El 17 de octubre de 1953, las mujeres mexicanas alcanzaron un hito trascendental al adquirir la igualdad de derechos políticos frente a los hombres, consagrada en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Este logro histórico, sin embargo, fue el resultado de décadas de lucha de mujeres pioneras que se enfrentaron a un sistema patriarcal profundamente arraigado. Detrás de esta fecha simbólica se encuentran mujeres que no sólo impulsaron la agenda feminista en México, sino que también ayudaron a cambiar la percepción social sobre el papel de la mujer en la política.
Este avance fue resultado de una larga y ardua lucha en la que participaron activistas, feministas y mujeres pioneras que desafiaron el orden establecido. Sin embargo, este hito no puede analizarse de manera aislada. A nivel global, las mujeres en distintos países habían comenzado sus propias luchas por la igualdad mucho antes de que las mexicanas consiguieran sus derechos políticos. La conquista del voto fue un paso crucial en un contexto internacional en el que las ideas feministas y las demandas de justicia e igualdad ya tenían varias décadas de desarrollo. Para entender mejor esta trayectoria, es útil observar el contexto histórico de una forma más amplia.
La conquista de los derechos políticos de las mujeres ha sido una lucha colectiva y global que comenzó mucho antes de que el sufragio femenino fuera reconocido en México. En este contexto, el avance de los derechos de las mujeres en el mundo, aunque desigual y diverso, trazó un camino común que eventualmente impactaría en los derechos de las mujeres mexicanas.
Algunos momentos históricos importantes en este proceso han sido:
Como se puede apreciar, desde los inicios del feminismo moderno con la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana en 1791 en Francia hasta las primeras grandes conquistas del sufragio femenino en Nueva Zelanda, 1893, y Estados Unidos en 1920, las demandas por igualdad política fueron un fenómeno internacional. Cada uno de estos avances en diferentes regiones del mundo representó una ruptura con sistemas patriarcales que excluían a las mujeres de la vida política, y cada país que reconocía el sufragio femenino servía de ejemplo para otras naciones.
En México, los movimientos feministas que surgieron a principios del siglo XX no sólo se inspiraron en estas experiencias internacionales, sino que también adoptaron y adaptaron las demandas por igualdad a la realidad mexicana. La lucha por el voto femenino en México, además de ser un asunto nacional, formó parte de un movimiento global más amplio de mujeres que exigían su derecho a participar en la construcción de sus naciones y en la toma de decisiones que afectaban sus vidas.
El reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres en México fue un proceso largo y complejo que comenzó con movimientos como el Congreso Feminista de 1916 y que culminó en 1953 con la reforma constitucional que otorgó el sufragio femenino. A lo largo de este proceso, mujeres como Galindo y Jiménez, entre muchas otras, desempeñaron un papel esencial.
Sin embargo, a pesar del reconocimiento formal de los derechos políticos de las mujeres, la lucha no terminó ahí. El acceso a cargos de poder para las mujeres fue lento y desigual, y durante décadas la representación femenina en la política fue escasa. La conquista del voto fue solo el primer paso en un proceso más amplio de inclusión y equidad en la vida política del país, que continúa en la actualidad.
La evolución de los derechos políticos de las mujeres en México no puede entenderse sin el papel activo de las mujeres que, a través de sus acciones, discursos y esfuerzos, desafiaron las normas establecidas. Mujeres como Hermila Galindo y Aurora Jiménez fueron figuras clave que, a través de su activismo, impulsaron reformas y lograron avances sustanciales.
Hermila Galindo: Precursora del feminismo mexicano y la igualdad política. Fue pionera del feminismo en México y una figura emblemática en la lucha por los derechos políticos de las mujeres. Nacida en 1886 en Durango, Galindo fue una destacada activista, periodista y conferencista que, desde temprana edad, abogó por los derechos de las mujeres en una sociedad profundamente patriarcal. Colaboradora cercana de Venustiano Carranza durante la Revolución Mexicana, Galindo vio en este movimiento una oportunidad para avanzar la causa feminista.
