Aída Espinosa Torres
Thomas Mann, uno de los escritores alemanes más influyentes del siglo XX, fue homenajeado en el marco del 150 aniversario de su nacimiento, el 6 de junio. La librería Educal de la Cámara de Diputados fue el escenario del conversatorio “Thomas Mann, hoy. Homenaje a sus 150 años de su natalicio”.
En el evento organizado por el Espacio Cultural San Lázaro, Elías Robles, director del área, enfatizó la importancia de fomentar la lectura y la escritura en el país, ante la preocupante disminución de lectores, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Robles Andrade adelantó que el Espacio Cultura San Lázaro pretende impulsar la implementación de un club de lectura y escritura en la Cámara de Diputados, a fin de dar a conocer el talento de este recinto.
En la mesa de diálogo estuvieron, como moderadora, la doctora María Vázquez Valdez, periodista y poeta, así como los panelistas Sigifredo Esquivel Marín, ensayista, académico e investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y Armando González Torres, ensayista, poeta y tallerista.
Al inicio del conversatorio, María Vázquez destacó la importancia de las obras de Thomas Mann, uno de los grandes autores de la literatura europea. “Es de los autores más preponderantes, Premio Nobel de Literatura en 1929 y autor de algunas de las novelas más fabulosas que se han escrito, entre ellas, La montaña mágica, Doktor Faustus y Los Buddenbrook, las cuales profundizan en la condición humana y dan una perspectiva muy crítica de la época que le tocó a él, incluido el nazismo”.
El maestro Sigifredo Esquivel Marín convocó a leer las obras del escritor homenajeado. Señaló que “una de las aportaciones de Thomas Mann es ese equilibrio entre forma y contenido, esa gran capacidad para hablarnos de las cosas más profundas, sin demérito de la complejidad poliédrica”, indicó.
Armando González Torres subrayó que Thomas Mann a los 26 años ya había alcanzado la fama, pese a enfrentar titubeos y dilemas existenciales. “Es autor de varios clásicos y hay que acercarse sin miedo a sus obras, que son extensas. En sus obras se combinan rasgos que parecerían opuestos; es maestro de la descripción histórica de largo alcance, usa estereotipos sociales y religiosos, pero también aplica una introspección psicológica sobre la identidad artística, los ideales, la sexualidad, entre otros”, comentó.
Previo al evento, los dos especialistas conversaron con la revista Cámara, periodismo legislativo, sobre la obra de este permio nobel, quien se caracteriza por incluir en su narrativa un profundo análisis de la sociedad europea y alemana; fue el primero en denunciar los campos de concentración en Alemania.
Durante la charla, los investigadores evocaron el pensamiento de figuras fundamentales como Goethe, Freud, Nietzsche y Schopenhauer, cuyas ideas atraviesan la obra de Thomas Mann y enriquecen su profundidad intelectual. Asimismo, destacaron algunas de sus novelas más emblemáticas: Los Buddenbrook, La montaña mágica, La muerte en Venecia y Doktor Faustus, piezas clave en su legado literario.
Sigifredo Esquivel argumentó que uno de los motivos por los cuales deberíamos leer al autor alemán es que, “además de ser un clásico que habla de la condición humana, tiene una profunda actualidad; sus reflexiones sobre el nazismo, sobre el fascismo son muy vigentes. Toda la radiografía que hizo de Hitler hoy se podría aplicar perfectamente a muchos.
Las situaciones cambian, los contextos se modifican, pero hay un sinnúmero de cosas que continúan; nos da, sobre todo, una lección muy importante: recuperar la condición y la dignidad humana. Y no en valde escritores como García Márquez, Carlos Fuentes, entre otros, se inspiraron en su obra. Es muy importante para las letras”.
Por otro lado, comenta el escritor, “su extensa obra literaria, narrativa y ensayística, abre un diálogo entre filosofía y literatura, y lo hace de una forma muy profunda y absolutamente sencilla. Es increíble ese juego de complejidad y sencillez. Thomas Mann tiene esa gran capacidad de no simplificar las cosas, pero siempre darnos elementos como para comprender la complejidad humana”.
¿Podría decirse que su escritura no es compleja, pero sus ideas sí?
El problema es que todas sus novelas nos exigen tiempo de lectura que difícilmente ahora nos damos. La concentración está en declive, gracias al Tik Tok, que imprime no sólo hiperaceleración y velocidad, sino consumir ideas rápidas, y en ese contexto, Mann exige contemplación, meditación vectorial, tiempo y, además, un ejercicio de introspección exige habilidades que tristemente estamos perdiendo.
¿Cuáles serían las constantes que detecta usted en su obra?
