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El poeta en su laberinto


Luz María Mondragón

No se quedó en la antesala de la eternidad. Hay un paraíso más alto donde está Pablo Neruda. Hace 101 años apareció Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Catapultó a la gloria al joven de 19 años. Desde entonces hubo contagio de elogios. Los titanes del boom latinoamericano se deshacían en halagos. Gabriel García Márquez lo calificó como "el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma". Carlos Fuentes: “sin la aventura poética de Neruda, no habría literatura moderna en Latinoamérica”.

Yo también sucumbí. Desde mi alucinante adolescencia mi corazón también estuvo allá, entre esos épicos versos que destilan melancolía y el goce de la existencia.

Pero en 2025, cuando se cumplen este 12 de julio 121 años de su nacimiento, el relato sobre Pablo Neruda ha dado un giro. Parece un ángel caído, parece que somos testigos de la caída de un genio de la literatura universal, deslizándose hacia lo profundo de un laberinto.

Ya lo advirtió Jorge Luis Borges en su poema El laberinto: Ni Zeus podría desatar las redes de piedra que cercan. “He olvidado los hombres que antes fui; sigo el odiado camino de monótonas paredes que es mi destino.  Rectas galerías que se curvan en círculos secretos al cabo de los años.  Parapetos que ha agrietado la usura de los días. En el pálido polvo he descifrado rastros que temo.  El aire del tiempo ha traído el eco de un bramido desolado”, escribió el poeta argentino.

Neruda se aparece entre luces y sombras.

En su llama mortal la luz te envuelve

Tardes pensativas. Rumor de olas quebrándose. En las playas amorosas generaciones de corazones solitarios, enamorados, soñadores, suspiran. Horas encendidas por los versos de Pablo Neruda. Lanzan sus tristes redes a los ojos oceánicos de la persona amada, más amada sobre todo cuando estaba como ausente. Seres que se inundan de nostalgia al recordar esas manos suaves como las uvas.

Tardes inmensas, más inmensas sin la persona amada, lamentando el amor que se le quiebra entre las manos. Meditando: de otra será, de otra; como antes fue de mis besos, cuando me miraba en sus ojos infinitos. ¡Oh, es tan corto el amor y es tan largo el olvido!

Generaciones han recitado los versos de Neruda. En las mañanas, en las tardes, en las estrelladas noches, los versos del poeta acarician los oídos, besan los labios. “Boguemos las antiguas cenizas del corazón quemado y allí caigan uno por uno nuestros besos hasta que resucite la flor deshabitada”, exhortaba el escritor chileno.

“Veinte poemas de amor y una canción desesperada es un libro doloroso y pastoril que contiene mis más atormentadas pasiones adolescentes, mezcladas con la naturaleza arrolladora del sur de mi patria”, describió Neruda.  

En 1971 recibió el Premio Nobel de Literatura. En su discurso explicó que no aprendió de los libros ninguna receta para escribir un poema.
Encontró los componentes necesarios para la realización del poema durante el primer viaje que realizó con el propósito de alejarse de su país, hacia Argentina. “Allí recibí contribuciones de la tierra y del alma. Y creo que la poesía es una acción, efímera o solemne, en la que entran como socios iguales la soledad y la solidaridad, la emoción y la acción, la cercanía a uno mismo, la cercanía a la humanidad y a las manifestaciones secretas de la naturaleza”.

Concluyó: todo el porvenir ha sido expresado en este verso de Rimbaud: sólo con una paciencia ardiente podremos conquistar la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a toda la humanidad.

Atención: un tiempo dispuesto a contarlo todo. Y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas

Hoy las figuras de los grandes genios de la cultura se deconstruyen. Atónitos los admiradores que habían admirado la grandeza de su obra, descubren la dimensión oscura del autor, y lo cuestionan, sobre todo en Chile.

No son rumores. El origen del desprestigio de Neruda se debe a él mismo. En su libro de memorias Confieso que he vivido (1974) relata cómo violó a una humilde empleada de limpieza, durante su estancia como cónsul en Colombo, Sri Lanka, en 1927. Incluso describió la agresión sexual.

Coincidiendo con los movimientos #MeToo y #NiUnaMas, las feministas condenaron la agresión, cometida además sobre una mujer pobre y de una etnia discriminada, en lo que supone un patente abuso de poder.

Por otra parte, se descubrió un drama oculto: el escritor abandonó a su suerte a su única hija, Malva Marina, que nació con hidrocefalia. La niña murió en la pobreza, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

También cuentan que Neruda era un mujeriego indomable y desleal; entregaba el mismo verso a distintas mujeres, engañando a todas. 
Por lo anterior, actualmente se cuestiona hasta el legado literario de Neruda. Una de las pancartas más vistas en las manifestaciones estudiantiles en su contra es la que respondía al famoso verso inicial del poema XV de Veinte poemas de amor y una canción desesperada: "Me gusta cuando callas, porque estás como ausente..."  Las pancartas gritaban contundentes: "¡Neruda, cállate tú!".

Ésta es la historia, tal como la cuenta la actualidad. Es una narrativa distinta sobre Neruda, visibilizando las penumbras, la oscuridad del genio.

Neruda falleció en Santiago el 23 de septiembre de 1973, profundamente afectado por el golpe de Estado perpetrado por el general Augusto Pinochet, que doce días antes había derrocado al presidente Salvador Allende.

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