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La economía de mercado, inviable a largo plazo si un trabajador vive en pobreza: diputado Gustavo de Hoyos


Juventina Bahena

Gustavo de Hoyos, fiel creyente de una economía de mercado socialmente responsable, buscó desde 2016 romper la inercia que mantenía un salario mínimo deprimido, inclusive por debajo de países latinoamericanos pobres; hoy, el expresidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (2016-2020) está del otro lado de la trinchera del sector privado, y en su nuevo papel de legislador nos brinda una visión del porqué se requiere que los trabajadores reciban un ingreso por arriba de la línea de bienestar y que las familias puedan obtener salarios no solamente para cubrir su consumo, sino para adquirir activos duros.

El salario mínimo que regirá para 2025 alcanzó los 278.80 pesos, un aumento de 12 por ciento respecto del año anterior, en el marco de la disposición constitucional aprobada el 24 de septiembre pasado que establece que debe estar por arriba de la inflación. Sobre el tema, el diputado de Movimiento Ciudadano subraya la importancia de que en los procesos de negociación salarial se preserve el ambiente de consenso que se ha tenido en los últimos años, que se pueda aspirar a mejores derechos y remuneraciones, pero siempre de manera consensual.

—Mucha gente cuestiona que tomar como base la inflación no se debe decretar ni elevarse a rango constitucional, pero creo que fue tal el desfasamiento que tuvimos por tres décadas, que vale la pena que se instituya este esquema y tener la certeza de que más allá de lo que se negocie en la coyuntura, el resultado de este esfuerzo se va a preservar al paso de los años.

Antes de continuar, el maestro en Derecho Internacional y en Derecho Corporativo nos da una visión retrospectiva del origen del desfasamiento del salario mínimo que se observó durante décadas.

—Tuvimos por muchos años una inflación galopante y los pactos económicos se diseñaron para contener la inflación; uno de los elementos fue la contención salarial, que tuvo su razón de ser en su momento, pero permaneció cuando la enfermedad de la inflación se había ido. Este salario estaba por debajo de los del resto del mundo, no solamente de países desarrollados, sino incluso de toda Latinoamérica.

“Dado que el salario mínimo era la medida de peso y balance de multas de tránsito, infracciones penales, multas fiscales, era muy difícil evolucionar el salario mínimo por el impacto que tenía en muchas otras materias, más allá de la salarial”. Gustavo de Hoyos recuerda que en 2013 inició un proceso gradual para desindexar el salario mínimo de otras variables, “recurso que concluyó entre 2013 y parte del 2016, y una vez que se eliminaron esas amarras se pudo dar una evolución mucho más razonable”.

El aumento de los salarios mínimos incrementa el consumo y reactiva la economía, condición que seguramente conoce el sector privado. Gustavo Adolfo de Hoyos Walther recuerda que, para 2016, el Consejo Coordinador Empresarial traía el tema de los salarios como una prioridad.

—En ese momento yo era presidente de la Coparmex, el único sindicato patronal del país. Primero hubo un reconocimiento de que claramente nos habíamos desfasado en el tema salarial y postulamos una nueva cultura salarial, con la cual iniciamos un proceso gradual, paulatino, que condujese a que lográsemos, al menos, lo que le llaman los técnicos la línea del bienestar para los trabajadores. ¿Qué significa? que con el ingreso de una persona que gana el salario mínimo, que trabaja 40 horas a la semana, se pueda mantener una familia de cuatro personas sin estar en condición de pobreza. Se trazó una ruta para salir de ese desfasamiento paulatinamente.

“Debo decir que hubo un gran esfuerzo de los empresarios para que no hubiera desorden en el mundo de los salarios contractuales. El objetivo se logró entre 2015 y 2018 y así llegamos al cambio de gobierno con el presidente López Obrador. La Coparmex planteó a los candidatos de ese momento cuál sería la ruta para pasar de la línea de bienestar personal a la línea de bienestar familiar. Yo le llamo a eso 2 para 4; significa que con el salario de dos personas de una familia que gane el salario mínimo se puedan mantener en condición de un bienestar.

