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Sin infraestructura ningún gobierno municipal, estatal o federal puede cumplir derechos humanos: diputado Reginaldo Sandoval


Juventina Bahena

Entre la administración pasada y a dos meses de que iniciara el periodo presidencial de Claudia Sheinbaum se han aprobado unas 33 reformas estructurales a la Constitución que, al mismo tiempo que modifican el régimen político económico, se crean nuevos paradigmas y uno de estos se da en la infraestructura pues se construía obra pública bajo la premisa del lucro de las constructoras y la corrupción que traía aparejada. De ello nos habla Reginaldo Sandoval Flores, coordinador de los diputados del Partido del Trabajo.

Inicia la charla explicando que ese cambio se da a partir de que el 1 de julio de 2018 el pueblo mexicano dijo basta de modelo neoliberal, que no ayudó a salir de la pobreza, por el contrario, en 36 años creció la desigualdad y bajó la inversión en infraestructura. A partir de ese momento el diputado Sandoval Flores presidió la Comisión de Infraestructura. Lo primeo fue redefinir el concepto de obra pública por el de infraestructura.

—De acuerdo con los estudios que realizamos, en 1980 se invertía 10% del PIB en obra pública; en 2018 bajó al 1%. Apenas se empezó a levantar y lo traemos en 2.7 o 3.7%. Naciones Unidas establece que para que un gobierno genere desarrollo, mínimo debe invertir 4.5% de su PIB. Además, la ONU recomienda que en la inversión pública debe haber un equilibrio entre el impacto social, el económico y el financiero. Y al modelo neoliberal sólo le importó el aspecto financiero, y con ese criterio, sólo se construía obra para ganar dinero sin pensar en las personas.

Usted ha dicho que sólo se pueden garantizar derechos humanos a partir de que haya infraestructura ¿Esta es una condición sine qua non?

—Sin infraestructura, ningún gobierno a nivel municipal, estatal o federal puede cumplir derechos humanos. Anteriormente, sólo se identificaba la infraestructura con carreteras y puentes, pero el acceso a la salud, al agua, el turismo, la electricidad y las comunicaciones requieren también de infraestructura; es decir, hay transversalidad de esta actividad en todos los ámbitos del desarrollo humano, y no hay duda de que si no se invierte en infraestructura no podemos garantizar derechos humanos.

Seguramente la iniciativa privada ya se queja porque quiere participar en los proyectos de construcción de infraestructura.

—Sí, se quejan mucho de que cambió la visión de la inversión en infraestructura y la forma de participar. Con Andrés Manuel se proyectó un horizonte de 6 años para hacer la infraestructura fundamental que requería México y no dejar elefantes blancos ni proyectos a medias. Se construyó el Tren Maya, el Transpacífico, el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tulum, la granja solar en Sonora, las dos presas en Sinaloa, el sistema de riego en Nayarit y también en Sinaloa. Son obras mayúsculas que representaron una inversión fuerte, proyectadas a seis años.

“Tuve la oportunidad de dialogar con unos empresarios en Alemania y me decían, ‘por qué vienen aquí a aprender de nosotros si nosotros estamos sorprendidos por lo que ustedes han logrado en seis años construir mil 553 km de ferrocarril, dos aeropuertos en seis años’. Ellos llevan como 15 años o más, haciendo una estación ferroviaria muy fuerte, pero se han tardado ese tiempo. Acabo de ver el video que subió Samsung de su participación en la construcción de la refinería de Dos Bocas, y también se dicen sorprendidos porque se construyó en muy corto plazo. Las obras se hacen pensando en los mexicanos, en las personas; que ya no haya gasolinazos, que no suba el precio para evitar la inflación”.

En cuanto al derecho a la educación, el coordinador de los diputados del PT dice que se siguen construyendo escuelas o edificios de departamentos de 3, 4, 5 pisos sin acceso adecuado, elevadores ni rampas. “No existe infraestructura accesible, sustentable, resiliente, estratégica, equitativa y esas concepciones debe llevar la infraestructura de ahora y los privados ponen esos pretextos porque piensan solamente en la utilidad.”

