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Franz Kafka, el alquimista de las letras


 Aída Espinosa Torres

En el marco del 142 aniversario del nacimiento de Franz Kafka, el Espacio Cultural San Lázaro, bajo la dirección del maestro Elías Robles, organizó una emotiva sesión del círculo de lectura en la Cámara de Diputados. En esta ocasión, los catedráticos y escritores Erick Jafeet y Leonel P. Mosqueda, editor y ferviente lector del autor de La Metamorfosis, analizaron la vigencia, complejidad y profundidad de la obra del autor.

Previo al evento, Erick Jafeet y Leonel P. Mosqueda conversaron en entrevista con la revista Cámara, periodismo legislativo, sobre el universo kafkiano, entendido no sólo como una representación de lo absurdo, sino la expresión de insurrección y búsqueda de libertad.

“Franz Kafka fue un verdadero visionario. Su obra anticipó, a través de potentes metáforas, eventos históricos como el Holocausto, la Primera Guerra Mundial y el auge de burocracias opresoras y regímenes totalitarios. Con una narrativa cargada de angustia, opresión, desesperación, melancolía y miedo, Kafka se convirtió en una de las voces más representativas de su tiempo.

“Su literatura encarna uno de los momentos más cruciales de transformación en el orden mundial: el surgimiento del capitalismo, el crecimiento de las corporaciones y la deshumanización dentro del engranaje institucional. Por todo ello, Kafka es considerado el padre de la literatura moderna”, afirmó el escritor Erick Jafeet.

¿Fue Franz Kafka un autor adelantado a su época?  

Sin duda. En un contexto dominado por el romanticismo en diversas expresiones artísticas como la literatura y la pintura, Kafka rompió con las convenciones de su tiempo y dio paso a una nueva forma de narrar. Fue un gran transformador, casi un alquimista de las letras, que reinventó la literatura al explorar lo absurdo, lo inquietante y lo profundamente humano.

¿Cuál era su visión de la condición humana?

Una constante en su obra es el retrato del ser humano alienado, atrapado en una realidad opresiva de la que parece imposible escapar. Para él, la condición humana era libertaria, una lucha constante por liberarse de sistemas que asfixian. El filósofo Michael Löwy lo definió como “el soñador insumiso”, y esa postura se reflejaba tanto en su vida como en su narrativa. A través de sus personajes, que enfrentan laberintos burocráticos, procesos sin sentido, metamorfosis inexplicables, Kafka articuló un grito libertario.

¿Cómo sería la crítica de Kafka hoy en día? ¿Qué diría o cómo lo haría?

A Kafka pocos lo reconocen como humorista, aunque en su obra abundan los juegos de palabras, los retruécanos y las ironías muy bien hiladas. Su humor, sombrío y solitario, se burla de los regímenes totalitarios y de las burocracias absurdas que entorpecen el avance y sofocan al individuo.

Hoy, probablemente seguiría señalando esas mismas estructuras con su estilo característico: oscuro, irónico y cargado de giros lingüísticos ingeniosos.

¿Cuáles serían las obras a las que nos deberíamos de acercar?

Sin duda, las imprescindibles: El Castillo, El Proceso y La Metamorfosis, pilares que revelan la esencia de Franz Kafka y su visión del mundo. Pero también vale la pena explorar propuestas más actuales con nuevos formatos.

Una de ellas es Kafkiana, de Peter Kuper, una brillante adaptación al cómic que traslada los relatos de Kafka al lenguaje gráfico con una estética poderosa y contemporánea. También recomiendo Los dibujos de Franz Kafka, publicado por la editorial Sexto Piso. Pocos saben que antes de convertirse en escritor, Kafka fue dibujante; poseía una técnica muy particular y, por supuesto, la trilogía de la vida kafkiana, que contiene: Rompecabezas, la Biblia kafkiana y Ópera maestra, de mi autoría.

El universo kafkiano, entre lo absurdo y la insumisión

Leonel P. Mosqueda, además de ser profesor, editor y escritor, es un apasionado de la narrativa breve y ferviente seguidor del universo kafkiano. Sostiene que la narrativa es, en realidad, el núcleo de la poesía. Recuerda que las civilizaciones nacieron alrededor del acto de contar relatos: nuestros ancestros se reunían junto al fuego para narrar historias a las niñas y niños; era su forma de educarlos y transmitir valores, conceptos y visiones del mundo. Para Mosqueda, es el hilo narrativo el que sostiene a la civilización.


¿Cuáles son las obras que te acercaron a Kafka?

Es uno de los autores más estudiados en los últimos 120 años, generando un universo propio y dando origen al término “kafkiano”. Se debe empezar con las obras fundamentales, aquellas que definieron su estilo: el relato corto de La Transformación, mal traducido como La Metamorfosis, El Castillo y la novela inconclusa El Proceso.

Crecí leyendo los cuentos breves de Kafka: El artista del hambre, El buitre, América … y que esos textos me despertaron una obsesión por descubrir su propia voz narrativa.

“Como muchos autores, seguimos buscando esa voz, pero en muchos casos somos simplemente un eco. Kafka lanzó un grito desgarrador; el resto de nosotros apenas resonamos como ecos de ese grito”.

¿Por qué sigue vigente Franz Kafka y por qué deberíamos retomar su lectura hoy en día?

La pregunta ha generado numerosos ensayos y la respuesta parece estar en su capacidad para trascender el tiempo. Kafka ha dejado de ser simplemente un autor para convertirse en personaje, en símbolo, en constructor de una paradoja existencial que persiste: lo kafkiano como experiencia del ser, como representación del outsider, el ser que es incapaz de estar consigo mismo.

Su vigencia radica en que toca, con precisión inquietante, la condición humana.

Su literatura pone el dedo en la llaga de preguntas esenciales: ¿por qué estoy aquí? ¿por qué el simple hecho de estar no me basta para ser feliz? ¿por qué la libertad parece siempre fuera de alcance?

Con una vena anarquista, Kafka se enfrentaba a su propio desasosiego existencial, reflejándolo en sus obras sin caer en el dogma filosófico, sino con una narrativa cargada de tensión, absurdo y belleza. Su forma de escribir no únicamente describe el mundo, lo revela.

En ese mismo espíritu, Erick Jafeet, autor de la Trilogía Kafkiana, ofrece una obra profundamente recomendable. Su investigación exhaustiva sobre Kafka da lugar a una compilación literaria de gran elegancia y sensibilidad poética, que permite descubrir facetas poco conocidas del escritor y ampliar la comprensión de su legado.

¿Los jóvenes deberían acercarse a su obra?

Hoy más que nunca, los jóvenes viven atrapados en una paradoja: están hiperconectados con el mundo, pero desconectados de sí mismos. Si tuviera que darles un primer consejo, sería: pónganse a leer. Kafka decía que no podía concebir un mundo sin literatura.

Nos encontramos en una era de distracción permanente, saturada de entretenimiento inmediato y de estímulos que nos impiden el silencio necesario para la reflexión.

Kafka nos llama a mirar hacia adentro. Y para muchos adolescentes, que atraviesan una transición llena de preguntas: quiénes son, cuál es su personalidad, su lugar en el mundo, una literatura así puede transformarlos. Lo sé porque me sucedió: leer a Kafka por primera vez a los 14 años cambió mi manera de ver y sentir la existencia.


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