En 1916, Galindo presentó un discurso en el Primer Congreso Feminista de Yucatán, donde defendió con fervor la educación laica, el derecho de las mujeres a participar en la vida política y su capacidad para ejercer el voto. Su intervención fue radical para la época, ya que no sólo se centraba en el sufragio, sino en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, temas que entonces eran considerados tabú.
Galindo fue la primera mujer en postularse para un cargo público en México, en 1917, aunque no fue aceptada debido a la falta de reconocimiento legal de los derechos políticos femeninos. Su activismo y obra escrita, que incluía la revista Mujer moderna, fueron fundamentales en la creación de conciencia sobre la necesidad de reformar las leyes a fin de incluir a las mujeres en el ámbito político.
Aurora Jiménez: La primera diputada federal. Fue otra figura relevante en la historia de los derechos políticos de las mujeres en México. Nacida en Baja California en 1926, Jiménez alcanzó un logro histórico en 1954 cuando se convirtió en la primera mujer en ser elegida diputada federal en el Congreso de la Unión, apenas un año después de que se reconociera el voto femenino en el país. Su elección representó no únicamente el avance en términos de igualdad política, sino también el inicio de una nueva etapa en la que las mujeres podían aspirar a puestos de toma de decisiones dentro del gobierno mexicano.
Jiménez fue defensora de los derechos sociales y de la participación política de las mujeres, y su presencia en el Congreso ayudó a visibilizar la importancia de que las mujeres estuvieran representadas en los espacios de poder. Su mandato como diputada no solamente abrió puertas a otras mujeres, sino que consolidó la relevancia de su participación en la vida pública mexicana.
En 2024, México vive un momento histórico sin precedentes: por primera vez en su historia, el país tendrá una presidenta. Este acontecimiento marca un punto culminante en la larga lucha por la igualdad de género en la política, simbolizando no solo la culminación de las demandas de las pioneras feministas, sino también el avance hacia la paridad en la representación política.
La llegada de una mujer a la presidencia es significativa por varias razones. En primer lugar, rompe con siglos de exclusión sistemática de las mujeres de los máximos niveles de poder político, enviando un mensaje poderoso sobre la capacidad de ellas para liderar a nivel nacional. En segundo lugar, este hecho responde a las reformas de paridad de género implementadas en los últimos años, las cuales han asegurado que tengan las mismas oportunidades que los hombres para postularse a cargos públicos.
Finalmente, esta victoria refleja el avance de los movimientos feministas contemporáneos, que han logrado sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de una representación política igualitaria y diversa.
La presidencia femenina no solamente será un símbolo del progreso alcanzado, sino que también plantea nuevas preguntas sobre el futuro del feminismo en México y el papel que las mujeres seguirán desempeñando en la vida pública. Se abre una nueva etapa en la que las expectativas sobre lo que una mujer puede lograr en el máximo cargo del país se verán materializadas y se pondrán a prueba.
El 17 de octubre de 1953, las mujeres mexicanas conquistaron un derecho fundamental que cambiaría la dinámica política del país para siempre. El reconocimiento del voto femenino fue un triunfo para quienes lucharon incansablemente por la igualdad y marcó el inicio de una participación más activa de las mujeres en la vida pública. Sin embargo, este fue solo el inicio de un proceso más amplio que requería de la implementación de nuevas leyes y la creación de espacios donde las mujeres pudieran ejercer plenamente sus derechos políticos.
Hermila Galindo y Aurora Jiménez demostraron que las conquistas políticas no se logran de un día a otro, sino que son el resultado de un proceso acumulativo de lucha y resistencia. Estos avances no solo han permitido que más mujeres ocupen cargos de poder, sino que han impulsado una transformación en la cultura política del país.
En 2024, con la elección de la primera presidenta de México se alcanzará otro hito significativo en esta larga lucha por la igualdad. Este hecho demuestra que, aunque queda mucho por hacer, las mujeres mexicanas han logrado una participación sin precedentes en la vida política y el camino hacia una verdadera igualdad sigue avanzando. En última instancia, este progreso refleja el poder colectivo de las mujeres para transformar la sociedad y abrir nuevos horizontes a las generaciones futuras.