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La unión hace la rumba; musas sonideras toman San Lázaro


Aída Espinosa Torres

“Dicen que cada vez que comienza la fiesta se abre la rueda en una danza ritual y comienza a temblar en su centro la Tierra”.
Documental Yo no soy guapo.

En los últimos años, quienes forman parte del movimiento sonidero: bailarines, DJ, y público en general han denunciado que persiste una política para quitar los sonidos de las calles, de los espacios públicos. En respuesta, los parroquianos aseguran que desalojar estas expresiones de las calles es atentar contra un esparcimiento familiar. “Ahí vas a bailar o a que te enseñen, con o sin pareja. Además, está prohibido tomar en la calle, podrás fumar, pero nada más”, aseguran.

En este contexto, las “Musas sonideras” llegaron a San Lázaro con el baile de las calles, de los barrios, animaron a los asistentes y trabajadores para sacarle brillo y filo a la pista. Previo al baile, se realizó un conversatorio en el que el colectivo habló de sus inicios y de su lucha por la calle, a partir de las políticas prohibitivas de los bailes sonideros, situación que ha provocado el surgimiento de grupos de resistencia identitaria en Ciudad de México.
Las sonideras hablaron de un movimiento que crece, aunque al principio las discriminaban cuando les decían que “las viejas no sirven para la consola y tampoco para la locución” y ellas respondían: “Cuando alguien te dice que no puedes, tú dices: obsérvame”.

Musas sonideras es un colectivo y desde hace aproximadamente seis años incorpora a 47 mujeres DJ animadoras. Entre las piezas fundamentales de este movimiento que asistieron al conversatorio: “La musa mayor”, Marisol Mendoza, Guadalupe Tlacomulco Macías, Lupita “La cigarrita”, Jaqueline Malagón, “La Dama” y Abigail Sánchez “La Mamazona”, primera mujer trans sonidera; su trabajo ha sido fundamental para abrir espacios de tolerancia e inclusión entre los amantes del baile.

“La Mamazona” compartió con el público sus inicios como bailarina “después me invitaron a un proyecto sonidero, fui aceptada por Marisol y Mariana Delgado; ellas me han acogido y estoy orgullosa de mi trabajo. No es fácil presentarte ante un público y decir soy la primera trans sonidera”.

La unión hace la rumba

Marisol Mendoza, “La musa mayor”, relata: “vengo de cuna sonidera, mi padre hizo una carrera de 45 años, junto con mi hermano formaron el ´Sonido Duende´. Hace nueve años empezamos con la primer colectiva que se llamó “Sonideras de corazón”, nació para darle visibilidad a las mujeres y luchar para conseguir más espacios donde tocar. Yo crecí entre cables, bafles, muchos discos…”

Marisol decidió comenzar a congregar a otras mujeres en “Sonideras de corazón”, y se convertirían en “Musas sonideras”: “junto con Mariana Delgado somos cómplices, organizadoras y fundadoras de esta colectiva y cumpliremos seis años, albergamos a 47 mujeres, entre la Ciudad, los estados, las periferias y la Unión Americana”. 

No fue fácil consolidar el proyecto, aseguró. “Las trabas empezaron cuando yo quería pisar otros espacios y no nos dejaban o cuando a las compañeras se les complicaba llegar al evento porque tenían que ir a la escuela por los hijos, porque el marido no descansaba ese día o porque no dejaban entrar a sus hijos al salón de baile. Hay mucho trabajo por delante. Este movimiento está en crecimiento y más importante es haber aprendido a trabajar con otras mujeres, pero también aceptar la inclusión, tenemos sonideras gay, transgénero”.

Hasta la pista, baby…

El movimiento sonidero será declarado Patrimonio Inmaterial de la Ciudad de México. Esta manifestación cultural tuvo su origen y esplendor en los años 40, en los barrios de Tepito, Tacubaya, y en zonas periféricas de la ciudad, como San Juan de Aragón y el Peñón de los Baños. Ahí iba todo mundo a mover “la cuerpa”, a “raspar la chancla”.

