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“Aquí yace un soñador” A cien años de su asesinato, el regreso del camarada Ricardo Flores Magón


Arturo Arzate
Nadie quizá más grande entre los revolucionarios mexicanos, que Ricardo Flores Magón.
Antonio Díaz Soto y Gama.
En sesión semipresencial del miércoles 15 de diciembre de 2021, la Cámara de Diputados aprobó en lo general y en lo particular, por unanimidad de 477 votos a favor, declarar a 2022 como Año de Ricardo Flores Magón.

La iniciativa con proyecto de decreto, suscrita por el legislador Gerardo Fernández Noroña (PT), se consideró de urgente resolución y se le dispensaron todos los trámites.
La historia data, sus compañeros de lucha y revolucionarios de la época y posterior a ella, que Ricardo Flores Magón es el revolucionario más puro, honesto y transparente que ha dado México. Basta recordar aquella carta que le escribe a Nicolás T. Bernal, quien siendo un niño era un puente de comunicación de la Junta Revolucionaria del Partido Liberal Mexicano y sus grupos armados cuando Ricardo estaba en la cárcel. En aquella misiva del 6 de diciembre de 1920, explica que le ofrecen la libertad con la condición de pedir perdón:

“(…) Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalleciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo con celo casi fanático, y esa cosa es mi honra como luchador. Pedir perdón significa que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al Capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para producir y consumir, y no estoy arrepentido de ello; más bien me siento orgulloso de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anarquistas; y no me retracto, afirmo, afirmo que, si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y a morir en la prisión; mas prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: Aquí yace un soñador, y mis enemigos: Aquí yace un loco, pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas”.

El historiador José C. Valadés, en su libro El joven Ricardo Flores Magón, narra cómo Ricardo se pierde: bebe, juega y es mujeriego, cree Valadés, que el estar en esos ambientes le permite entender mejor la problemática del pueblo para fortalecer su pensamiento, aunque Jesús Flores Magón lo calificaría como “un periodo muy borrascoso” del que no debería hablarse.

El escritor, quien fue contemporáneo de los magonistas, rescata una parte de la historia de este pensador mexicano, que va de 1892, cuando siendo estudiantes protestaron contra el régimen de Porfirio Díaz y empezó a escribir en El Demócrata, de José Ferrel, al 7 de agosto de 1900, cuando surge Regeneración.

Destinos finales

Poco antes de la iniciativa del diputado Gerardo Fernández Noroña, la legisladora Irma Juan Carlos (Morena) había propuesto que fuera el año de los hermanos Flores Magón; sin embargo, se cumplen 100 años del asesinato a Ricardo, pero además, había que marcar distancias con sus hermanos, sobre todo con Jesús:

Jesús Flores Magón abandona la causa en 1905 después de su encarcelamiento en San Juan de Ulúa, tiene grandes diferencias con sus hermanos Ricardo y Enrique. En una carta a Pablo Macedo, político porfirista, amigo suyo radicado en Francia, describe cómo encontró a sus hermanos en junio de 1911 (meses antes del manifiesto anarquista del 23 de septiembre de ese mismo año), como en una comuna, por lo que no volvería a verlos; fue subsecretario de Justicia y secretario de Gobernación de febrero a noviembre de 1912 en la administración maderista. Nace el 6 de enero de 1871 y fallece el 9 de diciembre de 1930.
Enrique Flores Magón (13 de abril de 1877/ 28 de octubre 1954) estuvo con Ricardo hasta 1917 poco antes de que encarcelaran a su hermano junto con Librado Rivera. Se regresa a México en 1923.

Ricardo Flores Magón desde 1892 luchó contra el capitalismo, cuando era estudiante de jurisprudencia; nunca claudicó hasta que fue asesinado como lo narra Librado Rivera; pasó alrededor de 13 años, en diferentes ocasiones, en las mazmorras de México y Estados Unidos. Quizá en su último encierro pudo haber salido de prisión (de acuerdo con una carta dirigida a Nicolás T. Bernal del 6 de diciembre de 1920) bajo la condición de pedir perdón, pero no lo iba a pedir porque era como aceptar que en más de 29 años el equivocado era él, no los que manejaban el capital, según sus intereses; más adelante señala: “cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: Aquí yace un soñador, y mis enemigos: Aquí yace un loco. Pero nadie que se atreva a estampar esta inscripción: Aquí yace un cobarde y un traidor a sus ideas”.

