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A otro perro con ese hueso: Joe Biden y la crisis migrante


Jimena Casso / Universidad Anáhuac Campus Norte

La llegada de Joe Biden al gobierno americano, el 20 de enero de 2021, representaba esperanza para millones de inmigrantes porque sus promesas de campaña contemplaban la legalización de once millones de personas indocumentadas que residen en el territorio de Estados Unidos.

El sitio web de la campaña del ahora presidente fijaba cinco puntos sobre los cuales se basaría la estrategia migrante: 1) modernizar el sistema de inmigración de los Estados Unidos; 2) dar la bienvenida a los migrantes en nuestras comunidades; 3) reafirmar el compromiso de los Estados Unidos con los solicitantes de asilo y los refugiados; 4) lidiar con las causas fundamentales de la migración irregular; 5) implementar una revisión efectiva en las fronteras.

Con base en ello, 74.9 millones de personas votaron por el representante norteamericano, convirtiendo a Joe Biden en el presidente con el mayor voto popular de la historia de su país. El recién llegado, haciendo honor a su palabra, comunicó en su primer día de gobierno que consideraba fundamental resolver la crisis migratoria mediante una serie de reformas que serían plasmadas en la U.S. Citizenship Act of 2021, que establece que los migrantes podrían iniciar un proceso legal para recibir la ciudadanía, los “Dreamers” podrían obtener su “green card”, y se realizaría una inversión de cuatro mil millones de dólares en la región del Triángulo Norte para evitar el desplazamiento hacia EE.UU.

Sin embargo, la U.S. Citizenship Act of 2021, que nada más necesitaba del voto de 10 republicanos para aprobarse, cayó en el filibusterismo (equivalente al limbo legislativo) y lleva ya más de un año sin comentarios o discusión pública. Biden apostó toda su estrategia en una sola mano y perdió ante los republicanos, con lo que tuvo mucha más presión para resolver la continua emergencia migratoria.

Desesperado, recurrió a los viejos trucos de su compatriota, Donald Trump, haciendo uso de México como primera frontera de su territorio y manteniendo el empleo de fuerza constante, a pesar de las violaciones a los derechos humanos, contra los migrantes.

Fracaso que este 27 de junio se materializa en otra tragedia, ahora en territorio americano, que destroza el corazón de millones: la muerte de más de 50 migrantes abandonados en un tráiler en el estado de Texas.

Mientras republicanos y demócratas se acusan mutuamente de ser los responsables de lo sucedido, la comunidad internacional sabe que las políticas que la nueva administración ha realizado siguen enmarcadas en un patrón de violación de los derechos humanos, y a los migrantes les queda claro que realmente no hay diferencia entre la administración norteamericana previa y la actual. A otro perro con ese hueso.

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