“Entonces la Coparmex planteó esta ruta de crecimiento a los candidatos. Lo aceptó Ricardo Anaya y López Obrador, pero no el candidato José Antonio Meade. Por ahí conservo la carta autógrafa del presidente López Obrador, en ese tiempo candidato, diciendo que si llegaba a la presidencia iba a tomar la iniciativa de la Coparmex para que fuera la ruta del crecimiento salarial, y así ocurrió una vez que llegó al poder en la elección de 2018 y en diciembre de ese año fija el primer salario mínimo bajo este esquema progresivo para llegar a la línea de bienestar familiar cuya meta era 2024 al finalizar su periodo. La realidad es que se avanzó más rápido y para 2023, se logró lo que parecía imposible. Cuando trazamos la ruta, decían que la meta se lograría hasta 2030, pero lo hicimos 7 años antes, en un esfuerzo colectivo.”

El diputado emecista habla de la apertura en el sector para procesar estos cambios de paradigma pues en el sexenio pasado se logró la modificación de las pensiones, y los patrones están aportando cada vez más para el fondo pensionario de los trabajadores y pasaron de una postura de animadversión a una de colaboración y “más allá de los gobiernos de cualquier signo partidario ya tiene una ruta que espero no se interrumpa para que paulatinamente podamos tener mejores niveles de ingresos”. Sin embargo, enumera algunas condiciones.

—Se requiere que siga habiendo condiciones para que haya más inversión nacional y extranjera que generen más y mejores trabajos y, con base en la productividad, podamos paulatinamente tener mejores niveles de ingresos. No la han visto fácil, sobre todo los pequeños comercios, los pequeños establecimientos, la gran empresa de alguna manera se puede adecuar más rápido, hoy tenemos un desafío importante en las microempresas que pasaron por la pandemia. Hay otros desafíos, como por ejemplo la posible reducción de la jornada laboral, el aumento de los días de vacaciones. Todos son costos extras para los empleadores. Además, hay mucha incertidumbre por lo que va a pasar con el T-MEC porque hay alguna amenaza de inflación porque el mercado no ha crecido como esperaríamos, pero en mi opinión, y ya no lo puedo decir como dirigente empresarial, pero lo que escucho de los empresarios, es que la gran mayoría están comprometidos a que ya no perdamos lo que se avanzó. No fue fácil dar el paso, pero se dio.

¿Cuál fue la visión del entonces dirigente del único sindicato patronal que, según su página de internet son responsables del 30 por ciento del PIB, para embarcarse en una empresa que no buscaba el lucro inmediato?

—Yo soy creyente de la economía de mercado socialmente responsable, y ésta no puede ser viable en el largo plazo si una persona que trabaja en la formalidad 40 horas por semana está condenada a vivir en una situación de pobreza. Hablé con miles de empresarios en el país que creen en la libre empresa y los convencí de que teníamos que cambiar esa visión de atorar el salario porque a la larga lo único que se iba a provocar es que el sistema ya no diera más, necesitábamos una propuesta distinta. Como finalmente ocurrió.

“La inmensa mayoría de los patrones en el país, desde los que tienen uno, cinco, o miles de colaboradores, entienden que el recurso más importante no son las máquinas ni las instalaciones, es la calidad y el compromiso de sus colaboradores. Un colaborador que no está debidamente remunerado difícilmente puede ocuparse de ser productivo, de hacer un producto de calidad. Fue un cambio muy fuerte el que se tuvo que dar y realizamos muchos estudios en distintos lugares del mundo de cómo habían hecho los movimientos salariales. Yo estuve en la OCDE, en París, estudiando por varias semanas cómo habían hecho su cambio en distintos países y con base en la experiencia internacional hicimos este planteamiento. Algo curioso es que la Coparmex, cuando yo era su dirigente, fue la única organización empresarial en el mundo que la propuesta de incremento salarial venía de los patrones. Es como el mundo al revés, pero afortunadamente también me tocó encabezarlo, pero fue un mérito colectivo. Hubo un compromiso de los patrones organizados de todo el país. Entendieron esta complejidad y lo apoyaron”.

Cómo ve la frase del anterior presidente: “Por el bien de todos primero, los pobres”. ¿Estaba en sintonía con esa visión de la nueva cultura salarial que propusieron?

