A propósito del día que le dedicamos al amor, hoy quiero dedicar este artículo a un tipo de amor que, aunque es temporal, perdura para siempre y que, aunque nunca se verbaliza, se entiende y se siente. Es un amor tan incondicional que incluso merece ser llamado heroico: el amor de un perro.
El pasado domingo, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) comunicó el fallecimiento de Proteo, uno de los diez canes enviados por la delegación mexicana en apoyo a las labores de rescate en Turquía tras el sismo de 7.8 grados que sacudió al país europeo el pasado seis de febrero.
El día de hoy, Carlos Villeda Márquez (el entrenador) confirmó que su muerte se debió a las condiciones climáticas extremas que prevalecen en aquel país y a su avanzada edad, sin embargo, destacó la participación de Proteo en varias brigadas de rescate.
Y es que, ¡vaya manera de morir! Desempeñando una labor plausible, altruista y noble. Si bien a lo largo de la historia la ciencia se ha cuestionado si el animal no racional es capaz de desarrollar emociones y pensamientos más allá del instinto, e incluso el Derecho ha debatido sobre su naturaleza jurídica, a mi parecer la única emoción que trasciende los límites de la razón y que, por lo tanto, es universal a todos los animales, tanto racionales como no racionales, es el amor.
No pretendo que este artículo indague sobre la filosofía del amor ni mucho menos sobre el carácter científico-jurídico del perro, porque resulta prácticamente imposible tratar dichos temas en escasas líneas, sin embargo, quisiera que este artículo sea un homenaje a Proteo y al desempeño de su labor.
Haya sido por amor a la patria, por amor a su deber, a su entrenamiento, o incluso a las recompensas post-brigadas a que son acreedores los miembros caninos del Ejército mexicano, no tengo duda de que lo que mantuvo a Proteo al servicio de la nación y del mundo a lo largo de tantos años fue algo más que el instinto… fue un tipo de amor.
Por otra parte, a Carlos Villeda Márquez envío mi solidaridad en la pérdida de Proteo, pues si algo tengo claro es que nosotros como humanos sí venimos al mundo a experimentar el amor en diversas formas; una de ellas viene en cuatro patas, con ladridos y movimientos de cola.
Larga vida a nuestros héroes. Larga vida a Proteo.
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