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Inteligencia Artificial y elecciones: retos y aplicaciones


Ferdinand Geminiano Molina / Lic. en Gobierno y Transformación Pública ITESM

  Este año se llevará a cabo una de las elecciones más importantes del país, ya que se renovarán varios cargos de elección popular. No solo la presidencia de la República, sino también ambas cámaras del Congreso, como son los diputados y senadores en el ámbito federal. Además, algunos estados renovarán gubernaturas, como es el caso de la Ciudad de México, sin olvidar los congresos locales y los ayuntamientos. 

  Sin embargo, sabemos que en los últimos años el avance tecnológico, como el desarrollo de la Inteligencia Artificial, ha permeado en varios ámbitos de la sociedad, y el político no ha sido la excepción. Por lo tanto, nos planteamos la pregunta sobre las implicaciones de la Inteligencia Artificial en la democracia y cómo esto puede afectar el proceso electoral o las campañas políticas. 

 Primero, debemos definir el concepto de Inteligencia Artificial (IA). Alan Turing, considerado el padre de la IA, la describió como parte de la categoría de los "sistemas que actúan como humanos". Aunque la definición ha evolucionado con el tiempo, actualmente IBM la define así: combinación de la informática y conjuntos de datos sólidos que permiten la resolución de problemas. 

 Con la comprensión de que la Inteligencia Artificial es una herramienta que facilita la toma de decisiones informadas, se abre la posibilidad de que actores políticos e institucionales implementen esta tecnología para tomar decisiones basadas en evidencia a través de datos, con el objetivo de hacer eficientes los procesos y optimizar recursos. 

Algunos ejemplos de la implementación de la Inteligencia Artificial para la innovación pública se han observado en organismos electorales de los Estados Unidos. A diferencia de México, en ese país no existe un Instituto Nacional Electoral (INE) con un Padrón Electoral centralizado; cada estado tiene su propio registro de electores. Esto presenta un desafío significativo, ya que una persona podría estar registrada en dos o más estados, lo que representa riesgos para los derechos de voto y la integridad electoral. 

Para abordar este problema se ha utilizado la Inteligencia Artificial en el mantenimiento del censo de votantes, incluyendo la realización de purgas de votantes (la práctica de eliminar votantes de estas listas). Este proceso se enfoca en utilizar la IA a fin de cotejar firmas y comparar la información con otros documentos oficiales. 

De esta manera, se determina si los votantes pueden perder su elegibilidad por diversas razones, entre ellas, cambios de residencia, condenas por delitos graves, incapacidad mental, muerte o inactividad. 

El mantenimiento de la lista es crucial para la integridad y eficiencia de las elecciones. Se estima que una de cada ocho inscripciones no es válida, lo que podría aumentar el riesgo de fraude electoral y obstaculizar las listas de votantes (Huber, Meredith, Morse, & Steele, 2021). 

Por otro lado, en las campañas electorales ha cambiado el paradigma con la aparición de las redes sociales, ya que estos espacios han democratizado la pluralidad de la opinión pública y nos dan una proximidad de lo que opina la gente de su entorno o ciertas propuestas de los candidatos. 

 Una red social que nos proporciona esa información puntual es Twitter, ya que brinda un perfil del usuario: edad, sexo y tipo de celular (Android o Apple), lo cual puede aproximarnos al nivel socioeconómico. Otro dato es la coordenada geográfica donde se publicó el tweet. Es relevante porque permite estimar el lugar que frecuenta el usuario. 

Esta información es de gran utilidad para los equipos de campaña, ya que les permite conocer las necesidades de su comunidad. Por lo general, la ciudadanía utiliza las redes sociales para hacer denuncias, como la falta de agua o la existencia de baches en ciertas zonas, lo que hace factible mapear la opinión de las personas sobre el desempeño gubernamental en la zona.

Aquí es donde entra otra herramienta de IA que combina el aprendizaje automático y el procesamiento del lenguaje natural para el análisis de sentimientos. ¿Qué hacen estos algoritmos? Lo primero es extraer de manera automatizada el texto (en este caso, los tweets) y clasificar, basándose en las oraciones, las asociaciones que tienen las palabras con los sentimientos, es decir, si son positivas o negativas, con qué frecuencia se expresan, la intención (sarcasmo, doble sentido, etcétera) y qué temas de conversación son los más recurrentes. 

 Como hemos leído, hay muchas aplicaciones de la IA en las campañas o para hacer eficientes los procesos y obtener información para generar inteligencia. Sin embargo, implementar estos algoritmos puede tener limitantes, como el sesgo de los datos y del programador, y se podría hacer mal uso de ella. 

Un ejemplo de esto es el caso del algoritmo que depura la lista de electores que mencionamos anteriormente, que tiende a eliminar de la lista a ciertos grupos étnicos, como latinos, afroamericanos y asiáticos. En el caso de los tweets, hay granjas de bots que mueven la tendencia o la conversación de la discusión pública, y esa muestra termina contaminada y sesgada, lo que dificulta la aproximación real a los problemas que afectan a la ciudadanía. 

En resumen, la incorporación de la Inteligencia Artificial en las elecciones presenta desafíos y oportunidades para la transformación pública. Si bien la tecnología puede revolucionar la forma en que se analizan las campañas y se automatizan los procesos burocráticos, es esencial abordar con cautela los posibles sesgos y malas prácticas en su implementación. 

La clave reside en encontrar el equilibrio que permita aprovechar la innovación tecnológica para mejorar la democracia, al mismo tiempo que se establecen mecanismos a fin de garantizar la transparencia y equidad en los procesos electorales. 


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