Trabajo Legislativo / Entrevista


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¿El voto y la abstención son decisiones personales?


Juventina Bahena

Votar en procesos electorales es el acto político de participación ciudadana más importante y para muchas personas quizá el único derecho cívico que ejercen en su vida, pero hay un sector que se abstiene de participar, en promedio el 35%, que deja en manos de los demás la elección de sus gobernantes, pero un legislador o legisladora ¿en qué justifica su decisión de abstenerse en el caso de votaciones importantes de reformas constitucionales o leyes secundarias, cuando ocupa una curul o un escaño en representación de un segmento de la población ante el Congreso?

Dejando al margen el aspecto legal, porque en efecto, los artículos 135, 137 y 191 prevén y les garantiza este derecho de abstenerse o no participar en esta parte final de un proceso legislativo al establecer que “con el voto y la abstención, las y los diputados expresan su decisión personal sobre determinados asuntos, desde si un tema está suficientemente discutido hasta la aprobación o rechazo de un dictamen. Primero habrá que analizar qué tan “personal” es la decisión que toman al avalar o no un proyecto legislativo. Veamos: cada grupo parlamentario se forma a partir de los partidos políticos que contendieron en cada elección, aun cuando se formen coaliciones, cada partido político nacional cuenta con documentos normativos para dirigir su vida interna, como estatutos, declaración de principios, programas de acción y reglamentos, y la militancia se ciñe a la institucionalidad del partido y en cada elección diseñan un programa de gobierno para un proyecto de nación que llevan al plano electoral que al ganar están obligados a cumplir, tanto en el Legislativo como en el Ejecutivo.

Con la disciplina parlamentaria, el voto rara vez es personal, porque generalmente un grupo o coalición de grupos emite su voto en bloque, ya sea a favor o en contra de un dictamen ya discutido y consensado previamente, que es registrado generalmente al principio de cada legislatura en su agenda legislativa y si se trata del grupo mayoritario irá en consonancia con el titular del Ejecutivo, pues para eso se busca el poder.

Durante el periodo neoliberal mucho se discutió sobre la independencia del legislador para que su candidatura o reelección no tuviera que depender de un partido bajo una perspectiva individualista. También se incorporó en la Ley Electoral las candidaturas independientes amparados en una popularidad individual que llevaron al poder a un gobernador, un diputado federal, uno local y tres alcaldes, en 2015. La aventura no se ha vuelto a repetir, aunque lo siguen intentando.

La abstención sí es una postura personal

La abstención sí es una postura personal. En este escenario se pierde de vista la calidad de la representación social y cabe preguntarse hasta qué punto una abstención encubre la motivación real de esta postura. Porque estar a favor o en contra supone asumir el compromiso abierto con el grupo social que representan y no hay nada que mitigue esta postura, excepto cuando suben a tribuna a razonar su voto y emiten su mensaje a la sociedad y generalmente lo hacen a nombre de su grupo parlamentario en cumplimiento de los principios, los planes y programas expuestos públicamente. Pero es importante oscilar el tema a la esfera de la filosofía política que subsume a la ética política de todo gobernante para actuar de acuerdo con principios éticos priorizando el bien común y los intereses de los ciudadanos, evitando la corrupción y el abuso de poder, con toda responsabilidad hacia los ciudadanos, protegiendo los intereses de todos, no solo de aquellos que los eligieron.


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