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Las muertas de nadie, nuestras muertas


Coral Avila Casco

“Hay muertas que no hacen ruido, llorona, y es más grande su penar”
Canción popular

Sí, hay muertas que no hacen ruido y son muchas las que penan por no encontrar justicia; por ellas y sus familias, y porque ninguna mujer está exenta de vivir violencia – en cualquiera de sus intensidades y modalidades –, es necesario lograr que estas muertas taciturnas nos duelan y nos muevan; que sean ellas quienes encaminen nuestros pasos, para transitar por la osadía del silencio y encontrar justicia.

En 2018, las familias de las víctimas que forman parte de la asociación “Voces de la ausencia” impulsaron la iniciativa para conmemorar el día 3 de noviembre como el Día de las Muertas en México1. Esta propuesta ha buscado que se institucionalice este día hasta que haya justicia. La activista Frida Guerrera destacó que “La magnitud del fenómeno del feminicidio en México exige un Día de Muertas para llamar la atención internacional y ejercer presión al gobierno mexicano en todos los niveles hasta lograr justicia, reparación y verdad para las víctimas”.

El feminicidio es la expresión última y más brutal de la violencia contra las mujeres: quitar la vida como último recurso de control sobre aquéllas que son consideradas objetos en posesión total y, no como sujetas de derechos, con personalidad y sueños propios.

La teórica, antropóloga y ex diputada, Marcela Lagarde, marca una diferencia entre el término femicidio y feminicidio, éste último se refiere al genocidio tolerado contra las mujeres, lo que lo convierte en un concepto de significación política. De esta manera, define el crimen como el acto de asesinar a una mujer, porque el Estado no da garantías a las mujeres ni crea condiciones de seguridad de sus vidas ni en el espacio público ni en el privado. Por tanto, cuando exista el silencio, la omisión, la negligencia, la inactividad de las autoridades encargadas de prevenir y erradicar estos crímenes y de dar cumplimiento a los tratados internacionales en materia de derechos humanos de las mujeres, dando paso a situaciones de violencia contra las mujeres, por mínimas que sean y la impunidad ante estos atroces crímenes y sus autores, entonces estamos hablando de feminicidios.

Julia Monárrez2 expresa que “El feminicidio comprende toda una progresión de actos violentos que van desde el maltrato emocional, psicológico, los golpes, los insultos, la tortura, la violación, la prostitución, el acoso sexual, el abuso infantil, el infanticidio de niñas, las mutilaciones genitales, la violencia doméstica y toda política que derive en la muerte de las mujeres, tolerada por el Estado”3.

A pesar de ello, es recurrente asumir que los feminicidios se tratan de crímenes pasionales, es decir, de abrirle la puerta a la justificación de estas muertes y afianzar la idea de que la mujer no puede tomar decisiones ni asumir un rol diferente al que los estereotipos de género le marcan.

Así, en el imaginario colectivo se convierten en causantes de sus propias muertes e incluso, se puede “entender” al criminal y llegar a la equivocada conclusión de que merecían ser ultimadas. Han perdido la vida en un momento de ofuscación provocada por una conducta ligera y errada: porque se entregó a otro y era mía; porque se embarazó y no debía; porque quería dejarme y no tenía derecho; porque me pertenecía, porque no hacía lo que debía; porque se vestía provocativa, porque andaba tan tarde por la calle…, y abundan los porqués sin argumento. O bien porque se convierten en esa “posesión” utilizada como medio, para ejercer venganza, cobrar cuentas pendientes o sencillamente lastimar.

La conmemoración del Día de Muertas debe llamar a la reflexión y la acción para transformar la realidad del 70.1% de las mujeres de 15 años y más que a lo largo de su vida han experimentado al menos una situación de violencia psicológica, física, sexual, económica, patrimonial y/o discriminación (ENDIREH, 2021)4.

La conmemoración del Día de Muertas debe consolidar los avances legislativos como el generado en la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados, declarada como “Legislatura de la Paridad, la Inclusión y la Diversidad” que ha reformado la fracción II del artículo 6 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia para considerar los ataques con ácido o sustancias corrosivas como violencia física contra las mujeres, misma que fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el día 18 de octubre de 2022.

De esta manera, la definición de violencia física, en dicha ley, queda como “cualquier acto que inflige daño no accidental, usando la fuerza física o algún tipo de arma, objeto, ácido o sustancia corrosiva, cáustica, irritante, tóxica o inflamable o cualquier otra sustancia que pueda provocar o no lesiones ya sean internas, externas o ambas”.

Son muchas las familias, son muchas las madres que lloran a sus hijas, es sobrecogedor mirar y conocer las historias de las madres del documental “El brillo del sol se nos perdió ese día”, realizado por Laura Salas y producido por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos. Este trabajo fílmico obtuvo el segundo lugar del Primer Concurso de Documental “Género y Justicia” convocado por la Coordinación General del Programa de Equidad de Género del Poder Judicial de la Federación, la Dirección de Equidad de Género de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU y el Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, Mujeres en el Cine y la Televisión. En esta liga puede encontrar parte de este documental https://www.youtube.com/watch?v=Rp9JYJ_ZWmA.

Y si bien en este documental se habla de lo sucedido en Ciudad Juárez, lo cierto es que al igual que estas madres hay muchas en todo México que lloran a sus hijas y que no tienen justicia. Desde el dolor muchas madres buscan la verdad, por esa fuerza es que estos hechos han sido sacados a la luz.

La conmemoración del Día de Muertas debe ser un llamado prevenir la muerte y agresiones físicas y psicológicas en contra de las mujeres y sus familias y un llamado a la esperanza de vivir en un México igualitario en donde ser mujer no sea una condición de riesgo y donde las autoridades todas cumplan con su obligación de garantizar a las mujeres una vida libre de violencia.

“Y confiamos en un anhelo en común superar los días aciagos de la impunidad, en los que la noche y la niebla sean iluminados por el brillo del sol de la justicia”
Del documental “El brillo del sol se nos perdió ese día”



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