Trabajo Legislativo / Entrevista


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No estamos para solucionar problemas personales, sino de todo el país: diputada Olivia Esquivel


juventina Bahena

María Magdalena Olivia Esquivel Nava es diputada por Morena. Aunque proviene de una estirpe obradorista, su activismo se desencadenó cuando ocurrió la amenaza de desaforar a Andrés Manuel López Obrador. Se asume como mujer de izquierda; nos habla de su militancia y trabajo legislativo, pero en su doble papel de madre y política no parece tener conflicto.

En 1971, la diputada Esquivel ingresó a la Facultad de Química; interrumpió sus estudios y cuando quiso regresar, la carrera ya no existía, además ya estaba casada.

—Intenté cambiarme a otra carrera, aunque dejar de estudiar no fue problema para mí, al menos formalmente y tampoco era mi proyecto de vida tener un certificado. Además, cuando cometes un “desliz” y tienes un hijo te enfrentas a la disyuntiva de ser madre soltera, seguir estudiando con el apoyo de la familia o quedarse con la pareja y hacer una vida familiar.

Vengo de una generación más tradicional y me enseñaron muchos valores, tanto en la escuela como en mi casa, ya los 20años tomé la decisión de tener un hijo, aunque pude también no haberlo tenido porque no soy antiabortista. De mi papá aprendí valores cuando nos enseñaba historia, moral, de ahí que los principios y la ética han regido mi vida, por eso estoy en Morena. Su activismo consumió gran parte de su tiempo, incluso una de sus hijas se quejó por su constante ausencia.

Una estirpe de izquierda

—Desde pequeña acompañaba a mi padre en las acciones que emprendía en la comunidad donde vivíamos, pero seguimos a López Obrador desde el 2000, cuando siendo Jefe de Gobierno pretendieron desaforarlo; mi participación fue más decidida por el hecho de que siendo él un hombre público que ha luchado, que viene de una trayectoria política, le quieren hacer eso, qué esperamos los ciudadanos que no somos conocidos. Además, mis dos hermanas y yo venimos de la UNAM, cuando el personal académico era de izquierda y la mayoría de los alumnos también lo era. Ahora es un semillero de conservadurismo.

Han pasado 16 años desde que Andrés Manuel López Obrador encabezó un plantón en la capital del país que se instaló en Paseo de la Reforma en protesta por el resultado de las polémicas elecciones que le dieron el triunfo a Felipe Calderón Hinojosa.

El bloqueo se inició el 30 de julio del 2006, luego de una votación a mano alzada en la plancha del Zócalo, en respuesta a que tanto Calderón, el INE y Acción Nacional se negaran al conteo total de los votos. Y Olivia Esquivel estuvo ahí.

Luego de 47 días, el 15 de septiembre, el bloqueo se levantó y ella se unió a la resistencia desde el primer momento en que dejaron el plantón. Cuando apenas se empezaba a proyectar el partido, se formaron comités en cada comunidad; el primero se creó en su colonia, El Alto, en la Gustavo A. Madero. Con todos estos años de militancia, tiene muy claro lo que significa hacer política.

—Nosotros no estamos para solucionar asuntos personales, sino los de todo el país. Nuestro trabajo consiste en ayudar a toda la sociedad, sobre todo a la comunidad y crear esos vínculos que se perdieron con el neoliberalismo, porque fuimos volviéndonos egoístas, individualistas.

Con el trabajo realizado, Olivia Esquivel hizo su solicitud para una diputación federal, aunque ya lo había intentado dos veces antes, pero como la tercera es la vencida, salió elegida por tómbola. Previamente se habían inscrito más de ocho mil personas mediante un padrón abierto.

—En ese momento yo estaba en la Secretaría de Mujeres de Morena en la Ciudad de México. De más de ocho mil aspirantes, mil 30 reunimos los requisitos, cuyos nombres se fueron a una tómbola y salí seleccionada. Cuando me avisaron quedé impactada; no lo podía creer.

La diputada Esquivel ha pugnado por la independencia de las mujeres y con esa idea fue que organizó una cooperativa de tejido para vender sus productos, luego tuvo un negocio, al margen de las actividades de ingeniería de su es- poso ¿Sus hijas siguen ese patrón de cumplir con una doble jornada o ya es una generación que se resiste a encasillarse en ese papel?

— Nosotros fuimos siete hermanos y en casa me enseñaron que el quehacer se reparte. Mi hija que vive en Canadá y exige que las tareas sean compartidas. Ella y su esposo tienen una actitud co- laborativa. Ella es más liberal. No tenían mucho de casados cuando él se fue a hacer la maestría. Creo que los dos ya llevaban esa manera de pensar; traían esa formación un poco creada por el neoliberalismo, otro poco por su independencia, la influencia a veces de las amistades, los maestros, todo influyó para que puedan llevar una vida en la que los dos cooperen.

“Sin embargo, cuando llegas a una sociedad distinta, la vas conociendo poco a poco, pero realmente cuando llegas, como todos los migrantes ¿con quién te involucras? pues con los iguales a ti, con los latinos, personas que hablan por lo menos tu idioma y tienen una cultura similar, porque los canadienses son blancos, anglosajones, discriminatorios, un poco menos que en Estados Unidos; de todas maneras, tampoco es tan fácil que les caigas del todo bien, pero son abiertos, amigables. Su policía es como de película, no golpean, no gritan, no maltratan, hay muchas reglas y ella las acepta, o sea, se adapta”.

De su trabajo legislativo nos cuenta de la mala fama de las servidoras del sector público, del ramo que sean, pero sufren acoso del público o sus jefes, sean secretarias, funcionarias o diputadas. Por ello, presentó una iniciativa para buscar su protección.

—No hay una ley que las proteja del acoso a las servidoras públicas. Nuestra propuesta busca dar atribuciones a la Secretaría de la Función Pública para que las apoye tanto psicológica como legalmente contra su violentador y, más que aplicarle una pena punitiva más grave, que se le reeduque y se le aleje de ella para no crear más odios, porque somos de la idea de que aun cuando haya más penas, ellos siempre la libran. A final de cuentas, se genera una espiral de odio y represalias, ejercen violencia vicaria, o contra sus propios hijos; también llevan a cabo acciones que atentan contra su dignidad.


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