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De México para el mundo: el mariachi, la música que toca el corazón


Luz María Mondragón

Hay que disfrutar de todas esas cosas que extrañan los que se van, al más allá. Como la música y las canciones del mariachi.

Misteriosamente una música mágica fue emergiendo poco a poco en las calles. Cuenta la leyenda y la festiva voz de Jorge Negrete, que cantó y dejó claro: “¡De Cocula es el Mariachi…!”. Este arte floreció alucinante hasta apoderarse de las emociones, la sangre, la memoria y el corazón de quien la escucha. Seductoras melodías mexicanas conquistan el mundo. En China, Japón, Argentina, Canadá, Inglaterra, Rusia…en todos los países del planeta identifican a México con la alegría y el goce del mariachi.

En el centro de la Ciudad de México, la Plaza Garibaldi es la meca de la música del mariachi. En las noches de estrellas, en los días soleados, en las tardes frescas, en las locas trasnochadas, los turistas nacionales y extranjeros acuden a gozar la palabra cantada, el arte de los grupos de mariachis que ejecutan contagiosas canciones que hablan de alegría, carcajadas, tristeza, amor, desamor, soledad, rupturas, ilusiones, desolación por el abandono, del llanto amargo de los pueblos. Por eso, todo ser humano se reconoce en sus letras y notas musicales.

Debí cantar más canciones

Desde que suenan los primeros acordes de “El son de la negra”, del célebre compositor Blas Galindo, se nos enchina la piel. Brota de lo más profundo de la sensibilidad popular, tocando el corazón de quien la escucha, tanto en México como en el mundo. Todos vibran con los acordes de las guitarras, los violines, los guitarrones, las vihuelas y las estruendosas trompetas. Es pletórica, vital, como la chispa de la vida.

Su contagiosa alegría encendió a Aylín Juárez Valencia. Achispada, bailó “El son de la negra”. Imantó la atención de los turistas, quienes se acercaron movidos no sólo por la curiosidad sino por el goce del espíritu, huyendo del vértigo de la modernidad, de la dictadura de los relojes, del ruido y tráfico.

Es realismo mágico. En realidad, los mariachis se alquilan para soñar. Porque su arte nos sitúa en esta vida, en la vida de los sueños, en la vida de la imaginación, la en la vida de las ideas y en la vida del pensamiento.

Después, el grupo de mariachis ejecuta “El jarabe tapatío”. Soplo de aire fresco, Aylín bailó magníficamente esta pieza musical. El público aplaudió. Tod@s celebraron esta explosión volcánica de alegría.

Por su irresistible melodía y ritmo sin igual, las almas se alegraron, olvidaron penas, diferencias sociales. Tod@s entregados a una misma pasión: la música del mariachi.

Sin embargo, ¿cómo te sientes cuándo te extraen del corazón el sentimiento del amor lejano? ¿Cómo una alma herida? ¿Qué sentimos cuando los mariachis interpretan “México lindo y querido”, de Chucho Monge?

No es nomás una canción. Es una declaración de amor nacional. Estremeció las fibras del alma, escucharla en la Plaza Garibaldi. Se entrecortaba el aliento, porque estas palpitaciones de la cultura popular son el sublime legado de México al mundo.

Los concurrentes a la Plaza Garibaldi, hombres y mujeres que no han olvidado las lágrimas y las emociones, escuchan absortos, en estado hipnótico, pues esta canción de proyección internacional es una especie de mantra espiritual.

Nadie escapa al hechizo del mariachi. Así fue, así ocurrió con el hoy diputado Ricardo Monreal, quien en 2022, nos deleitó con “El ausente”, acompañado de un mariachi.


México cuenta sus historias y relatos al mundo

Desde la noche de los tiempos el símbolo juega un papel en la psique social, en el alma de los pueblos. La historia, la cultura de México también tiene una dimensión simbólica. Por eso se cantan las hazañas de los héroes, de los pueblos y su gente. La actualidad, la modernidad, recupera relatos. Se sublima la evocación del pasado para apuntalar el presente y el futuro.

México sigue contando relatos de realismo mágico al mundo. Uno de sus protagonistas es la música del mariachi, la más representativa no sólo de la nación mexicana sino de América, el continente al que pertenecemos.

El filósofo Arthur Schopenhauer sintetizó: "La música es el verdadero lenguaje universal que en todas partes se entiende y expresa, con la mayor precisión y verdad, la esencia íntima del mundo. Sin jamás causarnos un sufrimiento real, siempre nos produce gozo, aún en sus acordes más dolorosos."

Así, la música popular del mariachi es contadora de la vida: sus historias, emociones, sueños, ideas, alegría, dolor y esperanza. Tejió un hilo que une a todas las personas.

Además de “El son de la negra”, “El jarabe tapatío”, “México lindo y querido”, jamás olvidados: “El rey” (José Alfredo Jiménez), “Cielito lindo” y un infinito de canciones populares.

Música para la eternidad, legado de México al mundo.

En defensa de los autores

El mariachi ha dado gloria a México, conjuntamente con los autores de las canciones que interpreta.

En la LXIV Legislatura, el hoy diputado Ricardo Monreal Ávila (Morena) presentó la iniciativa con proyecto de decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la ley federal del derecho de autor.

Objetivo: acoplar la legislación nacional en materia de derechos de autor conforme a los estándares mundiales previstos en diversos tratados internacionales.

Atendía las preocupaciones que surgen a partir de la existencia del entorno digital, el cual, además de ampliar el potencial económico de los autores, los productores de fonogramas y los artistas intérpretes y ejecutantes, ha tenido también el efecto de facilitar el uso no autorizado de obras, fonogramas y obras audiovisuales protegidos por derecho de autor o derechos conexos.

Modernizar la legislación es una necesidad que México, al ser un país que se destaca por su cultura, creatividad e identidad con las artes a nivel mundial, debe afrontar para seguir incentivando las creaciones mediante una correcta y moderna protección que dé certidumbre legal y garantías de protección al derecho de autor y los derechos conexos.


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