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Federica, “la de Kabah” Madre por decisión, política por convicción, guerrera por definición


Juventina Bahena

La diputada Janine Patricia Quijano Tapia (PVEM) enfrentó la adversidad desde la infancia y desde entonces hizo de la música su mundo. A los 19 años creó el grupo de música pop Kabah; así nació Federica, cuya cercanía con los noticieros de Televisa y su interés por el acontecer nacional la hicieron fijar la mirada en los niños arrojados a la ignominia al nacer y de ahí a ser la madre adoptante de dos de ellos hubo un paso; el siguiente fue padecer la nula empatía de los profesionales de salud y las carencias del sector cuando diagnosticaron a su pequeño con autismo.

Desde mucho antes, quizá sin saberlo, desempeñaba su rol social con un claro sentido político, por ello no dudó en atender el llamado del Partido Verde y hoy, en la LXV Legislatura de la Paridad, es una de las 250 diputadas. Aquí nos cuenta su historia.

Una guerrera

Todos conocen el surgimiento de Kabah, su trayectoria, su historia de éxitos hasta convertirse en un referente de la música POP. Fue el carácter decidido de Federica, el conocimiento musical adquirido a su paso por una orquesta sinfónica y su creatividad para componer lo que le permitió emprender este proyecto a los 19 años. Luego de 15 años juntos, se separaron en 2004. En seguida la contrataron en el área de Televisa en Vivo.

—Apenas tenía 23 años cuando fui atacada por un dolor agudo diagnosticado como apendicitis, y después de siete operaciones me dictaminaron endometriosis. Por último, me informan que no podría ser madre. Me habían extraído un trozo de intestino, la trompa, el nervio neurosacral para no sentir dolores tan intensos porque la endometriosis no desaparece nunca. Fue un golpe muy fuerte enterarme que no podría tener bebés, porque era lo que más anhelaba en ese entonces.

En ese proceso se enteró del caso de un bebé abandonado en la calle, a quien ubicó en un albergue de la procuraduría capitalina y se presentó para ayudarlo.

—Había tres bebés por cuna. Las trabajadoras sociales no se daban abasto para darles de comer y mis visitas se volvieron muy asiduas para apoyar en el cuidado de los pequeños. Empecé a investigar y supe que tiraban 35 bebés a la semana en la Ciudad de México en ese entonces; los dejaban en los basureros de la escuela, en el Metro, etcétera.

Entonces tuvo una idea reveladora: ¿puedo adoptar?, preguntó a la directora. La respuesta fue afirmativa y empezaron los trámites.

—Salí en una película de arte como actriz principal en la que hacía un semidesnudo; me nominaron al Ariel como revelación. Habían pasado siete meses del proceso de adopción cuando salió la película; fue entonces que me hablaron del albergue y pensé: ¡seguramente ya vieron la película! ¡ya valí gorro, ya valí! Cuando llegué al albergue estaba todo el Consejo de Adopción con cámaras por todos lados. Ahí me presentaron a mi hija, era la bebé más hermosa que he visto: con los pelos parados, blanca, con ojeras. Justo cuando llegó María a mi vida me llamó Felipe Calderón para invitarme como la vocera joven de su campaña.
Las giras de cantante con room service no se parecían en nada a una gira presidencial en el “El hijo desobediente” (el autobús de la campaña).

— Me acuerdo que nos aventaban botellas prendidas. Una vez cayó una dentro del camión y se empezó a incendiar. Felipe estaba dando una entrevista, mientras todos estábamos apagando el fuego. Luego de ganar las elecciones nos ofreció una comida en Los Pinos para agradecernos. También ofreció un espacio en su gabinete; yo estaba bien en mi trabajo de Televisa, pero le pedí que intercediera para que le devolvieran el trabajo a mi papá, quien fue despedido como siquiatra en la PGR donde atendía a víctimas del delito, luego de la salida de Fox de la presidencia. Pasó un año, luego cuatro. Le pedí mil veces que me apoyara para que le restituyeran el trabajo y nada. Ahí me di cuenta que me usaron solo por la imagen.