Nace el 16 de septiembre de 1873, en San Antonio Eloxochitlán, distrito de Teotitlán del Camino, Oaxaca. Fue asesinado en la prisión federal de Leavenworth, Kansas, la madrugada del 21 de noviembre de 1922. En una compilación que realiza Ediciones Antorcha, que, por cierto, esta editorial hizo excelentes selecciones por año de los escritos de Ricardo, en la obra Para qué sirve la autoridad y otros cuentos, Librado Rivera narra cómo días antes alejaron a Ricardo de él para perpetrar el homicidio y cómo encontró a su camarada con la cara morada y la cabeza echada para atrás, como si se tratara de un estrangulamiento.

El anarcocomunismo

Pero Ricardo, más que un anarquista era un anarcocomunista, porque su pensamiento va evolucionando. No olvidemos que el manifiesto de 1906 es tomado íntegro para las reformas a los artículos 27 y 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sobre todo que aún no se declaraba abiertamente anarquista. Es probable que por eso muchos fueran saliendo de las filas magonistas, como el mismo Antonio Díaz Soto y Gama, Camilo Arriaga, Antonio I. Villarreal, Juan Sarabia, Lázaro Gutiérrez de Lara, entre otros.

En el manifiesto del 23 de septiembre de 1911 se consolida como anarquista, Librado Rivera, su inseparable camarada lo narra en la introducción que le hizo al Grupo Cultural Ricardo Flores Magón en 1924, para la edición del libro El apóstol de la Revolución Social Mexicana, del historiador español Diego Abad de Santillán, que incluso desde antes tenía ideas anarquistas:

“Desde temprana edad las ideas anarquistas habían tenido cariñosa adaptación en la mente de Ricardo Flores Magón. Debido a su iniciativa se publicó en Vésper de la Ciudad de México -periódico sostenido en parte con los fondos del Hijo del Ahuizote, entonces a cargo de Ricardo-, parte de “La Conquista del Pan” de Pedro Kropotkin, el año de 1902. En 1905 asistió a las conferencias de Emma Goldman en San Louis, Missouri. En esa misma ciudad conservó Ricardo estrecha amistad con un grupo anarquista ruso y con Florencio Bazora, un anarquista español que tuvo para Ricardo cariño de hermano. Este camarada contribuyó mucho a fomentar nuestra campaña de propaganda revolucionaria, ayudando con su dinero, vendiendo Regeneración y colectando fondos para la vida del periódico. Bazora comprendía cuáles eran los fines de Flores Magón, trabajar en el seno del Partido Liberal Mexicano para extender, en el pueblo mexicano, los hermosos ideales que él ya acariciaba y que eran los anarquistas (...)
Este era en realidad el plan de Flores Magón para que las masas no nos abandonaran y evitar que se pusiera más fuerte la dictadura de Porfirio Díaz. Al Partido Liberal estaban afiliados todos los librepensadores y hombres de ideas más avanzadas en aquella época: era también el partido más revolucionario y de más prestigio en México.

En ese tiempo, repito, ya el plan de Ricardo era más bien el de obrar con táctica que por falta de conocimiento de las ideas anarquistas. Hace 20 años que se tenía la creencia, y aún hay más ignorantes que la tienen todavía, que la filosofía anarquista consiste en salir a la calle blandiendo el puñal del asesino, introducir el caos, la confusión y arrojar bombas de dinamita al paso del tirano. ¡Cuánta mentira! Y, sin embargo, todavía hay quien crea que eso es el anarquismo en la actualidad. Por eso fue complicado propagar de lleno las ideas anarquistas en aquella época, cuando los cerebros estaban más repletos de prejuicios; entonces, nuestra agitación revolucionaria hubiera servido para hacer más fuerte al tirano que para precipitar su caída. Si a esto agregamos que en el seno de la misma Junta Revolucionaria existían elementos malsanos, habrá que convenir que Ricardo era quien manejaba el timón de nuestra pequeña barca entonces azotada por todos los vientos, en medio de un océano de cóleras y odios formidables, animando y convenciendo a los pusilánimes y cobardes para seguir adelante con la peligrosa empresa, como Colón cuando los que formaban su misma tripulación lo amenazaban con la muerte si no retrocedía: si Ricardo no hubiera obrado con este tacto dominante en su pensamiento, el pueblo mexicano y la humanidad toda se hubieran perdido tal vez de ese gran impulso que él dio a la revolución en favor a todos los desheredados de la tierra.

Que Ricardo evolucionó más rápidamente que todos los que lo acompañábamos, ya lo sabemos, hay que confesar que nosotros no le servimos mas que de simples cooperadores de la propagación de su obra emancipadora”.