Lupita “La cigarrita” habló de su experiencia y de sus inicios: “Desde niña empecé a bailar, a veces me iba de pinta a ensayar a los clubes de baile de ese entonces. Mis hermanos me sacaban de los bailes de las greñas, ahora se sienten orgullosos de mí y yo también me siento orgullosa de mí”.

La lucha por la calle, por espacios donde tocar no ha sido fácil. Un día, recuerda, Marisol llevó a Mariana Delgado (investigadora, gestora y productora de proyectos de arte, cultura) porque yo tocaba en los bailes de Tepito, hasta que en el 2014 llegó el gobierno y los pararon, también en la Merced o los bailes en los reclusorios. Volvimos a buscar a Mariana para que nos apoyara en el proyecto de mujeres sonideras. Luego ella tuvo que viajar fuera del país y dejó encargada a Marisol.

“Quiero decirles que no hay una sola mujer sonidera que no sepa tocar, mandar saludos, tocar música, ni una. Hemos tocado en el Cervantino, en el Zócalo, y juntas vamos a conquistar el mundo, porque juntas todas somos dinamita”, aclaró Lupita.

La legendaria Lupita “La cigarrita” asegura que en los Estados Unidos hay alrededor de 10 mil sonideros y de ellos 300 son mujeres. En México, son unas 50 mil sonideras. Al agradecer a los diputados, diputadas y al Espacio Cultural San Lázaro, confiesa: “Se me hace la piel chinita de estar aquí donde se hace todo el trabajo que repercute en la vida de México. Gracias, diputadas y diputados, por voltear a ver a las sonideras”.

El baile es cultura

Verónica Escobar, subdirectora del Espacio Cultural San Lázaro (ECSL), comenta: “gestionar la presencia de las Musas sonideras responde a la intención de que las actividades que realizan en el Espacio Cultural sean un referente cultural de la zona oriente, no sólo el centro o la zona sur como creadores de la oferta cultural de la ciudad.

“El Espacio Cultural San Lázaro se creó en la legislatura pasada y tiene la intención de abrir la Cámara a la ciudadanía, realizando conciertos de música, exposiciones, recitales, cátedras, seminarios, en diferentes ámbitos del conocimiento. Ahora con las “Musas sonideras” escuchamos a la gente sobre sus gustos, sobre todo en el tema del baile; nos interesó mucho su proyecto y su historia. Había un poco el temor con respecto al acceso al evento y que se saliera de control, pero afortunadamente no sucedió”.

El lenguaje oculto del alma

Olimpia Guerrero López, trabajadora de la Cámara de Diputados desde hace 42 años, abre pista y la gente hace un círculo alrededor de ella cuando empieza la música. Baila desde los seis años y desde entonces lo practica en reuniones familiares, maratones de baile, salones o quioscos al aire libre. “Bailar es algo bello, te hace estar más feliz, te ayuda a no enfermarte; para mí es como el vuelo de un águila, empiezas a planear y te olvidas de todo. Es la mejor terapia”.

Le emocionó mucho que tocaran las musas en la Cámara de Diputados. “Mucha gente no puede pagar una entrada a un salón de baile y aquí lo tuvimos gratis, la gente feliz, le das un rato de esparcimiento. De hecho, aquí hay compañeras de la clase de baile que han ido a competencias”.

Y si quieren la quinta de Beethoven, también se las toco…

De Tepito para el mundo llegó la salsa, el son montuno, hasta cumbia o wepa, tocadas por las “Musas sonideras”, ahora resonaron en el espacio de las Velarias, tomaron la pista dentro del recinto de San Lázaro. “Éste es el ritmo de las Musas sonideras… a bailar y a gozar que el mundo se va a acabar”.

Los trabajadores del Palacio Legislativo se deslizaron y sacaron los pasos prohibidos y al ritmo de los timbales, bombos, güira, trombones y maracas, seguían sus instintos y también a los bailarines de los clubes de baile. Después de una hora concluyeron al son de “Me hace daño verte” y “Soy feliz”, la audiencia las despidió con aplausos y voces, al unísono, repetían: “¡otra, otra!”


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