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El retrato como herramienta política, exposición virtual del Museo Legislativo


Aída Espinosa Torres

El retrato, a través de los tiempos, ha sido un instrumento poderoso en la política y los gobiernos. Más que una imagen, construye identidad y refuerza la presencia de los líderes. Su difusión masiva facilita la legitimación ante el pueblo. La exposición virtual del Museo Legislativo “Sentimientos de la Nación” ofrece un fascinante recorrido por este fenómeno en la muestra: “El retrato como herramienta política en la historia”.

Esta exposición propone un recorrido visual por algunos de los rostros que han marcado la historia política de México, desde el siglo XIX hasta los mandatarios contemporáneos. Nos muestra cómo se han utilizado la pintura, el dibujo y la fotografía para dar vida a los retratos, que no sólo capturan la apariencia de los gobernantes, sino que dialogan entre sí, revelando símbolos, mitos e intenciones políticas.

¿Qué representa una imagen, un retrato, una fotografía? “Aquí, la imagen no es sólo una representación. Es una declaración, un ejercicio de autoridad y un medio para construir la memoria colectiva”.

Sala I. Los rostros de la República: héroes, símbolos y promesas

El recorrido empieza con la joven República mexicana. Sus primeros líderes: militares, insurgentes, visionarios, aparecen como símbolos de unidad y orden tras la guerra. Grabados y óleos sobrios difundieron su imagen, tranquilizando a una población dividida y cimentando un imaginario visual común.

En cada obra, la mirada firme, el uniforme impecable y el gesto contenido hablan de deber, sacrificio y una legitimidad forjada en el campo de batalla.

En el recorrido nos recibe la litografía de Anastasio Bustamante, vicepresidente durante el gobierno de Vicente Guerrero y, tras un golpe de Estado en 1829, asumió la presidencia. “La mirada firme y el uniforme impecable reflejan la necesidad de orden tras el caos. Su retrato es silencio y control: un país que aún tiembla debe verse sereno”. 

Le acompañan otra litografía de Valentín Gómez Farías, en ella se aprecia la “austeridad visual para un reformador radical. Su imagen, desprovista de ornamentos, no busca deslumbrar, sino convencer: el poder ya no emana del brillo, sino del pensamiento”.

De inmediato aparece la pintura al óleo sobre tela de Antonio López de Santa Anna, con “porte imperial y gesto heroico, envuelto en oro y sable, su imagen es un espectáculo del poder. Este retrato no sólo representa al caudillo, sino que lo proyecta como un mito en construcción”.

Asimismo, podemos reflexionar sobre el grabado de Nicolás bravo; la pintura al óleo de Guadalupe Victoria, primer presidente de México, en donde “su figura no impone, representa”, así como el de Vicente Guerrero.

Sala II. El poder en construcción

El siglo XIX mexicano estuvo marcado por golpes de Estado, intervenciones extranjeras y conflictos internos. Los retratos de líderes como Benito Juárez y Porfirio Díaz reflejan la lucha por modernizar y estabilizar el país, así como la aspiración de algunos gobernantes a perpetuarse en el poder. La influencia europea queda manifiesta en decorados, muebles y libros, símbolos de ilustración y conocimiento. “Las fotografías de gabinete consolidan una imagen de autoridad, donde cada pose y cada detalle del encuadre refuerzan una visión de poder estructurado, ilustrado y paternalista”.

En esta aventura digital aparecen en primer plano: Benito Juárez, “con gesto resuelto y fondo enérgico, Juárez se erige entre libros y sombras. El indígena ilustrado personifica ley y reforma: un poder que se ejerce con la palabra, no con la espada”. Su contraparte: Porfirio Díaz, “medallas, espada y un porte imponente, casi esculpido en mármol. El retrato presenta al general como un emperador republicano, donde el orden se traduce en una aspiración a la eternidad”.

Sala III. Modernidad y Revolución

Fue un momento en el que la representación del liderazgo se volvió más cercana al pueblo, con imágenes que no sólo mostraban a los líderes, sino que los integraban a un contexto de lucha y justicia. La fotografía jugó un papel determinante en esta construcción simbólica, marcando un cambio profundo en la iconografía del poder.

“En esta época emergieron las imágenes icónicas de Madero, Zapata y Cárdenas: retratos que no solo mostraban al individuo, sino que lo fundían con el pueblo, el campo y la justicia. La iconografía del poder dejó de ser exclusivamente europea para volverse agraria y heroica”.

Esta época inicia con Francisco I. Madero en el poder y luciendo la banda presidencial. “Con frac y banda tricolor, Madero encarna el idealismo civil. Su gesto es sereno, sin estridencias, reflejo de una revolución más cercana a las palabras que a las armas”. 

Sala IV. El poder en el S. XXI

La imagen de liderazgo ha pasado de ser rígida y aristocrática a incorporar elementos más cercanos y diversos, reflejando las transformaciones sociales y políticas. En la actualidad, los discursos visuales buscan conectar con distintos sectores de la sociedad y legitimar la autoridad de formas más inclusivas y dinámicas.

Aquí podemos ver a Luis Echeverría “avanzando hacia el espectador, envuelto en una luz dorada que acentúa su presencia. Sin muebles ni fondo político, su figura se desplaza con el Valle de México como testigo…” 

Sala V. El poder se mira al espejo 

La representación del poder se ha transformado en el siglo XXI, convirtiéndose en un fenómeno más dinámico e influenciado por múltiples factores. El peso de los medios, el diseño gráfico y los discursos contemporáneos ha permitido que la representa ción política sea más performática, en constante diálogo con la ciudadanía. Desde la fotografía oficial hasta los memes, cada elemento contribuye a la percepción del liderazgo y la autoridad en un entorno altamente visual.

“Desde Vicente Fox hasta Claudia Sheinbaum, los retratos contemporáneos revelan un cambio profundo en la forma de ejercer y representar el poder”. 

Acércate a esta experiencia entrando al sitio: 

https://galeria.diputados.gob.mx

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