Sin embargo, Ricardo y los magonistas no eran como los anarquistas europeos, que actúan en lo individual y cada quien trabaja desde sus trincheras, no. Ricardo cree en la necesidad de un partido, como motor, como instrumento para hacer la revolución, para transformar a México, al mundo, cree en el centralismo democrático de los partidos comunistas, aunque a la hora de gobernar sí creía en el autogobierno, en la autogestión, como lo demostraron con el primer estado anarquista al conquistar la Baja California, aunque poco duró el gusto porque los gobiernos de Estados Unidos y México se lanzaron con todo para desarticularlos. Por lo anterior, se considera como un anarcocomunista.
Ricardo hablaba más de siete idiomas, desde luego, ya había leído a los anarquistas Joseph Proudhon, a Miguel Bakunin, a Pedro Kropotkin a Errico Malatesta; a los comunistas Karl Marx, a Engels y a Lenin, quien era su contemporáneo y de quien en 1914 escribiría de él sobre lo que acontecía en Rusia.

Tierra y libertad

Tierra y Libertad no es una idea del zapatismo, en realidad proviene de la obra de Pedro Kropotkin, La Conquista del pan, Ricardo retoma el lema y el remate en sus escritos son:
¡¡¡Viva Pan, Tierra y Libertad!!!

Cuenta la historia, que los zapatistas, quizá por conducto de Antonio Díaz Soto y Gama, quien había sido magonista y después se pasó a las filas del zapatismo, solicitaron el lema. Así es como Tierra y Libertad aparece como estandarte de Zapata.

De hecho, se sabe que en 1916 el general Zapata le ofreció a Ricardo todas las seguridades para trasladarse a Morelos con el fin de continuar con la publicación de Regeneración, pero no lo aceptó.

Las catapultas

Las huelgas de Cananea y Río Blanco fueron los movimientos que catapultaron a la Revolución Mexicana.

La historiografía de la época registra una conexión entre la Junta Revolucionaria del Partido Liberal Mexicano y la Unión Liberal Humanidad, comandadas por Esteban Baca Calderón y Manuel M. Diéguez, que era de carácter secreto, de acuerdo con Rafael Carrillo Azpéitia en su Esbozo biográfico de Ricardo Flores Magón.

Al constituirse el Gran Círculo de Obreros Libres en Río Blanco, Veracruz, encabezados por Manuel Ávila, quien era un tejedor, secundado por los hermanos Genaro y Atanasio Guerrero y José Neira, en su primer acuerdo determinan mantener relaciones secretas con la Junta Revolucionaria del Partido Liberal Mexicano de los Flores Magón. Estas huelgas de principios del siglo XX y la represión contra ellas fueron las que catapultaron el movimiento armado.

A principios del siglo XX, en el país había alrededor de 10 millones de habitantes; 90 por ciento era analfabeta, por lo que de acuerdo con unas entrevistas realizadas por historiadores del extinto Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, los obreros se reunían después de su jornal para escuchar, de quienes sabían leer, los escritos que venían en Regeneración, que por cierto, vale decirlo, vivía de las aportaciones de la población, de los escritos que Ricardo le llegaba hacer a Madero (esto quizá no le guste a los maderistas, pero lo describe muy bien Claudio Lomnitz, en su gran libro El regreso del camarada Ricardo Flores Magón), que le pagaba por sus servicios y por aportaciones en lo individual. Pero lo más importante, Regeneración, que fue un catalizador de la Revolución Mexicana, llegó a tener tirajes de más de 100 mil ejemplares.

Los primeros ataques magonistas

Los magonistas iniciaron los primeros ataques guerrilleros contra las huestes porfiristas en 1906 en Acayucan, Veracruz, y en Giménez, Coahuila; el 24 de junio de 1908 en Viesca, Las Vacas y Palomas, el 1 de julio, comandados por Francisco Manrique y el estratega magonista Praxedis G. Guerrero, quien renunció al ejército y a su vida de hijo de hacendado para luchar por la transformación del país y de quien Ricardo se refiriera como “el alma del movimiento”, lograron conquistar, por momentos, algunas plazas, pero por falta de municiones, superioridad del enemigo y arrestos previos del régimen porfirista en toda la nación, fracasó el llamamiento general para iniciar la revolución. La historia nos cuenta que los magonistas también convocaron el 19 de noviembre de 1910 al levantamiento armado del día siguiente.


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