—Yo la entiendo como un eslogan de gobierno, está bien, no me asusta. La realidad es que para que haya que distribuir, para que se tengan mejores salarios, para que haya un mejor sistema de salud, se requiere que haya condiciones de atractividad para la inversión. Este país tiene profundos rezagos y yo me he ocupado de trabajar en ellos desde el sector privado. El desafío es cómo logramos que los empresarios tengan certeza en el largo plazo, que no haya cambios repentinos en el marco fiscal, que las reglas para emprender no cambien, que haya facilidad para obtener permisos para crear una empresa, que no se queden los proyectos atorados en la burocracia. Por otro lado, cuando un patrón sabe que el talento tiene que pagarlo bien, es más importante que el salario mínimo. Tiene que haber muchos trabajos de empresas cada vez más elaboradas, donde se pague, sí, la fuerza de trabajo manual, pero, sobre todo, yo digo que hay que pasar de la mano de obra a la mente de obra, es decir, que estemos cada vez más con personas más capacitadas, más formadas, y entonces esto en automático nos lleva a mejores niveles de remuneración.

¿Qué es lo que está pasando en el mundo? Los países que no invierten en educación, que su fuerza de trabajo tiene menos habilidades, menos destrezas, menos capacidades, se están quedando con trabajos muy básicos donde es poco el valor agregado y los países más desarrollados cada vez más se están moviendo a trabajos más sofisticados, con inteligencia artificial, los nuevos procesos de la cuarta Revolución Industrial. La gente va a ganar mejor donde los trabajos sean más sofisticados, más elaborados. Eso requiere educación, requiere capacitación continua, pero ahí, como vale mucho más el producto, entonces se pueden pagar mejores salarios.

La presidenta acaba de anunciar el Plan México para sustituir importaciones de Asia o de los países con los que no tenemos tratados. ¿Cuál es su opinión?

—El Plan México es una decisión oportuna, pertinente. Celebro que el gobierno federal esté poniendo a la política industrial, para decirlo así, lato sensu, como una prioridad, no todo es que se deje al mercado. El hecho de que se estén definiendo sectores estratégicos, sectores tractores les llamo porque jalan la economía, y me parece una buena medida que se estén definiendo responsables regionales para facilitar que esto ocurra. Esperemos que estos buenos planes que están bien trazados no se desbarranquen por otras políticas públicas que puedan inhibir y afectar, como pudiera ser un cambio fiscal repentino, la falta de certidumbre, por ejemplo, si con la reforma del Poder Judicial no haya una buena impartición de justicia, el crimen exacerbado, la violencia que hay en algunos lugares del país, las extorsiones del crimen organizado hacia las empresas.

Para mí, hay un gran potencial para que tengamos mejores niveles de remuneración. Creo que hay un compromiso de los empresarios en general por hacerlo y lo que tenemos que hacer desde la parte pública, los gobiernos, los legisladores, que las normas, las leyes, los cambios fiscales, no vengan a inhibir esa gran posibilidad que tenemos como país. En el caso de los permisos estamos impulsando la positiva ficta, esto es, que si quiero arrancar una empresa basta con que haga una manifestación, si no es de algún giro peligroso como materiales biológicos que puedan causar riesgos a la población, pero si es un giro comercial normal, con una manifestación hecha ante la autoridad competente, el empresario puede abrir, puede arrancar, que empiece a producir y se le dé un plazo de 90 a 120 días para cumplir con toda la parte regulatoria. Así pasamos de la negativa ficta a la positiva ficta. Si logramos que sea más fácil emprender, entonces vamos a tener más empresas.

Hicimos esta ruta de crecimiento y al mismo tiempo es una ruta de consenso a partir de 2016 y que afortunadamente nos ha permitido alcanzar, primero, la línea de bienestar como lo describió el INEGI, luego la línea de bienestar familiar, y tenemos que ir por lo que sigue, por un nivel en que las familias puedan tener no solamente ingresos para su consumo, sino activos duros, es decir, un remanente para hacerse de una casa, un automóvil, de enseres domésticos de mayor calidad y eventualmente la meta es que las personas también puedan ahorrar para que puedan enfrentar cualquier contingencia en su vida personal. Tenemos que garantizar que el sistema laboral en su conjunto permita que las personas vayan ganando más y que tengan estabilidad en el empleo.

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