Madre por elección

Cuando decide adoptar su segundo hijo, su trabajo en el albergue era constante: les llevaba cosas, les leía cuentos, les enseñaba a cantar, les enseñaba música; la acompañaba su hija María para que tomara conciencia del mundo en que vivimos y estuviera orgullosa de la familia a la que llegó. Vio cuando trajeron a Sebastián. A él lo tiraron a la basura, donde permaneció tres largos días. Estaba descalcificado, con rinitis, neumonía y mordido por ratas. Luego de más de 20 días en el hospital luchando por vivir. “Llegó al albergue como guerrero y me quise encargar de él.”

—Peleé por él, a quien ya consideraba mi hijo. Me lo dieron de un año cinco meses. En ese momento salgo de Televisa porque le dan mi puesto al mejor amigo de mi jefe. Pero un productor de cine muy importante me contrató para el área de relaciones públicas de la productora. En ese momento empiezan a suceder cosas extrañas con la conducta de mi hijo. Fui a diferentes instancias de salud en donde le podían hacer los estudios. Una vez llegué al Instituto Nacional de Pediatría y le dije al director que mi hijo tenía un diagnóstico de autismo, pero no lo sabía con exactitud. Sin ver los estudios que llevaba me dijo: “sí, se ve taradito”. Furiosa le contesté ¡taradito tu puta madre! tomé a mi hijo y me lo llevé de ahí.

El viacrucis no paró

—Obtuve una cita para el Hospital Psiquiátrico Infantil Dr. Juan N. Navarro, el único del país, el más importante. Las madres hacen largas filas con sus bebés en brazos; vienen de varios estados. Aunque tenía cita a las 10, el tiempo se fue en formarme, luego ir a la caja y pagar el servicio, formarme otra vez, así que cuando tocó mi turnó el médico se había retirado. Amenacé con no moverme de ahí si no atendían a mi hijo.

Me atendió una pasante que nunca me dio la cara, ni vio a mi hijo, nada más empezó a hojear y hojear los estudios, luego me hizo esperar otra hora en la sala. Cuando regresó la pasante me anunció el “tratamiento” que iban aplicar: “Ya vimos lo que podemos hacer por su hijo, tráigalo todos los días a las 9 de la mañana, aquí nosotros lo amarramos y sedamos y viene por él a las 9 de la noche” ¡Es lo que pensaban hacer con un niño de siete años! Obviamente me fui.

Su esfuerzo en el campo cinematográfico rindió frutos y le empezó a ir mejor económicamente, mientras tanto, a su hijo lo corren de la escuela. El trastorno de Sebastián se empieza a agravar, grita y se mueve de modo hiperactivo, deja de hablar, de ver a los ojos, y empieza a usar pañal. También la acusa una vecina ante el DIF “por maltrato infantil” porque escuchaban los gritos del niño. Se llevaron a sus hijos a la procuraduría capitalina; frente a ella los desnudaron y les tomaron fotos, sin que pudiera impedirlo, para ver si no tenían golpes o moretones ocasionados por maltrato. Luego las agresiones se suceden unas a otras. Los sacaron de un centro comercial, del cine, de restaurantes, cuando su hijo gritaba. “Me peleé mil veces, algunas veces a punto de llegar a los golpes porque, aunque expliques que es un caso de autismo, a la gente no le interesa y agrede.”

—En ese momento regresa Kabah para hacer 15 shows; luego de 10 años de ausencia. Fue tal el impacto, que hicimos 182 conciertos, 25 en el Auditorio Nacional el mismo año, sold out de hecho, tenemos nuestra placa como la mejor gira del año, le ganamos incluso a Luis Miguel. En ese momento no me atrevía a decir que mi hijo tenía autismo, hasta que José Bastón, presidente de Contenidos de Grupo Televisa, me nombró vocera oficial de Autismo Teletón. Ahí fue cuando lo dije públicamente. Le compuse una canción y la canté en vivo, se me quebraba la voz y lloré.

