y entender que solamente tenía dos opciones en mi vida: quedarme a llorar lo que había perdido o seguir adelante y elegir el tipo de vida que quería. Elegí que quería una vida de éxito, quería ser profesionista, quería ser deportista de alto rendimiento y viajar por el mundo. Hice una carrera profesional; soy licenciado en derecho con especialidad en ciencias penales y maestría en derecho, cuatro diplomados en Francia, uno en la UVM en juicios orales y también me sumé a un movimiento social donde se decía que no teníamos los mismos derechos. Como abogado, me queda claro que tenemos exactamente los mismos derechos que las demás personas. Lo cierto es que no tenemos las mismas oportunidades”.
No faltan leyes, faltan condiciones
¿Entonces, qué hay que cambiar? —se pregunta. “No es crear el derecho a la educación para las personas con discapacidad, porque ni nuestra Constitución ni nuestra ley general ponen alguna limitación para el acceso a la educación; lo que no hay son condiciones. Por ejemplo, la escuela secundaria tiene tres niveles, el primer año está en la planta baja, el segundo va en el primer piso y el tercer va en el segundo piso. Cuando un discapacitado va a la escuela, los cuates llegan al mismo nivel, no hay problema; pero cuando pasas al segundo ya algunos te tienen que ayudar y otros te empiezan a dar la vuelta y cuando estás en el tercer año, todo mundo te da la vuelta porque ya no te quieren cargar para subir al segundo piso, cuando la solución sería tan sencilla como que un grupo de cada nivel estuvieran en la planta baja.
Juan Armando nunca dejó el deporte, por el contrario, esta actividad le ha dado grandes satisfacciones.
—Soy el primer mexicano que participó en unos juegos paralímpicos de invierno. Fui la sorpresa en Torino. Los japoneses y alemanes se asombraban de que un mexicano estuviera esquiando en la nieve. Estoy aquí porque puedo, les decía, mi país no tiene montañas nevadas, entrenadores, ni equipo, ni ropa, pero tiene un vecino que lo tiene todo y fuimos al norte y aprendí a esquiar. Logré tener un nivel competitivo alto y pude participar por primera vez en unas olimpiadas. A los japoneses, con esa mentalidad de superación, de disciplina, les llamó mucho la atención. Me entrevistaron y el video se transmitió por todo el país. Ahí se decía que había mexicanos con ese coraje y valentía para hacer lo que nadie se había atrevido.
“Ahora que soy diputado tengo otro reto más en mi vida. Ser diputado, para cualquiera, podría ser una aspiración, pero pretendo cambiar la realidad de millones de mexicanos en este país. Yo me siento con ese compromiso y la obligación de hablar en tribuna y decir que existen millones de personas que esperan mucho más de nosotros, fuera de las diferencias partidistas. Siempre he dicho que somos personas que vivimos con una condición de vida, pero al igual que ustedes, para vivir nuestro propio hoy y escribir nuestra propia historia, nosotros estamos destinados a ser gente de excelencia cuando las condiciones así nos lo permitan”.
El diputado emecista nos platica de la fragilidad del ser humano porque “la discapacidad es un boleto que anda circulando por todo el mundo y en un momento te toca”.
Y hay mucha gente famosa que ha hecho grandes obras y grandes descubrimientos pese a su discapacidad: Beethoven, Vincent Van Gogh, Stephen Hawking. Nosotros creemos que el problema no es tener una discapacidad, sino que la sociedad no está preparada para aceptarnos y para integrarnos. Un niño puede nacer en Inglaterra con parálisis cerebral severa y tener una excelente calidad de vida; un niño en pueblos de África puede nacer completamente sano y morir unos meses después por el hambre ¿Es la discapacidad o es la sociedad la que tiene que prepararse? Queremos hacer detonar esa conciencia, dice nuestro jefe Dante. Tenemos que sacudir conciencias para que la gente entienda que estamos aquí para hacer algo, para trascender. No para ser uno más. Y yo soy uno de esa fracción.