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La alternativa de Marshall Ganz para salvar la democracia


Vidal Llerenas Morales

Marshall Ganz es un académico y activista que ha trabajado, inspirado y enseñado en las principales organizaciones sociales, sindicales y civiles de los Estados Unidos. Trabajó durante 16 años con César Chávez como organizador comunitario en la Unión Campesina, uno de los movimientos más relevantes de la historia de las comunidades mexicanas en EEUU, donde desarrolló las pedagogías que hoy regresan a México a través de su nuevo libro, “¡Sí se puede!”, de la editorial Grano de Sal.

Profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de Harvard, Ganz es el creador del modelo de organización de base que llevó a Barack Obama a la presidencia en el 2008. Alguna vez hizo también lo mismo para Robert Kennedy, quien ganó la primaria presidencial en California la misma noche en la que fue asesinado.

Para generar organización social desde el nivel comunitario hasta el nacional, Marshall Ganz nos propone una pedagogía hoy usada en los cinco continentes, que complementa las tradiciones organizativas locales. Considera que la organización es una actividad de liderazgo, pero para él, liderazgo no es algo que recae en un gran líder, sino una tarea que cualquier persona puede realizar y que define como "aceptar la responsabilidad de habilitar a otros para lograr un propósito compartido en condiciones de incertidumbre".

Marshall Ganz nos invita a crear lo que él llama “poder para”, que, en contraste con el “poder sobre”, es resultado de la cooperación social y de nuestra capacidad de lograr de manera conjunta lo que no podemos lograr por separado.

Para Ganz, la labor de la organización comunitaria es la de construir poder para, a través de habilitar a otros, lograr propósitos compartidos. Todo esto es central para construir y fortalecer la democracia.

Marshall Ganz señala que, en el convulso contexto actual, si queremos fortalecer y conservar nuestra democracia del peligro del autoritarismo y de las visiones radicales se requiere encontrar formas en las que el 'poder para el pueblo' pueda volverse real, no solamente una frase. La organización dota a la comunidad de herramientas para atender sus propias necesidades, lo que evita caer en las opciones radicales que prometen resolver todo.

La organización es también un contrapeso para los excesos del gobierno de todas las tendencias y es un elemento clave para la salud de cualquier democracia porque ella tiene su raíz en que las voces individuales sean respetadas, tengan derecho a voz e injerencia equitativa en la toma de decisiones. También se basa en articular intereses y emprender acciones colectivas.

Para que la democracia funcione debemos lograr crear capacidad colectiva en comunidades, organizaciones y en las propias instituciones y agencias de gobierno.

La organización colectiva para alcanzar objetivos comunes se ha puesto en entredicho por la reducción del tamaño del Estado, la privatización de los servicios públicos y el reemplazo de las organizaciones sociales por las conocidas como sin fines de lucro, que solamente proveen servicios, así como por la idealización de la autonomía individual, frente a la posibilidad y necesidad de participar en proyectos comunes. A lo colectivo se le ha puesto la etiqueta de corporativo, cuando no existen alternativas democráticas para buscar metas comunes.

En realidad, la organización social pone a las personas en el centro y ofrece una vía para desconcentrar el poder en favor del beneficio comunitario. Esa capacidad de acción común y cooperación social se puede enseñar, practicar y recuperar en todos los ámbitos sociales. Es algo que se puede aprender con metodología y aprendiendo del trabajo exitoso de muchísimas comunidades. La visita de Ganz a México es un recordatorio y una oportunidad de avanzar en ese sentido.

Las opiniones vertidas en este texto son responsabilidad única y exclusiva del autor.


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