“Fui la vocera cuatro veces. Cuando el único centro de autismo se iba a ubicar en Ecatepec, se convirtió en una esperanza para muchas de nosotras; sin embargo, cuando planteé la posibilidad de llevar ahí a mi hijo, la respuesta fue que yo no lo necesitaba. Ahí descubrí que en el Teletón solo ayudan a quien les conviene, a quien les da dinero, a los patrocinadores; les cobran mucho dinero a los gobernadores por tener su Centro de Rehabilitación e Inclusión Infantil Teletón (CRIT). Y me fui a Mérida”.

Sus jefes fueron comprensivos y le permitieron estar entre Mérida y la Ciudad de México y hacer home office para la productora. Ya instalada en la Ciudad Blanca, Sebastián cumplió nueve años y comenzaron crisis de agresión muy violentas; quería aventarse por la ventana, a arrancarse la ropa y mechones del pelo, a autolesionarse, se dejaba sangre en las uñas y Federica no sabía cómo ayudarlo.

“En una ocasión subí un video de una crisis. Mucha gente me criticó por eso. Pero de esa forma es como expongo lo que la mamá de un niño autista tiene que vivir. Y fui la voz de muchas mamás y muchas familias con mi misma circunstancia.”

—En 2017 hubo necesidad de internar a Sebastián en un hospital psiquiátrico. No había ninguno en Mérida y tuvimos que regresar a México. Por intermediación de un amigo, un escolta militar “lo apadrinó” para poder ingresarlo al Hospital Infantil Militar, que tiene unas instalaciones impresionantes. Y nos tocó el temblor. Sacaron a todos los papás que estaban de visita. Yo me escabullí y saqué a mi hijo al jardín con todos los demás niños. Luego de dejarlo seguro y de asegurarme que mi hija María estaba bien, tomé mi moto y me fui junto con unos amigos como voluntarios a Protección Civil de la Ciudad de México.

Poco tiempo después le informaron en el hospital infantil militar que no podían tratar a Sebastián y le aplicaron arresto domiciliario a los dos doctores que lo atendían, “porque me salté el alto mando: el secretario de Defensa, y tenía que llevarme a mi hijo”. Trató de evitarlo con el argumento de que el Ejército está para servir a la ciudadanía y no solo en caso de desastres; además, había ayudado a muchos militares con diversas tareas luego del temblor.

—Me dijeron que no podían atender a un niño que tiene crisis suicidas ¡No vine a hacerme una lipo, cabrón! Entonces accedieron, pero tuve que pagar todo el servicio.

Desde ahí empecé a dar conferencias de empoderamiento, pero no desde el dolor, la frustración y el enojo, sino desde la fortaleza, la resiliencia, no rayando monumentos ni paredes. Si mi hijo está así ¿por eso me voy a ir a quejar contigo a pintarrajear tu casa?

Vine a la Cámara de Diputados, prendí el frontispicio de azul, me daban todos los monumentos para que los prendiera de azul, hasta que dije ¿y? ¿Esto que cambia? Fui elegida como una de las 10 mujeres más importantes del país, y una de las cinco mamás más influyentes. ¿y? ¡De qué me sirve! Entré en depresión al ver a mi hijo amordazado, lo raparon, con camisa de fuerza, situaciones que uno solo ve en las películas. Evidentemente esto cambió mi vida, mi forma de pensar sobre absolutamente todo.

