Con la finalidad de lograr comprender a profundidad la vital importancia que cobra la Cámara de Diputados dentro de la vida pública y democrática del país, resulta indispensable darse cuenta de que es ahí en donde se conciben y cimentan las condiciones elementales para el desarrollo y progreso nacional.
Es en este órgano en donde, de la mano con la Cámara de Senadores, diversas acciones se llevan a cabo, como lo es todo el proceso legislativo que resulta en la norma jurídica vigente.
A todas luces es evidente la condición social y educativa que vive este país. De acuerdo con diversas métricas internacionales, México se encuentra gravemente rezagado en materia educativa. Tomando como referencia resultados como los derivados de la Prueba PISA, México está posicionado en los últimos lugares en aprendizaje, aprovechamiento y habilidades como matemáticas, lectura o inglés.
En adición a lo anterior, es por todos sabido el gran lastre con el que carga el sistema educativo nacional, que es el caso de los sindicatos. Ciertamente, dichos gremios velan por las condiciones de sus integrantes, como mejora de salarios, de condiciones, de infraestructura y prestaciones. Lamentablemente, en nuestro país han pervertido sus fines, sirviendo como medios de acarreo y movilización clientelar con fines electorales.
A su vez, han olvidado al estudiante, dejando de lado su vocación, abandonando las aulas; prefieren el plantón, manifestación, violencia, parálisis de ciudades enteras y chantaje a las instituciones gubernamentales. Esas personas que se manifiestan con violencia y destrucción son solamente vándalos que merecen ser removidos de sus cargos; representan un peligro al frente de un grupo de estudiantes, desde escuelas de educación inicial, hasta las de educación superior.
Únicamente habiendo comprendido perfectamente las diversas problemáticas que aquejan a nuestro sistema educativo nacional, es entonces que nos podemos adentrar en el planteamiento de cuál sería la primera acción que yo tomaría como legislador en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
La educación de calidad es la herramienta ideal a través de la cual las personas tienen la oportunidad de prepararse, superarse, crecer y ser protagonistas del desarrollo, tanto personal como de la comunidad, evitando ser víctimas y sujetos de la permanente y residual dádiva gubernamental.
Partiendo de esta base, lo primero que haría como legislador federal sería presentar una iniciativa que dé lugar a una gran reforma constitucional en materia educativa, con dos finalidades: dotar de autonomía a la Secretaría de Educación Pública, convirtiéndola en un órgano constitucional fuerte, y eliminar a los sindicatos en materia educativa, acogiendo a la educación dentro de las consideradas actividades de seguridad nacional.
Es urgente e impostergable que el Congreso de la Unión haga su tarea, con firmeza y determinación tome las riendas de este país, ejerza su independencia sobre los otros poderes y deje de ser de los principales porristas del Ejecutivo Federal; que deje de aprobar dictámenes sin moverles ni una coma.
La Secretaría de Educación Pública debe tener el carácter de organismo constitucional autónomo, ya que este país difícilmente saldrá del atraso educativo si es el mismo gobierno el que decide qué se enseña y qué se omite en los planes de estudio. No se puede ser juez y parte.
Existe riesgo latente de adoctrinar a los estudiantes, derivando con ello en educación sesgada y parcial. La autonomía técnica y de gestión serviría para que se diseñen los planes de estudio, las políticas en materia educativa, las acciones conducentes para el buen éxito y desarrollo del aprendizaje. Que los maestros sean evaluados -como en cualquier otro trabajo-, que quien repruebe sea retirado y el que sobresalga sea promovido con todos los beneficios que ello conlleva.
Es menester impulsar la desaparición de los sindicatos en esta materia, debido a que han demostrado no responder a las necesidades, demandas y fines que persiguen los niños, estudiantes y padres de familia. Los malos dirigentes de dichos colectivos han tergiversado su poder, obligando, como lo hicieron con el actual Gobierno Federal, a dar reversa a reformas trascendentales y vitales, como la educativa impulsada en 2012.
La educación de calidad empieza desde la Cámara de Diputados. Los representantes populares deben actuar con solidaridad, talento y talante, sin miedo ni presiones, con la convicción de que abonan a mover a México por el sendero de la vanguardia y progreso.