Trabajo Legislativo / Entrevista


news

Más que el monto de la deuda importa la capacidad de pago: Rosalío Luis Rangel


Juventina Bahena

La deuda de nuestro país representa aproximadamente el 48.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y en días pasados, la Secretaría de Hacienda liquidó el pago anticipado de un bono con vencimiento en abril de 2025 por un monto de 894 millones de dólares, para quitar presiones de pago a la siguiente administración, pero ¿cuál es la dimensión real de los adeudos y su impacto en el gasto público? Le preguntamos a  Rosalío Luis Rangel Granados, director de Ingreso-Gasto del prestigiado Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP).

—Para ponerlo en perspectiva, podemos compararnos con otros países de mayor importancia en la economía mundial como Estados Unidos, cuya deuda representa 1.5 veces su PIB, es decir, tres veces más la proporción que nosotros tenemos; la deuda de Japón es 2.5 veces su PIB, es decir, cinco veces más que nosotros. Sin embargo, lo importante no es el monto total de la deuda de un país, en relación a sus ingresos, sino su capacidad de pago.

“Hay países de Latinoamérica como Guatemala cuya deuda representa alrededor del 25 por ciento de su PIB; en países de Europa Oriental equivale a una proporción similar; la de Luxemburgo asciende al 30 por ciento. México no está tan alejado con relación a ellos, pero se trata de un valor relativo, pues lo que en realidad importa es la capacidad de pago. De nada sirve que un país deba un 10 por ciento de sus ingresos si no tiene con qué pagar y si Estados Unidos debe 2.5 de su PIB, no es tan relevante porque tienen capacidad de pago o de negociar su deuda.”

Una deuda ancestral

Al hacer una retrospectiva del comportamiento de la deuda de nuestro país, nos comenta que ésta data del siglo XIX, con el nacimiento de la primera república federal mexicana (1824-1825), cuando para cubrir sus déficits ficales acudió al mercado financiero europeo, específicamente a Inglaterra.

—Luego, recordemos el célebre episodio de la Guerra de los Pasteles, cuando en abril de 1838 Francia invadió nuestro país reclamando reparación por daños a ciudadanos de ese país durante la guerra de Independencia.

—Con la firma de paz en marzo de 1839 y el gobierno mexicano se comprometió a pagar 600 mil pesos de indemnización por los supuestos daños a los residentes franceses.
“Eso nos da idea del tiempo transcurrido en que hemos arrastrado una deuda ancestral que se ha ido incrementando. Las deudas se acumulan, más cuando los países no tienen capacidad de pago y no generan ingresos suficientes para cubrir sus gastos y tienen que echar mano de la deuda para pagar esos faltantes.

Los Cetes, principal fuente de endeudamiento

Ahora bien, explica Rangel Granados, la deuda de un país puede ser externa e interna. La primera se integra con adeudos a la banca privada internacional como el Chase Manhattan Bank, el Exim Bank, los bancos europeos: Scotiabank, Santander; los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo. La deuda interna es la que colocamos a través de la banca nacional, pero la principal fuente de endeudamiento interno es la emisión de los Certificados de la Tesorería, los Cetes, que compran los mexicanos.

La proporción deuda externa-deuda interna se ha ido modificando. “Hasta fines del siglo pasado, la parte más importante de la deuda se contrataba con la banca externa. Actualmente, 82 por ciento de la deuda pública se contrató con la banca nacional y 18 por ciento con los acreedores internacionales. Otra cosa que ha cambiado es que en el pasado, la mayor parte de la deuda estaba contratada a tasa variable, cuyas fluctuaciones enseguida se reflejaban en los montos o el pago que había que hacer. Hoy la mayoría de los créditos están pactados a tasa de interés fija, que opera durante el periodo de vigencia de la deuda, protegiéndola de los vaivenes de las tasas de interés. Lo que mueve los títulos de deuda son sus precios y con ello su rendimiento.

En este momento, por ejemplo, la tasa de interés nacional es del 11 por ciento y las tasas internacionales que rigen a nivel mundial son la del Tesoro de Estados Unidos, la de tres meses ronda en cinco por ciento y la tasa Libor de la banca de Londres, Inglaterra, anda alrededor del seis por ciento. Estas son las tasas líderes a nivel mundial.

Refinanciar, una estrategia importante

La información que se dio en la prensa sobre el refinanciamiento de la deuda responde a una estrategia muy importante del gobierno sobre la reprogramación de pasivos, debido a su buen comportamiento crediticio y al casi nulo riesgo de que se incumpla con el pago de los rendimientos, los intereses o la liquidación de la deuda. Se reprograma el pago con rendimiento atractivos para la contraparte en condiciones favorables para México, de tal suerte que no haya presión para la siguiente administración por el pago de la deuda.

