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Kafka y la corrupción de jueces y magistrados


Aída Espinosa Torres

El 3 de julio se conmemora el natalicio de Franz Kafka, nacido en Praga en 1883. Es fecha significativa para la literatura universal, ya que se le considera de los escritores más representativos del siglo XX. Sus novelas La metamorfosis, El proceso y El castillo dieron origen al adjetivo “kafkiano”, que describe situaciones absurdas, opresivas o burocráticamente incomprensibles.

La obra de Franz Kafka, especialmente El Proceso, establece una crítica profunda al poder y la corrupción del sistema judicial. A través de la historia de Josef K., un hombre arrestado sin conocer los cargos en su contra, Kafka construye un universo donde la ley es opaca, inaccesible y arbitraria. Kafka no sólo critica al sistema judicial de su época, sino que ofrece una alegoría universal sobre cómo el poder, cuando se vuelve poco transparente y burocrático, aliena, somete y destruye al individuo

Vínculos de su obra y el sistema judicial corrupto

- Kafka retrata un sistema legal que no busca justicia, sino perpetuarse a sí mismo. Los funcionarios judiciales actúan sin transparencia y el proceso legal se convierte en una pesadilla interminable.

- Corrupción: En El proceso, los jueces y abogados no garantizan la justicia; son figuras pasivas o corruptas. El abogado Huld es un ejemplo: se preocupa más por su estatus económico y social que en defender al personaje Josef K., lo que refleja la inutilidad de buscar ayuda en el sistema.

- Deshumanización del individuo: A Josef K, un sistema deshumanizado, despersonalizado, lo condena sin alguna explicación. Esto simboliza cómo el poder judicial puede volverse una maquinaria que aplasta al ciudadano común.

- Los tribunales en Kafka no tienen sede fija: El escritor los ubica en áticos y sótanos, con lo que sugiere que el poder es clandestino, inaccesible, vergonzoso. La ley no es visible ni comprensible; se impone desde las sombras.

En El proceso, Franz Kafka presenta a Josef K., un hombre común que ignora el por qué es arrestado y procesado por un tribunal que no le informa los cargos en su contra. Cada paso que da hacia su defensa lo hunde más en un sistema oscuro, confuso y ajeno a toda lógica. México frente al poder judicial

El 25 de mayo, el diputado Ricardo Monreal, en su columna del periódico El Universal, nos recuerda que la historia de Josef K. es la de alguien que sabe que fue arrestado sin haber hecho nada malo. Tras las elecciones del poder judicial reflexionó: ¿Cuántas veces no hemos escuchado algo similar en los pasillos de los ministerios públicos, en los juzgados, en los testimonios de miles de personas que han sido víctimas de un sistema que castiga al indefenso y protege al influyente? Agrega que, durante décadas, el Poder Judicial en nuestro país ha estado lejos de servir al pueblo. Ha sido un sistema más dispuesto a blindar privilegios que a impartir justicia, más alineado con intereses opacos que con el Estado de derecho. En lugar de proteger a los vulnerables ha operado bajo lógicas que a menudo rayan en el absurdo.

En su artículo ilustra con ejemplos: “delincuentes liberados por tecnicismos, casos de corrupción impunes, procesos amañados, víctimas ignoradas y jueces de consigna, es decir, que abandonan la imparcialidad que su función les exige para actuar conforme a los intereses y presiones de actores ajenos al Poder Judicial”.

¿Qué tienen en común la justicia en México y la novela de Kafka? Un laberinto de puertas cerradas, pasillos sin salida y sentencias inauditas. “La lógica judicial no responde al anhelo de paz, sino que refuerza la frustración. Por eso, decir que en este país la justicia es surrealista no es una exageración: es un retrato fiel”.

Aun así, confía en que las cosas pueden cambiar. Estamos ante un momento inédito en la historia democrática del país, refiriéndose a las primeras elecciones del poder judicial, que se realizaron el 1 de junio. El pueblo eligió de forma libre, directa y secreta a juezas, jueces, magistradas, magistrados y ministros.

Advirtió que hay resistencias de quienes se han beneficiado por años, y aseguró que “la justicia es demasiado importante como para dejarla en manos de unos cuantos. El pueblo sabe distinguir entre quien ha servido a los intereses del país y quien ha servido a los intereses del poder”.

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