Juventina Bahena
Debido a su linaje real, muy joven tuvo que contraer matrimonio, primero con su tío Cuitláhuac y luego con su sobrino Cuauhtémoc, hijo de Ahuízotl y de Tlillacaptzin, hermana de su padre, para legitimar el ascenso de ambos al poder. A la caída de Tenochtitlan, fue esposa de tres españoles, siempre cumpliendo un rol político bajo la tutela de Hernán Cortés. Al final de su vida, liberó de la esclavitud a los mexicas de la encomienda de Tacuba
Hija de Moctezuma Xocoyotzin, heredera del último Huey tlatoani mexica, Tecuichpo Ixcaxochitzin tenía 10 años cuando su padre recibió a los ejércitos de Hernán Cortés y sus aliados, en noviembre de 1510. Tras el asesinato de su padre, en junio de 1520, y luego de la Noche Victoriosa, cuando los españoles salieron derrotados de Tenochtitlan, se casó con Cuitláhuac, a manera de estrategia política para obtener el derecho a gobernar como sucesor del último Huey tlatoani.
La joven fue resguardada por los mexicas, quienes la casaron con Cuitláhuac, para legitimar su derecho a gobernar como sucesor de Moctezuma. Pero a los pocos meses murió de viruela, virus transmitido por los conquistadores. El asedio de los españoles y sus aliados indígenas contra Tenochtitlan culminó en agosto de 1521, con la captura, tortura y asesinato de Cuauhtémoc a manos de los españoles.
Viuda de los dos últimos gobernantes mexicas, sobrevivió a la guerra, y ya bajo la tutela de los conquistadores su prestigio y posición le ayudaron a mantener su posición política como heredera del último tlatoani mexica. Siempre perteneció a las élites gobernantes, razón por la cual Tecuichpo asistió al Calmecac durante su infancia. Esa formación le permitió adaptarse y sobrevivir a la destrucción de su pueblo y a la imposición de una nueva lengua, religión y organización social durante la conquista.
Como estrategia política y para afianzar su potestad sobre Tenochtitlan, Hernán Cortés, con quien procreó una hija, se asumió como el mentor de las hijas de Moctezuma y, en 1526, bautizó a Tecuichpo Ixcaxochitzin como Doña Isabel Moctezuma y le dio la encomienda perpetua de Tacuba, conformada por 1240 casas y miles de indios sometidos, una dote que el propio Cortés preparó para casarla con un español y consolidar su dominio sobre el imperio.
Ya como Isabel Moctezuma, bautizada y casada con españoles estableció lazos con la nobleza indígena. También tuvo una hija con Hernán Cortés. En su último matrimonio con Juan Cano de Saavedra procreó cinco hijos más. Murió en la Ciudad de México, capital de la Nueva España, y su testamento escrito en 1550 constituye el primer acto de la emancipación de la esclavitud registrado en América.
“Quiero y mando y es mi voluntad que todos los esclavos, indios e indias naturales de esta tierra que dicho Juan Cano mi marido y yo tenemos por nuestros propios, por la parte que a mí me toca sean libres de todos servicios y servidumbres y cautiverios y como personas libres hagan su voluntad, porque yo no los tengo por esclavos y, en caso de que lo sean, quiero y mando que sean libres”.
Este acto trascendió su tiempo.
En abril de este año, la Cámara de Diputados aprobó una reforma al artículo 18 de la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, para incorporar en las efemérides nacionales el reconocimiento a las mujeres que han transformado nuestra patria, izando la Bandera Nacional a toda asta en la fecha de su nacimiento, y más allá de su papel de cuidadoras circunscrito al confinamiento doméstico, visibilizar sus aportes y legados; muchos de ellos hasta ahora olvidados. Pero con estas efemérides dedicadas a ellas, se les recordará, cada año cuando menos, para recitar el mantra de su legado.