No mata ni una mosca…ni alacranes

Toda su vida ha sido activista. Participa en 80 fundaciones, para limpiar los ríos, los mares, para defender a los elefantes, a los delfines, a los tiburones, a los toros. Pertenece a cuatro fundaciones de perros, los rescatan y acomodan; una vez rescató un burro que encontró en la carretera lleno de sangre, al que llevaban jalando. Ella no mata ni una mosca, incluso no mataba los alacranes que salían en su casa de Mérida. Los atrapaba y los metía en una pecera donde los alimentaba, porque “cualquier animal merece vivir”.

La operaron en diciembre, justo en el proceso de votación de la Reforma Electoral. Por ello recibió muchas críticas y la acusaron de esconderse en el baño para no votar.

—Pero cómo presentarme si tenía siete úlceras y me cauterizaron cinco, además me extrajeron la vesícula. Al llegar a casa, Sebastián tuvo una crisis de ira y me atacó; fue María la que se interpuso y evitó que me lastimara. Yo no hubiera podido hacerlo porque estaba convaleciente y no estaba en condiciones de hacer ningún esfuerzo –en manos y brazos hay cicatrices producto de las agresiones.

Llegó a la política formal de manera tersa, casi natural

La pandemia trajo para ella grandes cambios. Perdió a su mejor amiga y se cerró la productora de cine.

—Entonces fue cuando me buscó el Partido Verde para proponerme una candidatura plurinominal federal. Recorrí todo el país y encontré casos dramáticos de personas con alguna discapacidad viviendo en condiciones precarias, que hacían siete horas en camión para llegar a un centro de salud. Empecé a trabajar en 80 de los 106 municipios de mi estado, Yucatán. Era interesante para los presidentes municipales que viniera la de Kabah, porque no es la diputada, es “la de Kabah”. Me abrió más puertas ser la de Kabah que ser diputada.

“Hice jornadas de salud gratuitas, mediante un acuerdo con el Politécnico, ellos me daban los doctores, pero yo les pagaba el vuelo, el hospedaje y la comida. Todos los medicamentos los compré yo, las leches de bebé me las empezó a regalar Nestlé; Costeña me regalaba despensas, sin importarles que yo estuviera dentro de la política, al final de cuentas estoy ayudando, sin que importe el color, porque represento un sector de la población al que han pisoteado siempre”.

Por supuesto es parte de la Comisión de Grupos Vulnerables, pero gracias a su impulso se creó por primera vez la Subcomisión de Autismo y Salud mental. También es secretaria de la Comisión de Cultura; desde ahí ha presentado muchísimas iniciativas generalmente sobre personas con discapacidad y es parte de la Comisión de Relaciones Exteriores. Por parte de Naciones Unidas le entregaron un reconocimiento en una fundación estadounidense sobre discapacidad.

—En octubre dono mi sueldo de diputada para que se practiquen ultrasonidos mamarios a mujeres con escasos recursos, todos los meses de octubres lo hago; he regalado más de 800 sillas de ruedas, y lo saco de mis shows, de lo que gano aquí y de lo que trabajo.

La vida de los escenarios para Federica debe ser pesada, su papel de madre debe ser absolutamente demandante, pero la de la diputada Janine Patricia Quijano Tapia en el campo de la política también lo es, quizá más, por la responsabilidad que implica. Su actividad legislativa ha sido muy dinámica con la presentación de iniciativas y puntos de acuerdo, dos ya están en el Senado para su validación. Una de las propuestas es que el Estado se haga cargo de las víctimas de feminicidio.

—Me he tenido que enfrentar a grandes empresas como Bachoco, porque están envenenando el manto freático que tenemos en Yucatán, y si bien nos va, un día va a ser el único que tenga agua para traer a la Ciudad de México, a la que le quedan 40 años de agua potable. A veces me he metido en camisas de once varas. Me dicen que no voy a encontrar amigas en la política, pero aquí no vine a hacer amigas y sin embargo tengo muchas, y si me preguntan qué va a ser de mí en 2024, lo que contesto es que será el final de Kabah, porque yo me voy a seguir dedicando a la política, porque no voy a dejar a mi gente.

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