—En los debates que se realizaron durante la Semana Nacional de Infraestructura Transformadora aquí en la Cámara entre la iniciativa privada y los ingenieros de la escuela militar que estaban construyendo el aeropuerto Felipe Ángeles, Felipe Carrillo Puerto en Tulum y el Tren Maya, obras a cargo del general Gustavo Ricardo Vallejo, él debatía con la iniciativa privada respecto al reclamo de que no podían competir con los militares porque no agregaban costos indirectos o porque los soldados trabajan sin paga; les demostró con hechos que no es así, incluso revisamos los costos de un tramo realizado por la iniciativa privada y los de la Secretaría de la Defensa; la diferencia era abismal. Vallejo es un general admirable, actualmente lo responsabilizaron de la construcción del tren de Querétaro, de Pachuca. Tuvo tres veces fractura de pierna porque iba en la madrugada a supervisar las obras.

Respecto de la participación de la iniciativa privada, dijo que es bienvenida. “La inversión pública es insuficiente y necesitamos la inversión privada, pero sin la vieja visión de que sólo se busque la utilidad económica, porque el propósito de la infraestructura es prestar servicios.”

También se quejan de que sea el centro el que esté planificando, pero un caso exitoso de planificación central y de largo plazo es el de China y su economía sigue creciendo, además que se dan condiciones especiales para la participación privada, incluso extranjera.

—Antes había despilfarro, había mucha robadera aquí en la Cámara de Diputados. En la administración de Calderón se etiquetaron 150 mil millones de pesos al año; esto es, casi un billón de pesos en su sexenio. Fue la gloria del Ramo 23. Si hubieran hecho la obra que etiquetaron aquí en la Cámara, México sería una potencia en deporte porque lo más socorrido eran unidades deportivas. Hay municipios a los que se les destinó dinero hasta para cinco o seis unidades deportivas. No se construyeron caminos, carreteras, clínicas, escuelas, agua potable, drenajes. Sólo se les daba el dinero y quién sabe qué ocurría. Era una cosa verdaderamente triste.

“El modelo de obra convenida no era malo, el problema es cómo se ejecutó. El presidente López Obrador prefirió planificar en un horizonte de mediano plazo con recursos federales para evitar contratiempos con la incidencia de factores locales. Aun así, enfrentó el acoso contra las obras mediante cientos de amparos. La presidenta Claudia Sheinbaum extendió la mano a cada gobernador para que propusieran una o dos obras para incluirlos en el presupuesto con lo que habrá mayor planificación.

“En el caso de los chinos, tiene que ver con una cosmovisión un poco diferente. Ellos planifican individualmente su vida, ya no digamos en el ejercicio de gobierno, cuyo horizonte de planificación fue de 50 años, independientemente de quien esté en el poder. Actualmente, invierten en infraestructura 51% de su PIB; en México apenas es del 2.7, 3.7, es algo sorprendente. China es de ahora primer mundo en muchas cosas por el tipo de planificación que hacen.

“En el caso de México, aun en la 4T, nos falta planificación; no hay todavía esa disposición política, una visión de mediano y largo plazo. El último ejercicio de planificación que tuvimos en este país fue cuando teníamos, por un lado, a la Secretaría de Hacienda, y por otro, a la de Programación y Presupuesto; entonces, Programación planificaba y Hacienda le daba suficiencia presupuestal. Ambas se fusionaron con Salinas de Gortari. A partir de ahí se acabó la planificación”.

El diputado Reginaldo confía en que la presidenta decida cambiar esta situación, pues en Hacienda hay un candado: la Dirección de Proyectos de Inversión que funciona como un embudo complejo y difícil que impide transitar esa especie de aduana, porque al registrar un proyecto se le asigna un folio para poder fijarle presupuesto, pero si no hay folio, es como si no existieras, es un embudo imposible de pasar. La presidenta tiene la disposición de modificar eso.

En cuanto a las recomendaciones de la ONU de invertir por lo menos 4.7 del PIB en infraestructura ¿en cuánto tiempo podríamos llegar a ese umbral de inversión?

—Yo creo que lo podemos hacer en el sexenio de Claudia. Con la reducción del déficit de 5.9 a 3.9, es decir dos puntos, nos va a dar la posibilidad de proyectar una inversión física mucho mayor en los próximos años en infraestructura ferroviaria, en carreteras, puertos, en lo que todavía nos falte. En el tema educativo, particularmente las universidades para ver si requieren infraestructura para ampliar la matrícula o sólo requieren un mayor número de maestros. En el caso del agua nos hace falta organizar la Ley General de Aguas y que tengamos la infraestructura para que a nadie le falte. En los siguientes años, podemos proyectar de forma mucho más clara y eficiente. Nuestro horizonte de planeación es sexenal y me parece que se nos empieza a dibujar un horizonte de largo plazo. Yo creo que vamos a estar 30 o 40 años en el gobierno, quizá más.


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