Viéndolo al microscopio y amplificando la mirada, partimos de una singularidad, siempre todas sus obras tienen una profunda dilucidación y un epicentro en su propia vida. Sin embargo, trasciende las vivencias personales y nos habla de la universalidad.
Entonces, su mayor planteamiento podría ir en el sentido de un nuevo humanismo que está presente en las políticas educativas en México y en América Latina. Es de centrar lo humano, pensar lo humano como parte, el sujeto singular como parte de una colectividad, la colectividad como parte del mundo y el mundo como parte de un cosmos.
En su exilio en Europa y Estados Unidos escribió una bella reflexión sobre el Quijote que a lo mejor no dice mucho del Quijote, pero dice mucho de nuestra condición contemporánea de seres humanos exiliados. Yo creo que nos da grandes lecciones su obra para pensar los temas y problemas de nuestro tiempo. Creo que esa es quizá su mayor aportación: Invitarnos a recuperar lo humano desde otra perspectiva. Y que las ideas no envejecen.
Por su parte, el investigador y poeta Armando González Torres aportó su visión sobre este autor y su obra.
A 150 años del nacimiento de Thomas Mann y un siglo después de La montaña mágica, ¿qué relevancia conserva su obra más allá de su Premio Nobel?
Thomas Mann fue el personaje más influyente y representativo de su tiempo. Es un autor que era un infatigable y auténtico grafógrafo. Su bibliografía es impresionante, abarca miles de páginas, incluyendo sus diarios, pero hay algunos libros de él que son clásicos: Los Buddenbrook, una saga sobre varias generaciones, cuatro generaciones de comerciantes alemanes de índole muy realista.
Entre sus obras más célebres destacan La muerte en Venecia, una novela breve pero profundamente simbólica, y La montaña mágica, una de sus piezas más reconocidas. Thomas Mann cautivó al público no solo por su capacidad para retratar los conflictos sociales de la formación de Alemania y la evolución histórica de Europa, sino también por su extraordinaria habilidad para la introspección psicológica. En sus escritos exploró cuestiones profundamente inquietantes, entre ellas los dilemas en torno a la sexualidad, dotando a su obra de una complejidad que sigue fascinando a los lectores hasta hoy.
Es un autor muy atractivo para diversos tipos de lectores, además, como muchos escritores de su época, tuvo cambios radicales de perspectiva política; durante 1914 apoyó a Alemania en sus pretensiones bélicas, pero posteriormente se fue convirtiendo poco a poco a la democracia y durante el régimen nazista se fue erigiendo como el principal antagonista cultural de Hitler.
¿Ese cambio también se logra percibir en su obra?
En muchos sentidos sí, por ejemplo, Doktor Faustus es de alguna manera una ilustración del ascenso y las consecuencias del nazismo, tanto en el individuo como en la sociedad. Este giro político, sin demeritar su estatura como escritor, también contribuyó a su enorme popularidad.
Era un escritor que, además de vender mucho, era una voz muy seguida por todos los lectores, porque era un creador de opinión. Desafortunadamente él nunca regresó a Alemania. Él se exilió en 1933 y ya no regresó a vivir allá. Estuvo un tiempo en Suiza y luego se fue a Estados Unidos.
¿Cuáles serían sus constantes literarias?
La búsqueda del equilibrio es un rasgo esencial en la obra de Thomas Mann. Su pensamiento reflejaba una profunda armonía intelectual donde el realismo y la experimentación convergían de manera magistral. Por un lado, se percibe su inclinación vitalista, ese impulso por seguir los instintos, influenciado por las ideas de Nietzsche y Schopenhauer; pero, al mismo tiempo, mantenía un firme interés en restaurar el orden y preservar el sentido común, legado de Goethe. Esta tensión entre fuerzas opuestas atraviesa su legado, otorgándole una riqueza y profundidad que aún hoy cautiva a los lectores.
¿Cómo influyó en los autores mexicanos?
Thomas Mann ejerció una enorme influencia en su tiempo, pero creo que uno de sus lectores e intérpretes más excepcionales fue Juan García Ponce. A menudo se menciona a Carlos Fuentes y Octavio Paz en relación con su impacto literario, y es cierto que su ambición narrativa y su afán por construir mundos alternos marcaron a los escritores más reconocidos del Boom. Sin embargo, si tuviera que identificar a un autor que mejor refleja su legado, sería Juan García Ponce, tanto por el tratamiento de sus personajes como por su magistral dominio del idioma. Leer a Mann en alemán y en traducción no es lo mismo: hay una riqueza lingüística que se percibe con mayor profundidad en su idioma original.