Juan Carlos Carrillo Cal y Mayor
Ani (diminutivo de Anora) es una joven prostituta que trabaja en un club nocturno en Nueva York. Un día, tiene como cliente a Vanya, un jovencito ruso (más bien un niño, en todo menos en la edad legal de sus 21 años) que se va prendando de ella de encuentro en encuentro, hasta el punto de pedirle casarse con ella en Las Vegas. El problema es que Vanya es hijo de un poderoso oligarca ruso que, al enterarse de la ocurrencia de su hijo, decide enviar a sus hombres a arreglar el entuerto.
La última película de Sean Baker, carismático cineasta indie neoyorkino, volcado en mostrar de forma positiva a quienes viven en los márgenes de la sociedad estadounidense, no es su mejor obra ni de lejos. Esa sería The Florida Project (2017), que muestra de forma entrañable las aventuras de una niña pequeña «criada» por su madre en un motel californiano. Antes había hecho Tangerine (2015), sobre una prostituta en busca de un proxeneta, y después hizo Red Rocket (2021) sobre un actor porno que regresa a su ciudad natal.
Esta vez, con Anora, parte de una premisa bastante simple (la de la mujer nocturna cuya vida puede cambiar completamente en un momento, una Cenicienta de oficio más audaz digamos) y que, aunque con algunos momentos bien logrados y otros divertidos, no termina de despegar. Tras un primer acto endulzado por el «enamoramiento» de Ani y Vanya (sólo los vemos tener sexo y bromear, eso sí con mucha química), el segundo acto se desborda en el conflicto con los rusos opacando el conflicto principal (el de la protagonista). Divertido un rato, se vuelve repetitivo con todos los gritos de Anora y los tontos personajes rusos de caricatura (salvo el que es más comprensivo, un respiro en esta historia). El tercer acto es predecible y tampoco termina de decir algo claro.
Si bien Ani (no le gusta Anora) es la protagonista, tampoco sabemos nada de ella: ni de su contexto, ni de su historia, ni de por qué hace lo que hace. El director dice querer dignificar a las trabajadoras sexuales, pero no hay ni un ápice de denuncia de lo que puede ser una vida dura. En ese sentido, sólo el último plano de la película se siente real. Y es tremendamente triste. (Y por qué esta película ganó 5 Oscars —Mejor película (!), Mejor actriz, Mejor director, Mejor guion y Mejor edición— es algo que para mí no tiene explicación, al menos no una explicación cinematográfica).
(2024) EE.UU.
DIRECCIÓN Y GUION Sean Baker
MÚSICA Joseph Capalbo
FOTOGRAFÍA Drew Daniels
REPARTO Mikey Madison, Mark Eydelshteyn, Yura Borisov, Karren Karagulian, Vache Tovmasyan, Darya Ekamasova