El adultocentrismo es una postura egocéntrica y autoritaria de los adultos que reflejan su autoridad y la intolerancia para con los menores: adolescentes, niños y niñas. Es cuando los adultos imponen su forma de ser, su postura personal y sus reglas a los menores sin la posibilidad de decidir u opinar.
Tradicionalmente nuestra sociedad toma a los adultos como modelo y paradigma a seguir para las infancias. Y aunque los niños y niñas tenemos derechos, es complicado que los adultos nos escuchen, sobre todo que tomen en cuenta nuestro punto de vista.
Normalmente se piensa de los infantes que no tenemos la capacidad de tomar una decisión, que no sabemos lo que decimos, que somos incapaces, o que, sencillamente, necesitamos de los adultos.
Ésa es una de las causas del adultocentrismo, nuestra supuesta incapacidad, pero no es así. Los niños, niñas y adolescentes somos inteligentes y tenemos la capacidad de entender el mundo y el entorno que nos rodea.
Lo que pasa es que los adultos no son capaces de concebir que podemos adaptarnos a nuestro entorno social sin que nos impongan reglas que ni siquiera admiten alguna opinión.
Como ejemplos de posturas adultocéntricas podemos citar las decisiones de los adultos cuando dicen a las infancias: “aquí mando yo”. “Cuando ganes tu dinero podrás opinar”. “¿Tú qué vas a saber si no tienes edad?”
Estas frases reflejan la intolerancia con la que se expresan algunos adultos. Debemos aceptar que ha habido progreso, pero falta mucho para que todos los adultos entiendan que necesitamos cambiar para convivir mejor.
Desgraciadamente, muchos niños, niñas y adolescentes abandonan sus hogares por la intolerancia e imposiciones de los adultos. El único destino de esas infancias es la calle, las drogas, o son utilizados para cometer delitos que agravian a nuestra sociedad.
Yo opino que debe existir un equilibrio entre la autoridad de papá y mamá y las decisiones de hijos e hijas. Los niños, niñas y adolescentes somos considerados como un grupo vulnerable y necesitamos la protección de los adultos, pero también es necesario que se respete nuestra identidad, nuestra forma de ser y nuestras opiniones.
Una manera de terminar con este problema consiste en que los miembros de una familia deben estar abiertos al diálogo y, sobre todo, determinar el rol que cada uno juega en la familia respetando la opinión de cada miembro.
También es necesario que los adultos entiendan que el hecho de que las infancias expresemos nuestras opiniones no es ninguna molestia. Si bien los adultos deben enseñarnos y darnos buenos ejemplos, eso no significa que no podamos opinar, sobre todo si se trata de algún tema que nos afecte o tenga que ver con nuestros intereses.
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