“Otro factor importante es la conversión de la deuda externa en deuda interna. Anualmente, el gobierno federal solicita un monto de endeudamiento para cubrir su déficit fiscal, mismo que autoriza el Congreso, y puede emplearlo totalmente o no. El año pasado, el gobierno contrató 1.3 billones, es decir, 100 mil millones de pesos más de lo autorizado pero, por otra parte, los 6 mil 400 millones de pesos de deuda externa que había solicitado, no solo no los contrató sino que pagó casi 4 mil millones de dólares, con lo cual satisfizo lo instruido en la Ley de Ingresos de 2023.

“De esa manera no se rebasó el límite autorizado por el Congreso y se hizo un pago que redujo, aunque sea marginalmente, la deuda externa. La estrategia financiera del gobierno federal ha sido bastante inteligente, muy cauta, porque aprovechando la apreciación del peso, le convenía pagar a un tipo de cambio más barato, utilizando esquemas de financiamiento de reprogramación y pagos anticipados cuando las condiciones de los mercados así lo permiten, esto es, cuando bajan las tasas de interés o se aprecia la moneda nacional.

“Esto funciona por la forma en que funcionan los mercados, porque se propone un pago un poco más alto del precio del título que convenga al acreedor, también conviene al país porque paga menos que si mantuviera la deuda durante el tiempo previsto. Esta estrategia del gobierno mexicano le ha permitido mantener los niveles de endeudamiento en montos manejables.

“La deuda se ha acumulado porque México no ha tenido la capacidad de crecimiento sostenido necesaria para pagar los gastos que requiere su sociedad. Por otro lado, tenemos un problema de ingresos. El gobierno ha puesto énfasis en incrementar la recaudación porque no alcanzaba a cubrir sus gastos. Había un grave problema de evasión y de elusión fiscales. Ahí tenemos, por ejemplo, el problema del Grupo Salinas, que sistemáticamente ha buscado mecanismos para evitar el pago de impuestos, mecanismos que el marco normativo posibilita junto con los arreglos subrepticios que ocurren al margen.

Cuando la deuda se paga a sí misma

La recaudación tributaria, expone Rosalío Luis Rangel, se ha venido incrementando de manera gradual a partir del presente siglo, cuando inicialmente era del 11 por ciento del PIB, mientras que los países escandinavos son capaces de recaudar el 40 y hasta el 70 por ciento de su PIB. El promedio de los países industrializados es del 34 por ciento. México alcanza hoy el 17 por ciento, todavía un nivel muy bajo, y aunque ha mejorado, la economía informal es una limitante para la recaudación; también el nivel de pobreza, los salarios bajos, pues cuando una persona tiene un salario muy bajo, está exento de pagar impuestos. Los salarios bajos se mantuvieron por muchos años y el gobierno daba créditos al salario. Recuperaba una parte marginal porque en lugar de obtener ingresos, subsidiaba el salario, les hacía transferencias. Hoy, en la medida que los salarios están mejorando, mejora la recaudación y si el empleo crece, también mejora la recaudación.

“La deuda, por sí misma no es un mal indicador para una economía sino su capacidad de producción, de generar empleo, de generar ingresos para pagarla y la capacidad de crecimiento económico. Si la deuda se utiliza para incrementar la producción y generar mayor infraestructura, más caminos, puentes, presas, telecomunicaciones y favorecer la inversión en mayores centros turísticos, en esa medida, esa deuda va a permitir obtener ingresos para pagarse a sí misma.

“El problema es cuando la deuda se emplea en el gasto corriente, en el consumo del día a día. Eso empeora la situación de los países en el largo plazo, pues no solamente no van a tener para pagar en el futuro, sino que van a necesitar más ingresos ajenos para poder subsanar sus gastos. La capacidad deudora del país en este momento es alta y las calificadoras así lo reconocen, dándole a los títulos de deuda del gobierno una tasa de riesgo baja.”

¿Qué son las calificadoras?

Las calificadoras son instituciones financieras que evalúan los títulos de deuda de un país o corporación, con base en esto se arrogan una autoridad incuestionable en temas financieros y nadie es capaz de disputarles esta condición privilegiada a nivel global, pero qué son y qué hacen exactamente, el economista, catedrático y director de Ingreso-Gasto, nos da un paseo por el interior de estos entes que se mueven entre la autarquía y el consenso de los poderosos.

—Los gobiernos colocan títulos de deuda que compran los ahorradores con un rendimiento a plazo fijo, respaldado por la solvencia moral, determinada por el reconocimiento de que el deudor cumple sus obligaciones, y la solvencia financiera, sustentada en su capacidad de pago. Los ahorradores, los inversionistas quieren ese título porque saben que el rendimiento que paga es seguro y la liquidación o la redención del título también es segura. En caso contrario, cuando el papel proviene de un deudor que tiene una baja solvencia moral o financiera, es decir, un alto riesgo de incumplimiento, los inversionistas desdeñan ese papel. Lo que hacen los mercados es duplicar el rendimiento bajando el precio del papel; esto es, si el papel vale 100 pesos, lo vende en 40. Entonces, no es lo mismo tener un rendimiento de 11 por ciento anual sobre una inversión de 100 que de 40. El rendimiento se vuelve más alto. A esto se le denomina riesgo soberano. Si el riesgo es alto, entonces elevan la tasa promedio de rendimiento que debe pagarse en el mercado para que lo acepte.

“Cuando los papeles tienen una buena aceptación porque el deudor tiene un bajo riesgo de incumplimiento también disminuye el rendimiento porque es segura la recuperación de la inversión, incluso puede subir el precio y bajar esta tasa de interés porque va a obtener un rendimiento seguro. El binomio riesgo-rendimiento es directamente proporcional y lo que hacen las calificadoras es medir el grado de riesgo, establecer tasas promedio de rendimiento. Cuando los papeles no son una inversión segura, pueden llegar a calificarse como “bonos basura”.

“México ocupa alrededor de la 13ª posición de las economías en el mundo. Es una de las más importantes del mundo por su posición geográfica, por la dotación de sus recursos, por la generación de su producción y su historial de pagos le otorgan la solvencia moral necesaria para mantenerse en los mercados.

“Hay que destacar la actual estrategia de endeudamiento público del gobierno. Cuando la mayoría de los países se endeudó para enfrentar la crisis sanitaria, nuestro país no lo hizo y prefirió utilizar los recursos propios que tenía disponibles de los fondos de ahorro y fue muy criticado por eso.  Muchos países elevaron su proporción de la deuda entre 5 y 10 puntos del PIB. De representar el 50, pasó a 60. Nuestro país decidió no endeudarse más y justamente es una de las razones por las cuales nuestra posición de endeudamiento actual es bastante sólida, sostenible.

A los ojos de la comunidad financiera internacional ¿Quién avala a las calificadoras? ¿cuál es su fiabilidad?

—Las calificadoras se basan en dos criterios: uno subjetivo y otro técnico. El subjetivo es cuando país cumple con lo que ellos consideran adecuado. El ejemplo típico es el caso de Venezuela o lo que ocurrió en Grecia, en 2014. Para ellos, Venezuela no está haciendo lo que se considera adecuado, entonces está mal y lo castigan. Incluso, nuestro país está sufriendo esos embates de la especulación, porque para ellos hay el riesgo de que el gobierno no haga lo que le parece correcto: respetar la propiedad privada o el Estado de Derecho. Es una percepción subjetiva porque no tienen ningún criterio de prueba, pero hay especulación y las calificadoras, por supuesto, observan esto.

“También hay un elemento técnico de calificación, cuyas metodologías son similares, por ejemplo, la de Fitch ratings mide aproximadamente 25 indicadores económicos, sociales y políticos. Entre los económicos está el crecimiento del PIB, el comportamiento de la tasa de interés, la inflación, el nivel de exportaciones, el nivel de consumo, el comportamiento de la inversión productiva, su tasa de interés, entre los más relevantes en este momento. En los indicadores sociales está el nivel de pobreza, de desigualdad, de los problemas sociales reconocidos como de seguridad, el comportamiento del tamaño de su población, cómo ha evolucionado y el proceso de envejecimiento.

“De los indicadores políticos se califica el régimen de gobierno, si es democrático, autoritario, si tiene elecciones, se respetan sus resultados, qué partido tiene mayoría, su ideología, etcétera. Con la suma de indicadores, las calificadoras hacen una evaluación técnica. Yo no podría decir que objetiva, porque esos mismos indicadores están imbuidos de esa ideología, de ese criterio subjetivo con el que califican que Venezuela o Cuba está mal, porque en su opinión tienen un régimen dictatorial, pero no toman en cuenta, por ejemplo, el bloqueo.

“Hacen una evaluación técnica muy acuciosa, pero no muy objetiva. Además, son los elementos dominantes en los mercados financieros internacionales y entre las comunidades de inversionistas, de empresarios, de políticos a nivel internacional. Entonces, eso es lo que respalda a las calificadoras en su valoración de lo que es bueno o adecuado.”

¿Cuál es la dimensión real de la deuda?

—Que deberíamos tener un menor endeudamiento para tener más posibilidades de distribuir mejor el ingreso e invertir más, pagar mejores salarios, eso es indudable; pero dentro de las condiciones reales, la condición de deuda del país en este momento no es ni con mucho una situación de riesgo o un problema grave. La deuda que está autorizada para este año y en los años siguientes es el punto a discutir. Conforme a la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la Secretaría de Hacienda tiene la obligación de presentar escenarios de macroeconomía con proyecciones de cinco años; para 2025 se prevé reducir el déficit fiscal a 3 o 3.5 por ciento y ahí se va a mantener.

Hay quien dice que no se va a lograr. Ese es el punto de la discusión que nos lleva al terreno ideológico político. Esta postura está impulsada por personas que no comparten del todo el proyecto actual del gobierno, pero tendremos que esperar y confiar en que los grandes proyectos de infraestructura del país tengan éxito, por el bien de todos. Así que no hay que apostarle al fracaso con tal de tener razón, más bien apostar porque los proyectos que se supone van a generar mayor bienestar para la población, tengan éxito.

Notas relacionadas